Porque en lo político, podría haber un cambio de roles, pero no se ve un cambio en las relaciones de poder, al menos no inmediatamente. Seguiremos con el país dividido en dos, con la diferencia de que la parte que en el pasado era la más grande, ahora es la más pequeña.
Pareciera que todo en el país estará detenido hasta el 28 de julio próximo, fecha en la cual se espera que algo pase. Y ese algo tiene un rango de acción tan amplio que incluye algunas probabilidades altas que son casi certezas, y otras relativamente bajas que pudieran hasta resultar fantasiosas.
Lo que deberíamos evaluar es que el día 29, el país seguirá allí impulsado por una inercia tan grande que, difícilmente, lo que pasara o pasase el día 28, podría cambiarle el rumbo. O al menos no se lo cambiaría inmediatamente, sino que tomaría algunos meses para que eso ocurra, cualquiera sea el resultado de esas elecciones presidenciales, las cuales, como tantas veces se dijo en el pasado, “son la última oportunidad”.
Y en realidad no son la última oportunidad… pase lo que pase tendremos muchas más por delante; por eso es que somos un país homeostático que se va transformando y adaptando según las circunstancias que se presentan. Muchas de esas circunstancias fueron, son y serán causadas por nosotros mismos, mientras que las otras son parte del movimiento del resto del mundo, del cual, por cierto, no somos ni el centro, ni el ombligo… aunque tendamos a pensar que sí lo somos: no… no lo somos…
No olvidemos que durante el buffer zone que se creó desde esa fecha hasta la toma de posesión el día 10 de enero de 2025, pase lo que pase el 28 de julio, seguiremos con una deuda externa gigante e impagable con el nivel de actividad que muestra nuestro PBI, seguiremos con nuestros ocho millones de parientes, amigos y conocidos fuera del país, seguiremos sancionados tanto como país e instituciones, como personalmente para miles de personajes que no hicieron las cosas bien mientras tenían el control del país… de hecho las hicieron mal, muy mal y en forma dañina y destructiva.
Y deberemos seguir viviendo y operando, deberemos seguir asistiendo al trabajo, usando el transporte, buscando la manera de alimentarnos y de mantener nuestra salud, y de seguir tomando las decisiones adaptativas que nos convierten en eso: un país homeostático.
Porque en lo político, podría haber un cambio de roles, pero no se ve un cambio en las relaciones de poder, al menos no inmediatamente. Seguiremos con el país dividido en dos, con la diferencia de que la parte que en el pasado era la más grande, ahora es la más pequeña. Que la esperanza que se había puesto en uno de los lados, ahora está en el otro. Que las razones que llevaron a aislarnos del mundo, pasaron de ser épicas a convertirse en ridículas, y casi sin poder explicarnos cómo es que permitimos que llegaran tan lejos.
Porque, ya sea porque hicimos o porque no hicimos, por acción o por defecto, entre todos construimos (¿destruimos?) el país que hoy tenemos. Porque, en definitiva, la homeostasis tiene características de unicidad celular, lo que vendría a ser que cada cuerpo -en este caso nuestra sociedad venezolana- tiene (y enfrenta) características propias y de entorno.
Y el nuestro, optó por el desmembramiento, amputándose a sí misma 25% de su población, destruyendo hasta niveles inconcebibles la única fuente de ingresos que teníamos (y que aún sigue siendo…) que es la producción petrolera, acabando, hasta llevarla al mínimo de supervivencia, la infraestructura de servicios públicos (electricidad, agua, carreteras), y con mayor dependencia que nunca del país que fue usado como enemigo, que son los EE UU, que fueron dejando las decisiones sobre nosotros en manos de funcionarios de segundo y tercer nivel.
El proceso no es estático, sino que es continuo y evolutivo, lo cual indica que aún estamos en proceso de cambio y evolución, los cuales no necesariamente se darán de una forma que podamos anticipar. Difícilmente nuestro futuro se dirima a las 12 de la noche del próximo 28 de julio; sin duda será un hito que confirme la tendencia, la cual sí se nota como irreversible, pero al día siguiente continuaremos con lo que seguramente tenía que pasar, gane quien gane.
Lo Político
Lo que no cabe duda es que 85% de la población está dispuesta a salir a la calle ese día, para votar. Porque si hay algo que el pueblo venezolano no perdió en el camino, fue la confianza en el poder del voto. Pero ojo… eso no quiere decir que no pueda perder esa fe democrática si las cosas que pasan se presentan como abusivas e injustas… como podría ser una inhabilitación de última hora a la tarjeta de la MUD, o al candidato González Urrutia… o cualquier tipo de maniobra que obstruya el sentir popular que cualquier lectura del ambiente político muestra como sólida… el famoso 80/20, que tal vez no sea tan así, pasó de ser un rumor a ser una expectativa que comienza a generar ciertas certezas… la certeza de un cambio en la dirección del viento.
