Cimbronazo político continental, tsunami en Francia. Uno de cada cuatro electores en las elecciones parlamentarias que se realizaron en todo el continente entre el 6 y el 9 de junio optaron por fuerzas de extrema derecha. Preocupaciones estructurales irresueltas –seguridad, migración y caída del poder adquisitivo– a las que se le suman las consecuencias desastrosas de la guerra Rusia-Ucrania marcan a fuego el presente-futuro de una Unión desorientada.
Las encuestas previas sobre tendencias no se equivocaron con respecto a los resultados de las parlamentarias continentales: la derecha mantiene casi integralmente su fuerza; la extrema derecha da un salto hacia adelante; en tanto liberales, socialistas, izquierda radical y verdes se esfuerzan por relativizar la pérdida, pero sin disimular la caída.
A primeras horas del lunes 10 y cuando todavía se precisan los detalles de los curules obtenidos, la gran radiografía electoral muestra al gran espectro de derecha, extrema derecha y liberales con cerca de 400 eurodiputados (sobre un total de 720), en tanto las fuerzas progresistas (socialistas, ecologistas, izquierda radical) lograrían algo más de 220 bancas. El resto, incluye fuerzas que actualmente no participan en ningún grupo parlamentario pero que en el futuro podrían alinearse.
En este escenario global surge una primera pregunta clave: se mantendrá la actual alianza de gobierno de la Unión entre democratacristianos, liberales y socialistas (que sostuvieron el último quinquenio la presidencia de la democristiana Ursula von de Leyen) o bien, esta nueva realidad electoral podría desencadenar una reorganización de las alianzas entre centro, derecha y ultraderecha. El actual bloque gubernativo se define como marcadamente pro europeo, en tanto entre las pujantes extremas derechas existen sectores euroescépticos, lo que podría significar un freno a esa hipotética reformulación de alianzas.
El escenario para la décima legislatura se clarificará en las próximas cinco semanas, dado que el calendario es muy preciso. Entre el 18 de junio y el 4 de julio se formarán los nuevos grupos políticos en el Parlamento Europeo, según afinidades político- ideológicas. El 16 de julio se reunirá la Eurocámara para designar sus autoridades para la primera mitad del próximo quinquenio. Previamente, el 27 y 28 de junio se realizará la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno para consensuar nombres para los altos cargos a renovarse, entre ellos el o la presidenta de la Comisión Europea, así como la presidencia del Consejo Europeo.
Terremoto en Francia
El Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella, con más del 32% de los votos provocó una verdadera ruptura política, relegando a la fuerza del presidente Emmanuel Macron a un lejano segundo puesto con apenas el 15.2% de los votantes, apenas por encima de los socialistas que alcanzaron el 14.3%.
Dos horas después de conocerse los resultados, el presidente francés anunció la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria a elecciones parlamentarias para el 30 de junio (primer turno) y el 7 de julio (segunda vuelta). “Disolución, apuesta extrema” encabeza la edición del lunes 10 de junio el cotidiano francés Liberation. En tanto Le Figaro titula, “Desautorizado (rechazado), Macron contra la pared”. El País, de España habla de una “derrota humillante” del actual presidente galo.
Los análisis de políticos y medios de información a partir del anuncio de la disolución de la Asamblea Nacional juegan con distintas hipótesis. Mientras que, para algunos dirigentes, especialmente de la derecha y la extrema derecha, la decisión era la única posibilidad que tenía Macron ante su derrota electoral, representantes de fuerzas ecológicas y progresistas subrayan el riesgo enorme que conlleva la misma. De confirmarse la actual tendencia electoral, si no se produce un cambio significativo en la política nacional, el próximo 8 de julio Francia podría despertarse con una primera ministra de ultraderecha (Marine Le Pen) cohabitando con Emmanuel Macron hasta las próximas presidenciales del 2027.
Podría evitar este escenario una candidatura unitaria para el 30 de junio de todo el espectro progresista (socialistas, comunistas, Francia Insumisa, Verdes e izquierda radical), que sumados, teniendo como referencia los resultados del pasado domingo, lograrían más del 30% del electorado, casi igualando a la ultraderecha. Profundos problemas de egos y diferencias de concepciones, incluso con respecto a la misma Unión Europea, conspiran contra esa hipótesis de unidad, aunque no está dicha la última palabra y la amenaza ultraderechista podría originar una nueva dinámica unitaria.
