Cesar Guillen: La farsa continúa

Compartir

 

Rusia es la heredera geopolítica natural y legítima de la URSS en todo aspecto. A pesar de su actual crisis económica y política, trata de influir geopolíticamente al viejo estilo comunista soviético, de allí su agresión a Ucrania, disfrazada de nacionalismos, y sobre todo de estar luchando contra los abusos del mundo occidental. Sigue apoyando con armas obsoletas a sus aliados, pues las modernas le han sido destruidas por los ucranianos, poniendo en duda su tecnología militar, siempre exagerada por la propaganda comunista.

Los imperios que caen ocasionan dos contradicciones, los intentos de los vecinos por aprovechar la debilidad del antiguo centro de poder y los esfuerzos de ese mismo centro por restaurar su periferia. Los gobernantes rusos cualquiera sea su orientación política, se niegan aceptar el desplome de su imperio soviético y no reconocen la legitimidad de los estados sucesores, en especial Ucrania, centro de la ortodoxia religiosa rusa, que data del antiguo principado de Kiev.

Hasta el famoso escritor Alexander Solenitsyn, pidió que Moscú retuviera un núcleo formado por Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán casi el 90% de la ex Unión Soviética. Ni siquiera los anticomunistas son democráticos, y no todos los demócratas se oponen al imperialismo ruso. Está en sus entrañas, no tiene nada que ver con ideologías. Es lo que la imbecilidad del comunismo latinoamericano, no logra interpretar. Rusia, a lo largo de su dramática historia ha marchado a un compás distinto del resto del mundo occidental.

Nunca tuvo una iglesia autónoma, no conoció la reforma, la ilustración, la época del descubrimiento, ni mucho menos la moderna economía de mercado. Permaneció siempre para sus adentros. No hay dirigentes con una clara concepción de la democracia liberal, simplemente no la conocen. Stalin mato de hambre a 4 millones de ucranianos sin pestañear. Su nacionalismo siempre ha sido misionero e imperial.

Norteamérica, supo explotar la tradicional enemistad entre Rusia y China, mitigada mientras duraba la emoción comunista de expandirse ambos por el mundo. Sin embargo, ambas naciones se temían más entre ellas que a los norteamericanos. Las concentraciones de divisiones rusas en la frontera con china, fue la oportunidad. Los comunistas temían que, ante un conflicto, USA podría aliarse a alguno del otro bando.

China, relajo la tensión con USA, invitándolo a visitar Pekín, mencionando que no tenía intenciones de combatir a nadie, salvo en su propio territorio. Mensaje de apertura para USA. El resto es historia, China se abrió al capitalismo y alcanzo su desarrollo. La unión soviética al ver como estos dos colosos se unían, hizo una auto revisión que le condujo a la “glasnost” y a la “perestroika” y el final del comunismo como potencia.

En su actual desespero, ha retomado la antigua política soviética de relaciones con gobiernos dictatoriales y la de proveer armas a los grupos terroristas internacionales, la llamada “Realidad objetiva, comunista”. Apela a toda la vieja artillería demagógica, mientras juega con sus amenazas a la OTAN, y de sus no muy sinceras relaciones con China, tibias desde los tiempos de Mao.

En los años 60 del siglo 20, los rusos aprovecharon el nacionalismo de Egipto, y firmaron convenios militares y comerciales con los países árabes, aprovechándose del marco de la guerra fría, logró vender armas y logística militar. Todo ello se desplomó. los rusos viraron su penetración a Latinoamérica “con promesas de un firme apoyo militar”. Busca asociarse con países latinos como un instrumento de presión contra USA, quien debilitó su presencia en la región. Es ese el trasfondo.

Además de favorecer sus obsoletos excedentes militares, ha conseguido el acceso a minerales de alto valor estratégico, su objetivo principal. Por lo demás, racionalmente fríos como son y con una amarga experiencia en el tema, le es risible la supuesta lucha de los países socialistas latinos, contra USA. Aplica hábilmente sus estrategias disfrazadas de cooperación.  Es esa y no otra la tan cerrada geopolítica de Rusia, no les importa apoyar cualquier forma de gobierno, sea genocida, antidemocrático o no, están acostumbrados a derramar sangre, así sea la propia, la historia así lo confirma.

Difícilmente se verá a Rusia en la ONU, exigiendo o reclamando violaciones de los derechos humanos, elecciones democráticas, pluralidad del pensamiento, enviando ayuda humanitaria, espacios para la igualdad de género, la protección al ambiente, etc…etc. No es su costumbre.

La historia del comunismo ruso, es una larga cadena de crímenes y fracasos, no hay nada relevante en lo social, político y mucho menos en lo económico. El desafío ideológico comunista y su expansionismo, claramente derrotado por las democracias occidentales, al tratar de resurgir como fuerza en el mundo, repite como sátira lo que fue comedia.

La democracia, amplía los espacios para el imperio del derecho y la cooperación, así mismo tiene como meta permanente intensificar la expansión del mercado, aumentar la prosperidad y robustecer la paz y la libertad plena. Es ese el reto y la lucha para debilitar a esta ideología vacía y criminal.

 

Traducción »