Günther Maihold: ¿Qué está en juego en las elecciones mexicanas?

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A diferencia de muchos otros presidentes de la región, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obradornunca se comprometió a gobernar para toda la ciudadanía; siempre insistió en que está trabajando para “el pueblo”, lo que lo diferencia claramente de los conservadores, los neoliberales, “los fifís”. Estos últimos, representados en los partidos tradicionales del PRI y del PAN, se han convertido en una alianza opositora que no logró renovarse, ni personal, ni políticamente. Así, en México, el día 2 de junio se celebrarán unas elecciones de cara hacia el pasado, con una campaña carente de grandes propuestas de futuro; elecciones que, a pesar de ello, para muchos ciudadanos han adquirido un carácter crucial para el país.

¿Existe o no un “voto oculto”?

Pocas veces las elecciones presidenciales en México se han realizado en un nivel de polarización política tan alta, situación que sorprende ante los vaticinios de las empresas encuestadoras que casi unánimemente predicen un voto de mayoría holgada para la candidata oficialista Claudia Sheinbaum. Al parecer, existe cierta incertidumbre acerca de si habrá realmente un voto oculto, identificado con la “no respuesta” o el engaño a los encuestadores. Los organizadores de las campañas electorales de las dos candidatas que lideran las encuestas temen, o confían, respectivamente, en el voto oculto.

En el cuartel de campaña de Claudia Sheinbaum, preocupa que el elemento central de la gestión presidencial de AMLO – la concesión de múltiples programas sociales – pudiera ser engañoso; las brigadas territoriales del partido tienen la inquietud de que los votantes contesten afirmativamente querer votar por Morena ante la preocupación de poder perder beneficios si dejan en claro su preferencia por la política rival. Por el otro lado, para la candidata opositora Xochitl Gálvez, el voto oculto representa la expectativa incierta de poder movilizar votantes que le permitirían cerrar la brecha del 20 por ciento que la separan de su contrincante morenista.

Es evidente que el manejo operativo y propagandístico de los programas sociales es uno de los elementos más difíciles de demostrar en un proceso electoral, especialmente cuando el margen de error de las encuestas va en aumento en un país en que esos sondeos tienen relevancia en las decisiones de los partidos para definir sus candidatos, por un lado, y en la agenda informativa de los medios y las redes sociales por el otro. Será hasta el conteo final que se podrá evidenciar si este voto oculto realmente existió y pudo influir sobre el resultado de las elecciones. Y será crucial que el Instituto Nacional Electoral (INE) realmente sea capaz de asumir su papel central de manera autónoma e independiente, así como lo hizo en las elecciones del pasado.

Democracia y orden institucional

Muchos consideran que en estas elecciones se encuentra en debate el futuro de la democracia y del orden institucional en el país azteca. No hay duda de que en la administración de AMLO se practicó un populismo anti-corrupción, un lema bajo el cual se liquidaron muchas instituciones de defensa de derechos ciudadanos y de la transparencia. Mientras Morena defiende con el argumento de la “austeridad republicana” estas decisiones, que redujeron plazas y presupuestos de instituciones públicas y paraestatales hasta desaparecerlas en sus funciones, la oposición continuamente se ha quejado de la reducción de espacios públicos y la posibilidad de los ciudadanos de participar más allá de los canales definidos por el gobierno.

A primera vista, la marcha de la llamada “marea rosa” en la Ciudad de México, el día 19 de mayo, representó un llamado a la defensa de la democracia, más allá de las fuerzas opositoras, ante la presión que el mismo presidente López Obrador está ejerciendo sobre la Corte Suprema de Justicia y el sistema judicial como tal. Este esfuerzo de alineamiento de los diferentes poderes con el Ejecutivo ha caracterizado su gestión y existen muchas preocupaciones de que Claudia Sheinbaum podría seguir el programa de su líder al pie de la letra. Hay una percepción de un continuismo del mando de AMLO, quien siempre ha tratado de conformar una larga sombra de su gobierno, bautizado como la “4ª transformación”. Que Sheinbaum ahora esté planteando un “segundo piso” para este proyecto político, pone en evidencia que ella podría seguir el plan del jefe y líder moral de su partido. Este ha dejado depositados para su aprobación muchos proyectos de cambio constitucional, que para la oposición tienen un claro tinte autoritario.

Adicionalmente, el empoderamiento militar promovido por AMLO no solamente en tareas de combate al crimen y la violencia, sino también en muchas tareas civiles de construcción de infraestructura, es una carga para cualquier sucesor, porque será muy difícil revertir este avance de los militares en la ejecución de obras, las cuales deberían ser implementadas por actores privados.

¿Aislamiento internacional?

Con su dicho de que “la mejor política exterior es la política interna”, el presidente López Obrador ha marcado una etapa de una reducida presencia internacional de su país. México perdió su perfil internacional, especialmente en materia de políticas de cambio climático, con la vuelta al petróleo y las energías fósiles. Pero también en la misma región ha habido una actuación internacional con alianzas de corto plazo, confrontaciones con los gobiernos de Ecuador y Perú y alianzas con Cuba y Nicaragua. Será esencial para la nueva presidenta del país recuperar la posición internacional del país y sacarlo del provincialismo en el cual ha caído a lo largo del gobierno de AMLO; una tarea ciertamente difícil ante el panorama complejo que se presenta con las elecciones de noviembre en EE.UU. y la complicada agenda que acompaña la relación con el vecino del norte.

 

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