Oscar Fuenmayor: Perseguida caperucita roja por tráfico ilegal de empanadas

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Les traigo un resumen de la versión de Caperucita Roja de Hos kar Fhuen Mayor, uno de los más grandes hombres de letras de todos los tiempos. Fue escrita para niñas que tienen que visitar a sus abuelitas en lugares peligrosos tomados por motorizados haciendo motopiruetas y poniendo en peligro la vida de inocentes.

Resumen del cuento

Alegremente va Caperucita atravesando la ciudad a llevarle unas empanadas a su abuelita. A lo largo del trayecto va viendo gente buscando comida en la basura y muchos manifestantes por todas partes exigiendo un cambio en esta dolorosa vida de salario mínimo congelado por el Gobierno, Fedecámaras y sus capataces sindicales vendidos.

También ve a varios de sus maestros de la escuela vendiendo chicha ya que el salarió mínimo y los bonos los mantienen en la miseria y sobreviviendo como se pueda. Se le viene un pensamiento: “Al gobierno no le importa la educación y por eso dice que el aumento de salario de acuerdo al artículo 91 de la Constitución es inflacionario”. Mientras camina va meditando acerca de esta extraña manera de amor que dice el Presidente tenerle al pueblo y en particular a los adultos mayores y a los trabajadores.

Evita como puede ser detenida por caminar entre los manifestantes portando empanadas no autorizadas y finalmente llega a casa de la abuelita donde encuentra estacionada una moto. Algo sorprendida piensa: “Parece que abue tiene visita”.

─ ¡Abue! ¡Abue! Soy yo Caperucita.

Desde adentro responde una voz invitándola a que pase y se recueste para conversar acerca de un golpe de estado que quieren dar después del 28. “La abuela está diciendo las cosas raras que oye en VTV”. Pero distraída como siempre deduce que se trata de una de tantas ocurrencias de la dulce anciana, como aquella de que con el MPP para los Adultos Mayores ahora sí los viejitos iban a tener pensiones dignas. Tuvo que explicarle que se trataba de una estrategia para ganar votos. Recostada en la cama y con antifaz encuentra a quien cree es la abuelita.

─Bendición abuelita, ¿y por qué estás disfrazada?, ya no estamos en carnaval.

─Es que por ahí andan unos sicarios que me quieren matar para dar un golpe –dice una voz que no se parece en nada a la de la abuela.

“Y quién podrá querer dar un golpe a mi abuelita, si más bien se está cayendo sola” piensa para sus adentros.

–¿Y cómo estás abuelita?

–No muy bien mija, se nos está viniendo Edmundo encima.

“Abue está hablando raro, ¿será que tiene fiebre?”

–Por cierto, abuelita, qué hace esa moto en tu casa?

–Es mía –dice –. y ya estoy aprendiendo a hacer el caballito.

–Está bien abuelita linda, cuando seas una experta me darás unas colitas –le dice con ternura siguiéndole la corriente, pensando que se trata de otra ocurrencia mas por la edad.

– Dime, abue ¿Y esos bigotes?

─Son para parecerme a Saddan Hussein quien fue un presidente que controlaba el CNE de su país– responde acomodándose la capucha y el antifaz, como ocultando algo.

Ahora sí, Caperucita ya se encuentra muy nerviosa debido al inusual discurso político de la abuela quien la mira como candidato del gobierno a voto por el cambio.

“No es la misma abuelita de todos los días”, piensa en silencio.

─ ¿Por qué me ves así abuelita?

─ Es para verte mejor ─dice la presunta abuela, con mirada de funcionario del Seniat al acecho─. Déjame ver qué es lo que traes en ese canasto.

─Aquí tienes abue, te traje unas empanadas bien sabrosas hechas con cariño; tienen carne, para que consumas proteínas, sé que tu pensión no alcanza para esas cosas.

─ ¡Aja! Esta era la prueba que necesitábamos, sabíamos que estabas conspirando y hemos grabado tu confesión; ¡estás detenida por tráfico ilegal de empanadas!  ─Amenaza la presunta abuela mientras se levanta quitándose la capucha mostrando su verdadera identidad, que no es otra que el mismísimo Superbigote, quien se ha infiltrado en casa de la abuela y quien sabe que habrá hecho con la pobre.

Como puede escapa de la casa y corre perseguida por Superbigote quien maneja una moto de caballito y va haciendo piruetas por la carretera donde hay criaturas inocentes.

¡Párate trimardita! ¡No te vamos a dejar ser testigo de mesa! ¡malaya!  oye que le grita Superbigote en su desesperación por alcanzarla porque no maneja bien la moto así como al país.

Para leer el cuento completo dirigirse a  oscar.fmyor@gmail.com

 

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