Rebeca Figueredo: 1850: cuando Nueva York recibe a José Antonio Páez

Compartir

 

Después de estar encarcelado en la fortaleza de San Antonio de Cumaná, un 23 de mayo de 1850, el general José Antonio Páez sale en condición de desterrado de Venezuela, uno de sus tantos destinos es Nueva York. Por todo lo alto es recibido por ciudadanos y jefes de Estado, sorprendentemente este episodio lo impresiona y conmueve, se lo deja saber a su esposa Dominga a través de una carta en agosto de 1850:

Nunca habría concebido que se pudiesen hacer tales demostraciones de afecto en favor de un extranjero que no ha prestado ningún servicio a este país.

Después de un breve descanso de tres días en la posada “Clifton House” de Staten Island, el protocolo de las autoridades de Nueva York establece que el 2 de julio el general José Antonio Páez debía entrar a la ciudad de Nueva York, tal como se anunció con anterioridad:

“El Concejo Municipal de esta ciudad había acordado recibir al desterrado de Venezuela con honores de general en jefe, y ofrecerle la hospitalidad de la ciudad”.

Comisionados del concejo municipal, jefes y oficiales de la milicia, Guardia Nacional, un número considerable de venezolanos, una compañía de infantería con su correspondiente banda de música se embarcan en el vapor «Sud América» con el objetivo de ir a buscar al general Páez hasta Staten Island.

Ya en el destino y siendo las tres de la tarde desembarca  la oficialidad, luego los empleados civiles y el resto de la comitiva, con destino al hospedaje en donde los recibiría el general Páez, mientras tanto la tropa formó en alas cerca del vapor con vista hacía Clifton House.

Luego de discursos honorables al general Páez, tanto “en inglés y en español, que fueron interpretados por el señor don Juan B. Purroy, ex cónsul de Venezuela” fue vitoreado por el pueblo y acompañado de la comitiva se dirigen al embarcadero, describe un diario de la época:

“La tropa le presentó las armas: los buques enarbolaron sus banderas y las baterías de la cuarentena (vapor que condujo a Páez a Staten Island) hicieron un saludo. Durante la navegación toda la oficialidad formó de frente a lo largo del vapor, y en aquella situación fue presentado sucesivamente el general Páez á los oficiales de lodos los cuerpos”.

Eran las seis de una calurosa tarde cuando desembarcan en el “Castle Garden” y una multitud de personas están ahí, tratando de ver al famoso héroe, escribe Páez:

“y de allí salimos en procesión al hermoso parque nombrado La Batería”

Una escolta de caballería que debía preceder la marcha lo recibe y otra multitud lo envuelve entre aplausos y aclamaciones. De este momento recordará de manera emotiva aquel Páez de 70 años: “conmovieron la última fibra de mi corazón”.

Se monta en un hermoso caballo que le tenían preparado y junto al general Storm y su estado mayor, encabezan la “procesión cívica” dirigiéndose por la “hermosísima calle Broadway” con destino a la casa de gobierno.

Descripción de Páez: “Me seguía una escolta de honor de oficiales de caballería: después como doscientos jefes y oficiales vestidos con rigurosos y lucidos uniformes, marchando a pie: después la compañía de infantería: luego los coches de las autoridades: en seguida los ciudadanos y señoras: y finalmente el pueblo”.

Crónica de un diario de la época: “Desde la Batería hasta la casa consistorial, los balcones y ventanas estaban brillantemente decorados con señoras de distintos puntos de la ciudad, que habían ido expresamente a presenciar la entrada, y por todas partes se oían gritos de vivas que se repetían a medida que la procesión subía por Broadway ; las aceras de la calle ancha por excelencia , estaban perfectamente ocupadas por millares de curiosos, que hacían el paso punto menos que imposible”.

Su viaje en caballo termina en las gradas de la casa de gobierno, le da la mano a cada uno de los oficiales que lo acompañaron y a las personas que habían ido a conocerlo, luego ingresa a la casa de gobierno junto a las autoridades y el corregidor lo conduce al balcón que da al parque para que salude a las personas que estaban concentradas ahí “El general inclinó la cabeza hacía el pueblo en señal de profundo respeto” para luego observar como la multitud entusiasmada lanza al aire sombreros y pañoletas.

Suponían que las personas se habían retirado, no fue el caso, a las 9:00 de la noche cuando el general Páez  toma un coche que lo llevaría hasta su hotel “Astor House” apareció la multitud: “Al entrar en el coche se precipitó a él una persona del pueblo, que le dirigió la palabra en estos términos: «¿General, le ha dado usted alguna vez la mano a un irlandés?» y acercándose a una de las ventanillas del carruaje se apoderó de la mano del general, que sacudió muy cordialmente”.

Esto hizo que todas las personas repitieran esta acción aun estando en movimiento el carruaje: “se veía un número considerable de pueblo que seguía la dirección de aquel con la esperanza de alcanzarlo y dar la mano al general”  situación que solventa el cochero, según Páez: “haciendo picar a los caballos”.

Los dueños del hospedaje «Astor House» reciben al general Páez y se encargan de ofrecer una exquisita cena para el centauro y los venezolanos que lo acompañaban. Después de un día tan agitado se retira a descansar. Será en este lugar donde recibirá más de una visita de distinguidas personalidades, las actividades de su agenda no mermaran, y desde el momento de su llegada “Los dueños del Astor House han colocado una hermosa bandera venezolana en el centro del edificio en honor del ilustre huésped”.

Referencias Bibliográficas:

El Clamor Publico, septiembre de 1850.

Biblioteca virtual Miguel de Cervantes carta del general J. A. Páez a su esposa, New York, 6 de agosto 1850

Páez, José Antonio, “Autobiografía del General Jose Antonio Paez” tomo II. Ediciones Antartida. 1950.

 

Traducción »