Nicolás Maduro en un mitin en Mérida (Venezuela), el 13 de junio 2024.
Hace una semana, el presidente-candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela, Nicolás Maduro, reprendió al ministro de Transporte, Ramón Velásquez, durante un mitin que ofrecía en El Vigía, estado Mérida, en el marco de su campaña electoral. Como ha sucedido en otras ocasiones, ahora que le toca caminar por el país, Maduro presenciaba el desastroso estado en el cual se encontraba la carretera Mérida-El Vigía. Ministro, usted me responde por esto: tiene 20 días para reparar completamente la carretera. No quiero excusas, gritaba frente al funcionario, quien asentía y asumía con solemnidad la asignación, frente a la ovación de los presentes.
El evento se repitó poco después en el estado Barinas, vecino a Mérida. El turno del reclamo público fue para el presidente de Petróleos de Venezuela, Pedro Tellechea- Entrando aquí en la ciudad, dijo Maduro, me encuentro con una larga cola de motorizados en una estación de servicio porque no hay gasolina. Esto no puede ser. Ministro: usted se me presenta mañana aquí y me resuelve el problema de la gasolina, me lo resuelve. Inmediatamente explotaron los aplausos.
Maduro desarrolla un estilo muy similar al adoptado por Hugo Chávez en sus buenos tiempos, y frente al rosario de adversidades que tiene que enfrentar con una población ya muy irritada, ofrece nuevas promesas. Ese día afirmó que muy pronto instalará en El Vigía la primera granja solar de 50 megavatios, en una región que lleva años sufriendo prolongados cortes eléctricos diarios.
Con el control del tiempo y el diseño de las reglas, pero con una militancia bastante más apática que en el pasado, el oficialismo despliega apasionadamente sus argumentos e inunda de spots publicitarios la televisión, la radio y las redes sociales, con una campaña electoral integralmente concebida y un mensaje concreto para cada uno sus públicos potenciales. Lo anterior, en un momento político particularmente difícil por el liderazgo de María Corina Machado, que ha delegado su candidatura en Edmundo González Urrutia y parecen ser una fuerza que verdaderamente puede descabalgar al chavismo si se celebran unas elecciones plenamente democráticas.
El esfuerzo hecho por Maduro y la plana dirigente revolucionaria ha puesto a crecer a su candidatura, cuya intención de voto, de acuerdo a los sondeos de opinión, ha subido de 18 a 25 por ciento. El chavismo siempre destaca que Maduro es la garantía de la paz, sostiene el profesor y analista político Luis Peche Arteaga analizando los mensajes clave del PSUV. Es decir, o son ellos o viene la violencia: asociar a la oposición con la inestabilidad, con el golpismo, con la conspiración. Es decirle a la gente: si quieres trabajar tranquilo, estar en paz, si quieres llevar una vida normal, no puede ganar la oposición, tienes que seguir con nosotros.
En sus contenidos televisivos, se hace un especial esfuerzo por animar a la gente a seguir adelante, a partir de las tímidas señales de recuperación que ofrece una economía que quedó en ruinas: Estamos mejorando. Lo peor ya pasó. La narrativa chavista se dirige de forma expresa a su militancia, al pueblo revolucionario. Hace las tradicionales alusiones a Simón Bolívar; refuerza la idea de una gesta emancipadora ante los poderes extranjeros y responsabiliza a la oposición por todo lo que sucede en Venezuela a partir de la imposición de sanciones internacionales. Caracas y otras ciudades del país tienen gigantografías exhibidas en sus avenidas y autopistas en las cuales se denuncia que la ausencia de medicinas, la escasez de alimentos, de gasolina, o las fallas de los servicios son responsabilidad de las sanciones internacionales, Estados Unidos y la oposición venezolana.
Maduro tiene dos años tratando de suavizar su imagen, de mostrarse simpático. Una especie de dictador blando, un tipo cool, con el que te puedes bromear, que busca aceptación, afirma Carmen Beatriz Fernández, consultora electoral y profesora de las Universidad de Navarra y la Universidad Simón Bolívar. Hay un esfuerzo importante, bien hecho en estos dos años, para ser apreciado en las redes sociales, contenidos de Tik Tok, consumidos por los más jóvenes, continúa Fernández. Los realitys, la presentación de Superbigote. Maduro trata de sobreponerse a la imagen oscura de 2017. Lo que pasa es que la irrupción del liderazgo de María Corina Machado le cambió la agenda, lo ha puesto reactivo, desesperado, sancionando a comerciantes que le venden empanadas o al hotel que les una posada. Entonces, lo ves explotar.
El chavismo busca grupos específicos de apoyo en zonas donde puede obtener resultados, agrega Peche Arteaga. Y continúa: Los pensionados y la tercera edad, a través de la Misión Abuelos de la Patria, es un caso muy evidente; el trabajo político con la iglesia cristiana evangélica, que ha crecido, y donde hay muchos votantes para Maduro y un claro compromiso del Estado.
Peche destaca entre las decisiones estratégicas destacables del PSUV la creación de movimientos electorales alternos, leales a la causa del presidente, con un lenguaje diferente al revolucionario, el cambio del color rojo al azul (habitualmente usado por la oposición) y el desarrollo de una agenda amigable y aparentemente democrática con la vocería de sus figuras moderadas. En este esfuerzo se inscriben los movimientos civiles Somos Venezuela, hace unos 5 años, y Futuro, organización que dirige el actual gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez.
Alonso Moleiro – El País de España