En las próximas horas y en una intensa carrera contra el reloj se podrían dar otros escenarios de recomposición de alianzas e, incluso, una muy difícil (por no decir casi imposible) eventual “resurrección” macroniana si obtiene apoyos circunstanciales de otros sectores.
Sin embargo, el punto de partida de todas las hipótesis anti-Le Pen, parten de una posición defensiva. Este lunes 10 de junio, la ofensiva la lleva el Reagrupamiento Nacional (RN) que con su 32% de votos y con el eventual apoyo de Reconquista (con 5% del electorado), parte a la carrera del 30 de junio con una confortable posición y con un piso de casi el 38% del electorado nacional. Sin olvidar que fue Jordan Bardella, candidato vencedor del RN y mano derecha de Marine Le Pen, quien desafió a Emmanuel Macron a tomar la decisión de disolver la Asamblea Nacional.
Futuro incierto
Analizando la dinámica de los cuatro países más poblados de la Unión Europea (Alemania, Francia, Italia y España) y sus resultados electorales, se pueden avanzar algunas hipótesis que podrían incidir en la marcha de la Unión Europea a corto plazo.
El eje Francia-Alemania, que constituye la columna vertebral de la Unión y locomotora económico-financiera del proyecto comunitario sale malherido de la consulta electoral del 9 de junio. Tanto el liberal Emmanuel Macro, condenado en su país a una lejana segunda posición, como el socialdemócrata Canciller alemán Olaf Scholz, relegado a la tercera posición muy por detrás de los democristianos y con dos puntos de retardo de la ultraderechista AfD, pierden autoridad en el contexto nacional y europeo. Los dos principales líderes del actual proyecto europeo se verán confrontados muy a corto plazo a redefinir roles, protagonismos y prioridades políticas, respectivamente en cada uno de sus países.
Ambos dirigentes, en los últimos meses, se definieron, además, como los principales pilares comunitarios de apoyo a Volodimir Zelenski y su estrategia bélica contra Rusia. Desde el estallido es significativo el impacto negativo de la misma en la vida cotidiana de la población europea con su componente de crisis energética, aumento de precios esenciales, tendencia inflacionista, malestar campesino –ante los beneficios otorgados por la UE a los productos agrícolas ucranios– por citar solo algunas facetas de la problemática.
En las últimas semanas los dos multiplicaron nuevas promesas de apoyos bélicos multimillonarios a Ucrania. Ambos países decidieron autorizar, incluso, armamento ofensivo para ser utilizado desde Ucrania contra territorio ruso. Macron creó una polémica de proporciones cuando lanzó la posibilidad de comprometer a soldados franceses y europeos en esa confrontación.
Los votos de sanción contra Macron y Scholz en las elecciones europeas podrían expresar, también, el cansancio de una parte importante del electorado europeo ante el costo ya astronómico que le implica esa guerra. Y que se multiplicará aun más para la fase de reconstrucción. Si las elecciones suelen considerarse como plebiscitos sobre políticas de gobierno, en todo caso, ni a Macron ni a Scholz la guerra de Ucrania parece haberle aportado resultados políticos positivos.
Para el próximo fin de semana, el 15 y 16 de junio, el gobierno suizo convoca en Bürgenstock, Lago de Cuatro Cantones, una Conferencia Internacional para el proceso de paz en Ucrania. Con la promesa de participación de representantes de alto nivel de 90 países y organizaciones internacionales pretende comenzar a definir una hoja de ruta para una salida pacífica. Aunque la no invitación de Rusia conspira contra eventuales resultados concretos, este espacio internacional al cual, en todo caso Emmanuel Macron prometió participar, podría ofrecerle una puerta de salida al proyecto más radicalmente belicista promovido desde la Unión Europea. Macron y Scholz, así como otros dirigentes europeos empecinados en continuar la guerra, podrían en Bürgenstock, escuchando el lenguaje de las urnas del domingo 9 de junio, comenzar a replantearse sus argumentos bélicos y apostar a una rápida salida negociada de este conflicto que desgasta a Europa en su vida cotidiana y en su propia identidad.