Anabel Hernández: García Harfuch, “el nuevo García Luna” en México

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“Sobre advertencia no hay engaño”, dice el refrán mexicano. Eso aplica a la polémica decisión tomada por la candidata presidencial electa Claudia Sheinbaum al anunciar el jueves pasado, 4 de julio, como su próximo secretario de Seguridad Pública Federal a Omar García Harfuch.

Será el primero de octubre cuando tome posesión del cargo el exsecretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (CDMX), pero ya entre funcionarios y asesores del Gobierno de Estados Unidos advierten que será “el nuevo García Luna”, con toda la connotación que ello conlleva.

Lo anunciado en esta columna hace tres semanas se concretó el jueves, 4 de julio. Es irónico que sea de la mano del autodenominado “segundo piso” de la Cuarta Transformación (4T) como regrese al poder el defenestrado y corrupto equipo de colaboradores de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública Federal en el Gobierno del panista Felipe Calderón.

Esto ocurre pese a que el patriarca de la 4T, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), nombró enemigo público número uno a García Luna y todo lo relacionado con él, luego de que fuera arrestado en 2019 en Estados Unidos, acusado de narcotráfico, corrupción, y de haber colaborado con el Cártel de Sinaloa de 2001 a 2019.

Habrá que recordar, para aquellos que prefieren la amnesia colectiva, que en la Corte de Distrito Este de Nueva York, en el expediente criminal 1:19-cr-00576-BMC con García Luna, declarado culpable hace un año, están coacusados otros dos jefes policiacos de su equipo: Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño.

A los tres se les acusa de conspiración para poseer, distribuir y traficar cocaína. “Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño García eran funcionarios de alto nivel en el gobierno mexicano, que protegían al Cártel de Sinaloa a cambio de millones de dólares en pagos de sobornos”, se afirma en dicho expediente.

La amistad y complicidad de García Luna y Cárdenas Palomino tiene una historia de más de 20 años, y es indisoluble. Cárdenas Palomino era el más cercano de García Luna, cuya sentencia por narcotráfico será dictada el próximo mes de octubre, apenas unos días después de que García Harfuch tome posesión del cargo.

Es indispensable recordar el contenido de esa acusación criminal ante el nombramiento de García Harfuch, porque él es integrante fundamental de ese equipo y por eso lleva ocho años protegiendo y dando espacio en todos los cargos públicos que ha ocupado a integrantes del grupo de García Luna, Cárdenas Palomino y Pequeño García.

AMLO no quería a García Harfuch

Incluso AMLO era sensible al nombramiento de García Harfuch. Se opuso. El capricho de Sheinbaum de que sea el nuevo titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) le tomó una larga y costosa negociación con López Obrador, según me informaron miembros del equipo del presidente.

Ya AMLO y el ala dura del partido oficial Morena habían impedido que el favorito de Sheinbaum pudiera ser candidato del partido oficial Morena a jefe de Gobierno de la Ciudad de México, como ella quería.

Las razones que me expusieron en aquel momento, por parte del ala dura, fueron dos: lo repudian, no solo por ser miembro del equipo de García Luna y Cárdenas Palomino, sino por su propio negro historial y porque no tiene ni ha tenido ninguna cercanía con el partido oficial.

García Harfuch en realidad ha estado cerca del Partido Acción Nacional. Fue una amiga muy cercana al entonces presidente, Felipe Calderón -otro archienemigo de AMLO-, Rosa María Orozco, quien en 2008 lo ayudó a entrar a la SSP de García Luna presentándolo con Cárdenas Palomino.

Gracias a ella, García Harfuch fue admitido en la SSP violando las normas y con privilegios desde el inicio, ya que solo tenía los estudios de preparatoria terminados y no contaba con ningún tipo de entrenamiento policiaco. Orozco después fue diputada federal del PAN para el periodo 2009-2012.

Las condiciones del presidente

Se afirma que AMLO impuso a Claudia Sheinbaum dos condiciones para que García Harfuch ocupe un cargo tan sensible. Que la Guardia Nacional (GN) se quede en manos de la Secretaría de la Defensa Nacional, aunque ella ya le había prometido a García Harfuch que esa corporación estaría bajo su cargo.

La segunda condición irreductible fue que la Secretaría de Gobernación no sea ocupada por un miembro del equipo cercano de Sheinbaum, sino por una incondicional de AMLO: Rosa Icela Rodríguez, a quien la candidata electa le ha concedido la posición de mayor poder político interno del gobierno federal.

Aunque públicamente López Obrador dice que él no interviene en la integración del gabinete de Sheinbaum, esto en realidad no es así. Las pruebas están ahí a la vista de todos.

Hace tres semanas señalé que circulaban listas de los posibles próximos secretarios de Estado. En estas listas había un mayor número de incondicionales de Claudia y un menor de AMLO. Conforme se han dado los nombramientos, esta proporción ha cambiado notablemente.

Por la influencia del aún presidente en los nombramientos, no es casual que al menos siete secretarios de Estado, que ocuparán puestos clave, ocupen o hayan ocupado secretarías de Estado con AMLO. De ellos, es conocida su incondicional cercanía y lealtad con él.

