Cuando se deja de pensar la política y se instaura la mediocridad de la búsqueda del poder y no más, se entra en la barrena de la inestabilidad y la decrepitud. Cuando la política se burla de la consistencia de la complejidad del pensamiento, y se reduce a las maniobras y a hacer de ella misma un deterioro, las sociedades languidecen en las formalidades y se encuentran incapaces de saltos cualitativos.
La política es una revisión permanente y la democracia una interrogación que nunca termina. Lo que se pretende es recordar que las realidades son construibles, que hay que modificar el ángulo de los observadores y, sobre todo, que la política se piensa y se piensa alejándose de la linealidad y de la miseria. Hay una crisis política puntual envuelta en otra de igual o mayor gravedad: la absoluta inconsistencia de los políticos.
Cuando se piensa la política las estrecheces comienzan a diluirse. Se inventan los caminos y se inventa en el futuro. Los presentes sólo son diluibles cuando se tiene la mirada más allá, en la escritura de un relato a transitar, uno que nos hace pensar el presente desde el futuro.
Hoy ya ni sabemos lo que es la política. La labor pedagógica pasa por comenzar a decir que en el siglo XXI la política no es lo que fue. Hay que inventar el siglo que sólo será posible si inventamos la política de este siglo, pues nada es construible en cuanto a organización humana que no esté marcada por la nueva concepción de la política. No se trata de la aparición de iluminados. Hoy el líder es un modesto suministrador de insumos que ejerce la más detestada de las actividades: pensar para los demás, porque pensar por lo demás resultaría una simple manifestación totalitaria.
Pensar la política es una acción liberadora pues, en primer término, permite entender los atascos de los actores de la no-política y autoriza a vislumbrar sacudírselos. Cuando se piensa la política aparecen los acontecimientos que nadie creía posibles y las soluciones van conformándose en una realidad distinta de la realidad real. Entonces habrá aparecido el nuevo concepto de poder, el del común hecho líder.
Debemos marchar hacia la conformación de un clima cultural distinto, de un medio ambiente externo que permita el acceso de los ciudadanos a la enseñanza y a la práctica de una cultura de principios. Estamos inmersos en una cultura política inmóvil que nos ha robado la capacidad de decisión.
@tlopezmelendez