La actitud que lleva a algunas personas a humillarse ante otros por bajos y oscuros intereses, o por temor a que si no cumple lo acordado les puedan maltratar, es parte de la historia de los seres humanos. La adulación era una constante en las cortes imperiales y sigue siendo un medio para abrazar cuotas de poder y tener cierto renombre en los actuales tiempos. Así se ha venido mostrando el servilismo, que es más por la ignorancia e incapacidad, que la de lograr méritos por esfuerzo propio. En oportunidades los serviles se arrastran como las víboras cargadas de veneno buscando en quien descargarlo, asumiendo la degradación de su propia personalidad, dejando un hedor irresistible por los lugares en que transitan. La bonanza que puedan alcanzar es efímera y putrefacta.
En política son varios los autores que han destacado que los principios deben ser el sustento de las acciones. Decir que se tienen convicciones acerca de algo solo para convertirse en testaferro, es como el que ve la injusticia y calla para recibir prebendas. Allí se visualiza la deshonra, por la ausencia de la vergüenza. Tan enquistado está en el servil la sumisión, que acepta sin resistencia alguna el tener que limpiar las botas del amo con la simple mirada del desprecio que le ofrecen. La autoestima es desconocida por estos seres, y en consecuencia viven anclados en la llama de la desesperanza. Aprendieron a estirar la mano con el sombrero boca abajo, para ver que les cae de la limosna acordada.
El servil es como el cobarde que apuñala por la espalda porque es incapaz de hacerlo teniendo al otro de frente. Son la farsa que camina por la vida remedando al tercero porque no tienen contenido propio. Al final del camino terminan recibiendo el desprecio del vecino, víctimas de su propio veneno. El respeto es un valor para ellos desconocido, porque no entienden de confianza y dignidad. Caminan con la cabeza abajo, porque tienen un precio patentado en la frente.
Los cambios los desechan para aferrase al pasado. Las ideas no son defendidas, ni la lucha por los derechos de todos les convienen. La libertad es un cuento muerto en su pensamiento arcaico. Crecieron aduladores y así terminaran. Lo bueno es que esos son un grupo reducido, que no podrá pasar por encima de la mayoría que vive con dignidad. Abajo cadenas.
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