Cesar Guillen: Latinoamérica y su liderazgo regional

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Una región que entrado ya el siglo 21, con unas ventajas naturales, de materia prima y de recursos humanos en crecimiento, sin graves ataduras étnico-religiosas como en otras regiones del África y del Asia y con un lenguaje único en casi el 90% de las naciones que la integran…luce atascada y en la mayoría de los casos en franco retroceso socio-político. La terrible situación económica obliga a sus futuros líderes, a dar respuesta a la tragedia que destruye la condición de vida de más de 600 millones de sus ciudadanos.

La trágica euforia de los patriotas y socialistas latinoamericanos, tienen sus antecedentes en el populismo nacionalista que es endémico desde sus guerras civiles. Caudillos que a través de nuestra historia han pregonado el mismo discurso “Una patria libre, rica y soberana, para el bienestar de nuestro pueblo heroico y predestinado”. Nuestro problema no es el capitalismo, somos nosotros y nuestros prejuicios históricos.

Latinoamérica, desde sus orígenes ha tenido un problema de identidad que subyace en la psique de sus líderes y sus pueblos. Sean de izquierda o de derecha, no logran identificar esa política que nos coloque en la senda de vencer esos complejos que nos mantienen en la miseria. Las políticas populistas han sido un legado de degradación económica, que nos condujo a estar en permanente crisis social y de inestabilidad política. Se creyó y se cree que la ideología engendra sin más “acciones transformadoras en la sociedad”.

Se piensa que el asimilar una doctrina, es suficiente para alcanzar la justicia social, nunca ha sido así. Lo único que ha desarrollado a la humanidad hasta la fecha es la producción de bienes y la expansión del comercio, que se inicia con la revolución industrial, los demás modelos han fracasado. Actualmente, las sociedades híper-comunicadas ya no requieren de ideologías o de los partidos políticos para expresarse y organizarse, simplemente tienen “las redes” e “influencers” con más seguidores que algún escritor, filósofo, o líder político. Guste o no, esa es la actual realidad, no hay otra.

El concepto de “NACIÓN” es eminentemente económico y espiritual, el de “REPÚBLICA” es puramente jurídico, político. Una nación puede ser igual una república que una monarquía, sin que se lesione su entidad nacional. El concepto de “PATRIA” es meramente moral, sentimental y su influencia en el espíritu humano está más allá del orden socio-político o jurídico de la república. Latinoamérica está sustentada más en esta última definición que en las otras, de allí su dificultad para integrarse sin complejos en el mundo moderno.

La popularidad, es una ambición congénita en los políticos latinos, de allí que el populismo manipule hábilmente el concepto de PATRIA. Por el contrario, por estar cimentada en los conceptos de NACIÓN y de   REPÚBLICA, el mundo desarrollado occidental con sus fallas por supuesto, sigue siendo un baluarte internacional.  Bajo el concepto de una república, la libertad civil se ejerce por las virtudes de los individuos que la forman, de su carácter, de sus valores, porque una forma de gobierno por sí sola no constituye la libertad, ni su éxito estriba en sus constituciones y reglamentos.

Hemos agotado décadas, en una frustrante tradición histórica que nos impide mostrarnos como naciones confiables. El maestro Simón Rodríguez en el 1.830, fue enfático al afirmar que “En Latinoamérica, las repúblicas están fundadas, pero no establecidas”. Hoy nuestra región, es sensible al lavado del dinero sucio, por eso hay que contener el avance de la ignorancia y la pobreza, caldo de cultivo de las aberraciones ideológicas, de la manipulación social y del dinero producto de la delincuencia.

Hacer a un lado nuestras creencias, e impulsar la educación para el trabajo productivo, sin las interpretaciones románticas de nuestros historiadores, ni las ya superadas estructuras educativas del pasado. Es urgente el surgimiento de líderes que trasciendan sus fronteras nacionales con una visión global de desarrollo, de cara al futuro y sin complejos sociales.

Finalmente, debe tenerse muy en cuenta que el desarrollo no es la cantidad de dinero individual que se acumula, sino el grado de bienestar social que la mayoría disfruta, a través del desarrollo industrial, el crecimiento económico y el empleo… China olvido a Mao, esperemos que en nuestra región se olviden de Castro y el Che, y de los otros grupos y caudillos fracasados, llenos de misticismo y resentimiento.

 

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