Las opciones planteadas para las muy cercanas elecciones del 28 de julio parecen estar claras a estas alturas para el gobierno dictatorial y para nosotros, el pueblo.
La primera es la no aceptación de su derrota, después de haber utilizado su arsenal de armas ilegales –la última la inhabilitación de alcaldes subyugados por la dama ungida por el destino o lo que solo se rumora intensamente, la anulación de la tarjeta de la unidad opositora- que, creemos, esta vez no van a poder con el ciclón de adhesiones que MCM ha desatado. Cómo lo haga después de la derrota estaría por verse. Pero no olvidar que además de desconocer los resultados electorales o haberlos viciados a tal punto de declararse vencedor de manera obscena, no olvidar que tiene por delante seis meses hasta la trasmisión del poder para inventar y perpetrar cualquier atraco a la voluntad popular. Es el arsenal de posibilidades más probable. El modelo de Nicaragua está muy cerca para no hablar de nuestra larga tradición de tiranos y tiranuelos y de aquellos que pueblan el mundo todo.
Segundo, puede suspender, al menos postergar para mejores tiempos, el proceso electoral. Las excusas no faltan para su desalmada imaginación. Qué les parece que entremos al menos en un preconflicto con Guyana por el Esequibo. Algunos, muy pocos se necesitan, soldados agredidos por allí en la frontera y en consecuencia el país decretado en estado de extrema emergencia, inepto para una bagatela como unas elecciones. La llaman algunos la solución Malvinas, desastrosa por cierto.
O simplemente inventar un peligro imaginario y grotesco, como el que ya circula de que el gobierno de Edmundo, insultado con todos los insultos, le va a regalar el petróleo a los gringos en vez de vendérselos (sic). Y dado que es el negro corazón de nuestra economía desde hace ya más de un siglo, una auténtica deidad nacional, mucho más que José Gregorio, puede justificar cualquier estado de alarma y sacrificio para su defensa. Eso lo ha dicho Jorge Rodríguez y lo ha repetido Maduro, no son elucubraciones mías o de la imaginación popular. Sirve, pues, para sus pender o anular cualquier posibilidad o realidad de victoria de los vende patrias. Y por el honor del hidrocarburo bien vale la pena sacrificar Constitución y otras cosas menores. Trump podrá ser el modelo moral, inmoral.
El general Padrino y sus falanges tienen un rol esencial en todas estas gestas republicanas.
La última es que, todos los dioses mediantes y hasta el mentado general, el Gobierno aceptara un decoroso trato del vencedor (a) que se apiade de sus inmensos pecados y les permita disfrutar con comodidad jurídica, solo comodidad no debería significar perdón, de sus fortunas y crímenes, al menos por un tiempo. Cosa que ha sucedido no pocas veces, piense en la caída proverbial de Augusto Pinochet en Chile. Sería realmente lo mejor, aunque nada glamoroso históricamente. Pero podría ser el inicio del camino de la salvación nacional, el poder comenzar a respirar algo de libertad y decencia, no suicidarse como país.