Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho. Simón Bolívar.
En el actual contexto electoral de Venezuela, el papel que desempeñe la Fuerza Armada Nacional Bolivariana será crucial para el desenlace de los comicios del 28 de julio y, por ende, para el futuro del país. La crisis política y social que enfrenta la nación exige una institución castrense que no actúe como un brazo armado de parcialidades o proyectos políticos específicos.
La FANB debe estar al servicio de la defensa de todos los venezolanos, lo que implica velar por el cumplimiento de principios democráticos fundamentales como la alternancia en el poder, el Estado de derecho, la rendición de cuentas y, por supuesto, el respeto de los derechos humanos. Estos pilares no solo la legitiman, sino que también garantizan que actúe conforme al interés general de la nación.
Hoy en día, sin embargo, la fuerza armada se ha desvirtuado. Hasta ahora ha sido leal a Nicolás Maduro, «usurpador» de la presidencia, y a su partido político, el PSUV. Ha llegado incluso a actuar en contra de ciudadanos indefensos cuyo único delito ha sido reclamar sus derechos constitucionales ante un régimen que los viola constantemente.
La reciente reubicación de presos militares sugiere un ambiente interno tenso dentro de la FANB. Este movimiento indica no solo una preocupación por posibles actos de desobediencia e insurrección, sino también una táctica para desactivar focos de descontento con la dirección del país. Sin embargo, si los militares deciden acatar la voz del pueblo podrían facilitar un cambio significativo en el país. No sería necesaria una rebelión, basta con que se abstengan de apuntar sus armas contra el pueblo.
La voluntad de los venezolanos de cambiar la situación actual es evidente. La acumulación de mentiras, promesas incumplidas y el saqueo del erario público por parte de la Banda de los Cinco (Diosdado Cabello, Cilia Flores, Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López y Jorge Rodríguez) ha derivado en tres verdades:
*El pueblo cree firmemente que saldrá de la situación actual mediante los votos;
*El descontento generado por la realidad socioeconómica ha provocado un alto rechazo a la gestión de Maduro; y
*Nada de lo que haga o diga el heredero de Chávez genera credibilidad; cualquier intento de recuperar la confianza es visto con desdén y escepticismo.
Pero la precaria situación económica y social en Venezuela no solo afecta a los civiles, sino también a los militares. La presión sobre los uniformados para que apoyen a Maduro es intensa y, en muchos casos, coercitiva. Esta presión, a menudo ejercida bajo amenazas, pone a los militares en una posición difícil, obligándolos a actuar en contra de su voluntad y la de sus familias. El ejemplo es la lista del 1×10, que no consiguen cómo llenar y se ven obligados a entregarlo como sea, incluso con personas que no van a votar por el oficialismo.
En consecuencia, los militares, desafiados por la misma situación que el resto del país, garantizarían el cumplimiento de los principios constitucionales, lo que reforzaría la legitimidad de la FANB al asegurar la voluntad expresada en las urnas por el pueblo.
Las fuerzas democráticas, más activas y organizadas ahora que en la presidencial de 2018, representan un desafío mayor para cualquier intento de Miraflores de manipular los resultados electorales. La desconfianza en el régimen es palpable y la creencia de que intentará robarse las elecciones es generalizada.
La reacción del pueblo ante un golpe electoral será crucial. Los oficiales tienen un papel importante que desempeñar; representan las oportunidades y ventanas para iniciar la transformación pacífica y consensuada, dentro del marco constitucional, hacia la democracia. Este liderazgo es consciente de que su responsabilidad no radica en desaparecer frente al golpe, sino en propiciar la seguridad y estabilidad del país de manera concertada y pacífica.
La corrupción y los privilegios en los altos niveles tanto militares como civiles, donde individuos buscan mantener el statu quo, incrementan la insatisfacción contra el régimen. La brecha existente entre la calidad de vida de los altos mandos acomodados y la mayoría de los soldados, tenientes, capitanes, mayores y coroneles, así como la población en general, alimenta un malestar que se ha vuelto el catalizador de un cambio interno. Puesto que la FANB, tradicionalmente un reflejo de la sociedad civil, no queda exenta de las crisis que afectan al país.
En consecuencia, la Banda de los Cinco se encuentra en una posición precaria. Cualquier descontento o movimiento dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana podría desencadenar un cambio significativo en la estructura del poder en Venezuela.
En este contexto, la actuación de los militares en las próximas elecciones será uno de los factores determinantes para la reinstitucionalización del país.
En resumen, el papel de la FANB es clave en la elección presidencial. Ante un posible golpe electoral por parte del régimen de Maduro, la decisión de no apuntar sus armas contra el pueblo facilitará el cambio tan ansiado por la mayoría de los venezolanos. La presión económica y social, junto con la desconfianza en el régimen, pone al Alto Mando en una posición vulnerable ante la desobediencia cívico-militar a nivel nacional provocada por un megafraude.
En consecuencia, el 28 de julio, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana está llamada a ejercer las funciones para las que fue creada, no otras. Solo así reconstruiremos la Venezuela, tierra de gracia, unida, segura y democrática donde todos tengamos cabida, podamos prosperar y ser libres.