La otra lectura para ese 85% de intención “con seguridad” de salir a votar, pudiera ser mucha gente en la calle reclamando, lo cual es un escenario perfectamente posible. Porque a diferencia de los eventos aislados que puedan presentarse a lo largo del año, y distribuidos geográficamente, ese día toda la población estará focalizada en un solo tema, que es la elección presidencial.
El buffer zone que les mencionaba se convierte en relevante porque podría ser el inicio de un período de negociaciones de perfil profundo. Porque gane quien gane, al día siguiente, los problemas y la situación que les mencionaba más arriba continuarán agravándose, y ya será muy difícil que alguien por su cuenta pueda gobernar solo. Lo importante es que quien gane cuente con la legitimidad interna e internacional como para comenzar un proceso de negociaciones, ya con los esquemas de poder concretos y establecidos, donde seguramente si gana uno tendrá al pueblo de su parte, pero bajo ataque de la institucionalidad inercial, y si gana el otro, tendrá al pueblo de frente haciendo que la institucionalidad remanente no sea suficiente para mantener la gobernabilidad.
Por eso, el mensaje para los que quieren que se negocie antes del evento electoral, con la excusa de “abaratar las condiciones de salida” les comento que las condiciones recién estarán dadas cuando haya alguna posibilidad real y concreta de una “salida”. Hacerlo antes sería abaratar las condiciones de entrada… esto es, iniciar un gobierno con la cancha marcada por el adversario, quitándole la legitimidad de una victoria genuinamente obtenida.
Porque para esta etapa de Venezuela, la palabra clave es: gobernabilidad, que según la define el Banco Mundial, “es un estilo de gobierno caracterizado por un mayor grado de cooperación e interacción entre el Estado y actores no estatales en el interior de redes de decisiones mixtas públicas y privadas”. Parece simple, pero no lo es…. Y hoy para nosotros está en un grado de extrema vulnerabilidad.
Lo Social
Las elecciones presidenciales en Venezuela en 2024 tienen un impacto social profundo, afectando la vida de los venezolanos, la estructura política del país, y las relaciones internacionales. La esperanza de cambio coexiste con la incertidumbre sobre la legitimidad electoral y el futuro de la nación.
Por eso el impacto social de estas elecciones presidenciales es significativo y multifacético, afectando directamente a la vida cotidiana de los venezolanos y teniendo implicaciones a largo plazo para la democracia y la economía del país.
Casi ocho millones de venezolanos han abandonado el país, contribuyendo a uno de los mayores desplazamientos humanos del mundo. Esta crisis ha exacerbado la migración hacia Colombia, Estados Unidos y otros países, afectando profundamente a las familias separadas y a las comunidades de origen venezolano en el extranjero.
A pesar de las dificultades, existe un amplio apoyo a la oposición que está liderando en las encuestas, reflejando el deseo de muchos venezolanos de un cambio en la dirección política y económica del país.
Las elecciones también tendrán repercusiones en el futuro de las reservas de petróleo de Venezuela, las mayores del mundo, así como en sus relaciones exteriores, especialmente con China, Rusia e Irán. Además, están en juego aspectos cruciales de la crisis humanitaria interna, que ha sumido en un inmenso sufrimiento a una nación que solía ser próspera.
No obstante, en paralelo a los eventos políticos que pudieran significar cambios profundos, hay una red de movimientos e iniciativas de la sociedad civil en Venezuela que buscan abordar los problemas críticos del país y promover cambios positivos, en temas prácticos que ayudan a sobrellevar los extremos impensables de pobreza al que ha llegado el pueblo venezolano.
Estas organizaciones trabajan en áreas como la defensa de los derechos humanos, la promoción de elecciones auténticas, la lucha contra la corrupción, y la provisión de servicios básicos a comunidades vulnerables, las cuales forman parte de una red activa y comprometida con la transformación de Venezuela.
Si bien el aspecto social suele ser considerado el componente “blando” de los sistemas, en nuestro caso venezolano se ha convertido en el más duro de los componentes, y punto de palanca para el salto homeostático que se percibe está dando nuestro país, en busca de un destino mejor… El destino de grandeza que se merece un pueblo y un país como Venezuela.
El panorama a corto plazo de la economía se trata de una renovación casi diaria de una estrategia precaria aunque efectiva, que consiste en mantener restringida la cantidad de bolívares para evitar que estos se vayan al dólar. Lo más difícil de lograr, es abrir un poco más el horizonte de modo tal de poder establecer inversiones un poco más profundas que una tienda de ropa o un restaurante, por solo nombrar dos actividades de perfil netamente comercial y transaccional, que habilitan a ese perfil de inversionista, o bien a acotar las posibles pérdidas, o a aprovechar hasta la última gota la potencial ganancia.
Porque tenemos que estar claros en que nuestro sistema se sostiene en las espaldas de la política monetaria, en perjuicio de la economía real que se va achicando en la medida en que la inflación, que en nuestro caso es un fenómeno estructural, va demandando mayores dosis de recesión, que se nota en un menor nivel de actividad, y un mayor nivel de pobreza.
