Desde la génesis de la humanidad, ha existido bajo modalidades de la época, la institución de la defensa, en el mejor sentido y propósito de asistencia y consejo del derecho. Hoy por hoy, no debemos centrarnos en lo que la etimología de abogado tiene, es decir, “abogar”, para representar y defender derechos. Hoy, es este siglo, no podemos admitir que solamente sus funciones y atribuciones es la de defender a “ultanza” al cliente, que por lo demás, es impropio identificar al representado judicial, con o sin poder como “cliente” por no ser una mercancía en negociación, es el asistido o apoderado judicial. No es menos cierto, que la experiencia y el tiempo así lo hemos visto, como algunos “abogados”, también en otras profesiones han incursionados en maquinaciones impropias y dolosas en el ejercicio de la abogacía. El abogado, tiene su primera obligación en la defensa de su poderdante, buscar soluciones éticas extra juicio y aún, estando en pleno procedimiento en el Juzgado que le corresponda y pueda llegarse advenimiento, pero es fundamental abogar también por el cumplimiento de los deberes de sus poderdantes y muy especial, la ética en su desempeño, pero es de humanidad, la vigencia del derecho justo, en todos los órdenes del ejercicio profesional, en su bufete, en actividades públicas y de juez, considerando el bien común, la seguridad y la justicia, que es el poder de lo justo. Si cumplimos por vocación natural, por disciplina, en lo ético y en el ejemplo, valió ser abogado con orgullo.
Día del Abogado en Venezuela 23-06-24.