Para el momento de escribir estas líneas, quedan exactamente 30 días para la celebración de las elecciones presidenciales en nuestro país, y el pueblo venezolano podrá decidir, tal como viene demostrando la polarización, entre las candidaturas de Edmundo González Urrutia, quien encarna la posibilidad del cambio, y la del actual Presidente de la República Nicolás Maduro, quien aspira continuar dirigiendo el país.
Hasta el presente, una campaña en la que el gobierno, utilizando todos los recursos del poder –sin contrapesos- intenta avasallar al contrario, mostrando músculo (sin multitudes) para organizar actos en varias entidades de manera simultánea.
Por su parte, la oposición representada en la plataforma unitaria democrática (PUD), haciendo giras por todo el país con María Corina Machado a la cabeza de las concentraciones, en medio de ridículos atropellos del gobierno para impedirle el paso, o la llegada a su destino; haciéndole un gran favor, al poner de bulto su maldad, y la molestia de la gente por el maltrato.
Además del carácter inescrupuloso típico del autoritarismo, también se observa nerviosismo en el seno del gobierno, cuando arremete contra dirigentes de la oposición, utilizando la persecución policial; el sometimiento a la ¨justicia¨; allanando oficinas públicas y privadas; la intervención telefónica, y la privación ilegítima de libertad contra un número importante de ciudadanos (entre ellos periodistas), demostrando una capacidad inmensa para el abuso de poder.
Del mismo modo, siempre nos recuerdan su control absoluto del TSJ, y dejan caer amenazas indicando que están pendientes varios recursos ante esa instancia judicial, solicitando la inhabilitación del candidato González Urrutia, riesgo latente por supuesto. Cambian arbitrariamente las reglas del juego desde el CNE para endurecer y dificultar el trabajo de defensa del voto por parte de la oposición, entre otras perversiones.
Pero así como exhibimos las condiciones en que se lleva a cabo una campaña desigual desde todo punto de vista, también hay que advertir que ambos bandos carecen hasta el presente de un elemento esencial de cualquier competencia electoral, como es el programa de gobierno.
Nadie sabe que piensan los candidatos (de gobierno y oposición) en torno a temas esenciales de política interna, e internacional. De políticas públicas y de acciones eventuales frente a temas cruciales.
Los venezolanos no sabemos qué piensan hacer en materia petrolera, siendo Venezuela poseedora de la más grande reserva de hidrocarburos en el mundo, y el fracaso –hasta ahora- de las energías alternativas, lo cual indica que el mundo dependerá por mucho más tiempo del petróleo que afortunadamente nos sobra.
Nada se ha dicho acerca de lo que piensan hacer con las empresas básicas de Guayana; la zona industrial de Carabobo y Aragua; las zonas libres como Nueva Esparta y Falcón; que será de la agroindustria; de la pesca; la recuperación de la red vial urbana y rural; el reingreso de Venezuela a la Comunidad Andina; las relaciones con los vecinos del Caricom; Guyana y la disputa territorial; la relación con EEUU; Cuba; China; Rusia; irán.
En materia educativa, que piensan del preescolar; la educación media; técnica y de oficios (INCE); universitaria. La adecuación de los salarios de los maestros y profesores, el sistema de salud; en fin, no tenemos información alguna acerca de los planes de gobierno de uno y otro.
Es cierto que las giras y concentraciones son importantes para movilizar y entusiasmar a la gente, pero también lo es que informen cuál es su plan de gobierno en caso de triunfar, porque tiene que haber congruencia entre la oferta, y la ejecución ulterior, para que no haya sorpresas; estafas, ni abusos contrarios a la promesa electoral.
A Maduro ya lo conocemos de sobra, y si no lo ha hecho hasta ahora teniéndolo todo, difícilmente pueda ofrecer nada. ¿Pero dónde está el programa de la alternativa democrática?
Es muy importante que todos sepamos el contenido del programa de gobierno de los candidatos. En este caso, especialmente por parte del candidato González Urrutia. Seguimos.
@romanibarra
