No había quórum, no había manera de tomar decisiones, era menester recurrir a incentivos económicos para que los ciudadanos concurriesen. Está en crisis la democracia, exclamaron los más preocupados. Este ocurría por allá en Atenas y quien lo denunciaba era nada menos que Aristóteles. Para bajar las preocupaciones, Aristófanes escribió La asamblea de las mujeres donde, sin contemplaciones mira el delicado asunto con ojos de sátira. En efecto, Blépiro, asambleísta él, padece de estreñimiento y tiene que dedicarse a resolverlo, lo que hace que algunos vivos se aprovechen de tan arduo esfuerzo para ejercer la democracia con otro vestido.
El acto político es un acto de movilización de voluntades ajenas con eficacia suficiente para que resulte afectado el envoltorio. Blépiro, el personaje de Aristófanes, nos deja claro que mientras algunos resuelven sus problemas digestivos otros asumen el protagonismo.
Uno de los múltiples objetivos que se le ponen a la democracia es el de la libertad de elegir. De manera que los que quieren hacer llegar a los ciudadanos la convocatoria se esmeran en no tan sorpresivas realidades. Uno –mientras transcurre este calor extremo en buena parte del mundo y el presidente de los Estados Unidos cae en el debate- constata que estamos en la urgente necesidad de desembarazar al peor de los sistemas de gobierno -a excepción de todos los demás- como se dice en la ya clásica sentencia.
A estas alturas habremos entendido que no se trata de trajes lo que requiere la democracia. Lo que requiere es una reinvención, porque ofrecerles a los pueblos incentivos para que haga quórum en el acto político es como triplicar los óvalos que tanto molestaban a Aristóteles. Y como los griegos eran unos verracos y se las pasaban en la academia fuera de Atenas, siguieron inventando con la esperanza de que estas sociedades de origen cultural greco-latino mantuviesen la invención en lugar de dedicarse a hacer desfiles de moda. En buena parte la República Romana lo hizo, hasta el punto de que aquellos granjeros ilustrados que son llamados padres de la nación norteamericana la tuvieron más que presente. Lástima que hoy ese país deba elegir entre estos dos que se nos mostraron a la medida de un desastre.
Así, la democracia se queda vestida con los trajes antiguos, mientras uno trata de rescatar a la mujer que embadurnada acompaña a Aristófanes a los baños públicos de Atenas.
@tlopezmelendez