Carlos Ñáñez: ¿De qué se ríe señor ministro?

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Como traicionan usted y los otros los adulones y los serviles. Mario Benedetti.

Revisando entre mis libros, encontré un viejo poema de Benedetti, el ilustre poeta uruguayo, quien componía para la izquierda, entendida como utopía de justicia e igualdad, pero no advertían los intelectuales y artistas, que la izquierda en el poder muta hacia modelos de cleptocracia y cacocracia, en donde los vicios campean, las injusticias se hacen potables y la maldad es una política de Estado.

Ludwig von Mises, “establecía que el socialismo es incompatible con el cálculo económico” , esa máxima queda demostrada con la destrucción sistemática que ha sufrido Venezuela, en veinticinco años, lograron convertir a Venezuela en un despojo horrido, en el cráneo decapitado de Gemelo, mostrado al cruel Calígula en el Palatino de la Roma enferma, exiliados más de ocho millones de connacionales, país tormento sobreviviente de una horrida hiperinflación, incompatible con las características de la economía nacional, culpables de la destrucción del 80% del producto interno bruto, han demostrado ser más lesivos que una catástrofe, ellos son la catástrofe, que día a día mata, encarcela, persigue, roba y atormenta a un pueblo cautivo.

La conducta de las brechas cambiarias, dan cuenta de la incertidumbre que opera en el mercado de divisas, brechas que van de los dos dígitos a un dígito, ubicándose a finales de la semana pasada en más de ocho puntos porcentuales, esa realidad sigue condenando al hambre a más de seis millones de desdichados, esos a los cuales se les envían ominosas bolsas de comida, mientras la jerarquía dominante come cual sultanes, rodeados de bayonetas.

La inflación, aunque ha sido la más baja en 12 años, no puede considerarse como un logro de la política económica, solamente demuestra que la caída en precios es la respuesta de la contracción del poder de compra y la destrucción del salario de los más de seis millones de funcionarios públicos que maneja el Estado, es decir no hay bienestar, sé el mismo descansa en la ruina de las mayorías y en la regresión abyecta de las instituciones, las cuales son apéndices de un régimen desalmado, pues el alma de los gobiernos es el apoyo popular y esta heredad en el poder solo recibe desprecio popular, de allí sus desesperadas pamemas, cómo indicar la canonización del Dr. José Gregorio Hernández, desmentida por el Vaticano, pero usada con aviesos propósitos por la pareja presidencial, para hacer un viaje a Isnotú, en Trujillo y pasar desapercibidos, desesperación que hace cada vez más torpe a Maduro, quien se menea sobre vehículos oficiales, cual Calígula tropical, con una cada vez más reducida audiencia, tomas cerradas saludando a la nada, imágenes trucadas, todas producidas por su Ministerio de Propaganda, encabezado por el “filosofo” Alfred Nazareth Ñáñez, (con quién gracias a Dios no tengo ningún parentesco).

Ese ministro de rostro sonriente fue objeto de la ira de un Maduro desesperado, quien en pleno acto proselitista le gritó destempladamente! ¡Quítate Náñez! Vaya maltrato reciben los cortesanos del horror, cuál será el incentivo crematístico que paga tales humillaciones.

La risa del ministro Ñáñez, demuestran los versos de Benedetti, usted es el palo mayor de un barco que se va a pique, mientras tanto usted recibe humillaciones, pagadas con el erario nacional, usted sigue intentando mantener una propaganda, de un régimen abyecto, perverso, avieso y corrupto, el responsable de los apagones, de la destrucción de la salud y la educación, culpables del éxodo, es usted merecedor de ese trato propinado ¡Quítate Ñáñez! Esa frase encubre el desprecio que siente el tirano hacia usted, pues le hace responsable de su fracaso, no se puede sostener tanta mentira, frente a este aluvión de fracasos que representa la revolución del horror, este tumor que crece en el cuerpo moral del Estado.

Finalmente, decía Bolívar, que los corruptos y los tiranos recibían el oprobio y la ignominia de sus pueblos. Eso es lo que reciben a diario, de allí vuestra desesperación, que es un riesgo latente para las voces de la disidencia, para las letras libres y para las mentes sin grilletes. Termino este artículo preguntando, por curioso, a todo el tren ministerial de esta pesadilla llamada revolución ¿De qué se ríen?

 

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