La ira: Un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la cual caiga. Séneca.
En este extraño año electoral, marcado por las inhabilitaciones y por un inenarrable sentimiento de cambio, un verdadero episodio emocional que terminó sacando a la sociedad de este amargo sopor de la indiferencia muy conveniente para este régimen, pues permitía el andamiaje de la pamema eterna de elecciones sin contendores nos ha permitido apreciar como la ira se ha apoderado del discurso oficial, empobreciéndolo con coprolalias y explicando la relación directa entre frustración emocional y depauperación lingüística.
“El insulto como locus de comunicación” , el insulto nunca jamás se había desbordado hasta el punto de maldecir, llamar con apelativos impublicables al adversario y ofender la estatura de un presidente devenido candidato.
En efecto las manifestaciones populares en torno a un cambio político son innegables, empero no es menos cierto que el país sufre una crisis sistémica, multifactorial, que abarca a todos los ámbitos del social acontecer, pero en especial afecta al sector económico, el régimen repite cual cacofonía grosera, que la promesa será la recuperación de la economía, endilgándole calificativos que solo demuestran su absoluta improvisación, economía orgánica, economía humana y producto y otra serie de adjetivos, que sólo demuestran que los responsables de esta caos son el gobierno anterior, es decir ellos mismos, en verdad esta situación recuerda a la maldición de la Ninfa Eco, “Condenada a repetir lo mismo, la última palabra dicha” .
Observamos pues a un régimen desesperado, no por ello debilitado, por el contrario dispuesto a reprimir, a generar horror y a estallar en ira, en rabia, en odio. Llama poderosamente la atención el hecho de que el Ministerio Público no haya intervenido, al menos, para simular su absoluta ausencia de independencia, haciendo un llamado al régimen que pretende reelegirse y exigirle moderación, pues en las últimas actuaciones con una menguada participación, lo hemos visto desde usar un lenguaje indecoroso, hasta maldecir a la oposición.
¿Acaso maldecir no es incitar al odio?, en fin la razón del problema subyace en la tesis, de que no hay un gobierno anterior, Nicolás Maduro está en Miraflores desde 2013, es decir desde hace 11 años, de los veintiséis que lleva el chavismo al frente del país, destruyendo una a una las instituciones democráticas, causando la diáspora de más de más de 8 millones de ciudadanos y siendo incapaz de lograr estabilidad económica, pues la caída de la inflación obedece a la crisis del salario y del ingreso.
En materia cambiaria el Banco Central ha adjudicado más de 1.800 millones de dólares y las brechas entre los esquemas cambiarios superan los dos dígitos, ubicándose en 10.64%, el financiamiento desde el Banco Central hacia el gobierno es una constante inobjetable, entonces es imposible ofrecer soluciones a los problemas que se han creado, desde el seno de un régimen que pretende reelegirse.
Finalmente, la responsabilidad de este horror es del gobierno anterior, en una suerte de cacofonía, Nicolás Maduro, culpa a Nicolás Maduro y el PSUV es responsable de los errores y horrores. De una bendita vez asuman su lugar, dejen de ofender a este pueblo sufriente, que ya tiene bastante con el dolor que ustedes nos han propinado y ante las maldiciones proferidas, nosotros nos bendecimos enjugados en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para lograr salir de este escollo pestilente, llamado revolución.
Referencias:
Hesiodo. (1919). Teogonía. Tordesillas: Editorial Tordesillas.
Pérez, J. (2005). El insulto en venezuela. Caracas: Bigott.
X@carlosnanezr – IG@nanezc.