En este mundo encriptado al que quiere condenarnos la cúpula oficialista, las encuestas y la observación electoral están claramente identificadas como dos grandes adversarios, dos colosales obstáculos a los que hay que neutralizar por lo que pueda pasar: esto es que la voluntad popular de cambio quede concretada y certificada en las urnas de votación en las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio.
¿Acaso puede ser de otra forma para quienes, desde hace muchos años, con indisimulado propósito perpetuador, vienen convirtiendo al Consejo Nacional Electoral (CNE) en un coto privado a imagen y semejanza del hegemónico entorno reinante? El acabose ha llegado con Elvis Amoroso, contralor-inhabilitador convertido en juez electoral plenipotenciario que, de acuerdo con los reporteros de la fuente, ya ni reúne al pleno de rectores para tomar las decisiones más cruciales. Verbigracia: el reciente rechazo de la observación electoral por la Unión Europea, parte del hoy pulverizado Acuerdo de Barbados.
El gobierno es hipercreativo, experto, avezado, mañoso y retorcido, dotado de una perversa astucia a la hora de buscar antídotos para la amenaza que representa, por ejemplo, el poder orientador de los sondeos de opinión. Sobre todo, si en estos momentos están revelando que, en el menor de los casos, el candidato Edmundo González Urrutia triplicaría a quien pretende mantenerse por 6 años más como amo de Venezuela.
Algo más, de acuerdo con los estudios de Datincorp -una de las tres encuestadoras más reconocidas junto con Delphos y Datanálisis- la candidatura de González muestra en los sondeos que “no tiene techo”, que el rechazo es muy bajo y que puede seguir creciendo. Un funcionario que después de largos años de servicio al Estado venezolano no ha dejado facturas que cobrarle.
La fórmula del chavismo es muy simple. Se saca de la chistera una encuestadora “fantasma”, según la cual los numeritos electorales están al revés y es Maduro quien galopa la prueba. Anda por allí una novísima firma llamada Dataviva. Por lo menos han tenido el recato de no volverse a presentar -por ahora- con los siempre dulcísimos datos de Hinterlaces, la encuestadora de la casa. Pero quién sabe, a lo mejor reaparecen con la conexión lucro-mágico-espiritual rediviva.
Despachar la observación internacional electoral de la Unión Europa ha sido mucho más fácil. Ha bastado un manotazo de Amoroso alegando soberanía, independencia, intereses populares, consignas que hace décadas convirtieron en monsergas, y los supuestos estragos “genocidas” de las sanciones de la UE. Mintió, otra vez, Amoroso: es bien sabido que la UE sólo ha aplicado medidas individuales a figuras del régimen y no a los sectores económicos, ni público ni privado, del país. Ojo: esta vez Amoroso balbuceó su comunicado en reveladora soledad.
No es un retroceso menor, como lo han señalado varias preocupadas voces. Las mismas que con toda pertinencia vienen advirtiendo que el triunfo no está en las caudalosas manifestaciones de calle que acompañan a la candidata María Corina Machado, ni mucho menos en las encuestas, a las que el lado oficialista les puede de paso acusar “su corazoncito”. El triunfo habrá que bregarlo, voto a voto y bajo vigilancia esmerada, en los 15,762 centros de votación y 28.160 mesas que se instalarán para el 28 de julio.
Ese personal del pueblo venezolano, debidamente organizado y entrenado por el creciente número de fuerzas políticas que vienen manifestando su apoyo a Edmundo González, es el que consolidará la victoria que comience a poner fin al trágico cicló histórico en el que ha sido sumida Venezuela durante 25 años. Y quieren más.
Se dice fácil, pero es dable pensar que más allá del gran poder de convocatoria de la señora Machado, que hace fluir en número apreciable los hombres y mujeres dispuestos a asumir el crucial rol en las mesas, siempre están presentes los factores que afloran en todo grupo dinamizado: la sed de protagonismos, las posiciones adelantadas con cálculos comiciales regionales, los infaltables celos partidistas, que necesariamente irán quedando al costado.
Dependemos de la unidad en torno al candidato Edmundo González, impulsado de manera exponencial por María Corina Machado, y de la organización para movilizar, ejercer y defender el voto. A eso convoca el supremo interés nacional. Sólo así se hará realidad la sentencia de la Plataforma Unitaria ante el rechazo de Amoroso a la observación de la UE: “Esta decisión no evitará lo que todos sabemos ocurrirá el próximo 28 de julio, que es la contundente victoria del cambio que representa el candidato de la Unidad”.
Periodista. Exsecretario general del SNTP – @goyosalazar