El precario equilibrio inestable en el que se encuentra nuestra economía está sostenido –como les decía más arriba- en la política monetaria y cambiaria, y en la cantidad de dólares reales y en efectivo que circulan en nuestra economía. O sea que la cierta “tranquilidad” económica que tenemos, está apoyada en la dolarización de facto presente en cada movimiento y transacción de negocios de nuestra economía.
El venezolano cree y confía en el dólar, como si fuera de las últimas anclas que le quedan antes de verse obligados a regresar al trueque, que, si bien es logísticamente muy, pero muy complicado, es la posibilidad de preservar el patrimonio real y percibido de cada uno de los actores económicos.
Y es por esa razón que al dólar tenemos que cuidarlo y formalizarlo, confirmando la confianza en que es el punto de apoyo y estabilidad que permite que, desde el lado real de la economía, las cosas ocurran. Que se pueda comprar y vender con relaciones de precios que a veces nos parecen más o menos justas que otras, pero que, al estar en dólares, nos ayudan a manejar los niveles de ansiedad que la mezcla de inflación con recesión nos produce.
El anuncio de desdolarización, aunado al incremento esperado de los impuestos (especialmente el IGTF que aún tiene un rango gigante para expandirse) y al impacto de la participación de las empresas en el tema de las pensiones, sumado al impacto de la GL44a, dan un mensaje global de desaliento a cualquier posible inversión, considerando que más allá de las sanciones, está la duda sobre la continuidad de las políticas públicas, muy amarradas a los vaivenes de la política que en esta etapa no le está resultando favorable al chavismo.
Porque podrá parecer que los precios están estables, pero si la gente no puede pagarlos, entonces, se incrementa la brecha entre las estadísticas y la vida real… y una vez más se consolida la desconfianza.
Otro tema es el relacionado con las autorizaciones de la OFAC para nuevas empresas extranjeras en el campo petrolero. Eso no es nuevo; eso tuvieron que hacer Chevrón y M&P entre otras, son procesos largos que no tienen garantía de aprobación. Y menos que menos ahora que “logramos” que echen para atrás la GL44 que se había convertido en la única expectativa de crecimiento para este 2024.
La GL44a tiene realmente efectos devastadores sobre nuestra economía, no tanto por el impacto concreto, sino por la expectativa de que los acuerdos no se cumplen y que no somos confiables. Y tal vez eso, la confianza, sea lo único tan o más importante que la gobernabilidad.
Lo Internacional
Es importante no perder de vista el regreso de las fuerzas armadas de EE UU a aguas del Atlántico Sur, en combinación con la posibilidad de incorporar a Argentina al grupo de la OTAN, produciendo un giro copernicano en la realineación de fuerzas de cara al conflicto global entre dos grandes partes, la OTAN y EE UU de una parte, y el eje China-Irán-Rusia, de la otra.
Si bien en la actualidad, los enfrentamientos militares están confinados a Ucrania y Palestina, se está gestando una expansión en la posibilidad de que Rusia comience a interactuar frente a la OTAN, y que EE UU comience a hacerlo frente a Irán; quedando solo pendiente China de entrar de alguna forma, que todo indica que será con el tema Taiwán, así como lo de Irán será por el tema Israel.
Pero lo importante es cómo quedamos en nuestra región si se desataran algunos o todos los conflictos mencionados. Ya sabemos, por ejemplo, que Argentina estará del lado OTAN-EE UU y que posiblemente, dependiendo de hechos ulteriores, Venezuela abrazará al lado opuesto, convirtiendo nuestra región en un campo de conflicto que debemos evitar a como dé lugar. Ya sea estando todos del mismo lado, ya sea alejándonos de cualquier enfrentamiento armado.
Pero la presencia del portaaviones estadounidense USS George Washington en aguas de Argentina, nos anticipa que la región no será inocua y que, al menos parcialmente, tomará partido. Este es un año de realineamientos geopolíticos que pudiera presentarnos un panorama 2025, muy diferente al que había en 2023.
La región también se va adaptando a las condiciones del entorno, y la forma que tomará en su conjunto, será el resultado de la suma algebraica de la forma que tome cada uno de los países que la componen. La homeostasis puede durar milenios o fracciones de segundos, y en ese rango de tiempo, estamos nosotros…
*Al gobierno: que revise el concepto de desdolarización, porque hoy en día hacen falta más recursos económicos, políticos y sociales para sacar al dólar del juego, que para sostenerlo y fortalecerlo. Nuestra economía ya tiene al dólar como el actor más importante y el único generador de confianza.
*A la dirigencia opositora: que continúe con la estrategia de pocas palabras y mucha presencia popular, porque hasta ahora le ha dado resultados positivos y está ganando un espacio político muy importante… tal vez el más importante de los últimos años.
*A la dirigencia empresarial: que baje el perfil político y se concentre en promover las mejoras gerenciales que requiere el sistema empresario, que son muchas y muy necesarias para sobrevivir esta etapa difícil, más la que se nos viene por delante. Hoy es mejor que solo hablen de gerencia porque la alternativa es como poner los dedos en un ventilador.
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