Uno es Marcelo Ebrard, exsecretario de Relaciones Exteriores y quien será el nuevo secretario de Economía. Pese a su enfrentamiento con Claudia Sheinbaum por la candidatura presidencial, fue por AMLO que no rompió con Morena.

Ariadna Montiel, actual titular de la Secretaría del Bienestar, ocupará el mismo cargo en el próximo sexenio. Edna Elena Vega, actual subsecretaria de Ordenamiento Territorial y Agrario de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, será la próxima secretaria del ramo.

Rogelio Ramírez de la O, actual secretario de Hacienda, fue ratificado por Claudia en el cargo para el próximo gobierno. Raquel Buen Rostro, actual secretaria de Economía, será la próxima secretaria de la Función Pública, una oficina fundamental, si en realidad hubiera una intención de combatir la corrupción en México.

Alicia Bárcena, actual secretaria de Relaciones Exteriores, será con Sheinbaum secretaria del Medio Ambiente. Y Rosa Icela Rodríguez, que será la futura secretaria de Gobernación.

Muchas posiciones para AMLO, muy pocas para incondicionales de Sheinbaum, uno de ellos: García Harfuch. Los costos de esta decisión de Sheinbaum no terminan con la factura pagada a López Obrador.

La historia se repite

De acuerdo a las conclusiones del Consejo Nacional del PAN, realizado el fin de semana y que analizó la derrota electoral del 2 de junio, se determinó que fue durante el sexenio de Felipe Calderón cuando el partido perdió mayor número de votantes en la historia reciente, y eso los llevó a perder la presidencia de la república en 2012, tras dos sexenios como partido en el poder.

Según el dirigente nacional panista Marko Cortés, uno de los peores errores de Calderón y que tuvo mayores costos fue el nombramiento de García Luna.

Antes de iniciar su mandato, miembros de la SEDENA advirtieron a Calderón del negro historial de García Luna y su involucramiento con el Cártel de Sinaloa. El entonces candidato electo los ignoró con prepotencia y lo puso de todos modos como titular de la SSP. Esto lo publiqué en 2010 en mi libro Los Señores del Narco, en el cual revelé el involucramiento de García Luna con dicho cártel, complicidad que fue confirmada 13 años después por una corte en Nueva York.

El equipo inmortal

Desde 2020 he publicado información basada en documentos oficiales y testimonios que revelan el negro historial que acompaña a García Harfuch en su carrera policíaca durante y después de haber trabajado con Cárdenas Palomino, brazo derecho de García Luna.

Revelé los documentos de sus exámenes de control de confianza en los tiempos de García Luna, los cuales reprobó totalmente. Reconoció que tenía relaciones con el crimen organizado, que su hermano Javier García Morales había sido asesinado por sus vínculos con el tráfico de drogas, y se detectaron operativos fuera de la ley y escaso liderazgo en sus subalternos.

También di a conocer documentos de la Policía Federal (PF) y de la Fiscalía General de la República, que revelan que García Harfuch era el jefe de la PF en Guerrero cuando esa corporación participó en el ataque contra los estudiantes de la normal de Ayotzinapa y en la desaparición de 43 de ellos.

En octubre pasado, hice una entrevista al exmiembro de la cúpula del Cártel de Sinaloa Dámaso López Serrano, hoy colaborador del Gobierno de Estados Unidos, en la cual reveló que García Harfuch había recibido sobornos de ese cártel, en específico de la facción de “Los Chapitos”, comandada por los hijos del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera.

En torno a García Harfuch circulaba propaganda planeada que lo lanzaba como un héroe de cómic Batman. Sobre eso, López Serrano dijo que el jefe policíaco era incluso peor que “El Guasón”.

También he expuesto el contenido del expediente judicial del operativo realizado en 2023 por la policía capitalina, comandada por el protegido de Sheinbaum, en la empresa financiera Black Wallstreet Capital, en el cual se sembraron droga y armas a detenidos -como en los tiempos de García Luna y Cárdenas Palomino-, mientras los policías se robaban millones de dólares y pesos en efectivo.

Escuela de corrupción

Las figuras que han acompañado a García Harfuch durante toda su vida han estado relacionadas con violaciones de derechos humanos y corrupción. Su abuelo paterno, Marcelino Barragán, era titular de la SEDENA cuando militares bajo sus órdenes masacraron en 1968 a estudiantes en Tlatelolco, acto por el que quedó impune.

Su padre, Javier García Paniagua, fue miembro y luego director de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), una corrupta corporación de policía política que dependía de la Secretaría de Gobernación. De acuerdo con un informe del propio gobierno federal, bajo su mando se operaban centros de detención ilegales en los que las personas desaparecían para siempre.

La revista Proceso lo describió, en un reportaje publicado en enero de 2016, como “uno de los perseguidores más encarnizados de la guerrilla” y “uno de sus más feroces agentes”.

“Con la llegada de García Paniagua, la DFS y la Brigada Blanca, adoptaron una política de aniquilamiento en las ciudades”, afirmó el investigador Sergio Aguayo en su libro La Charola, publicado en 2001.

Tengo en mi poder un organigrama hecho por la DEA, que data de 1986, en donde aparece el padre de García Harfuch como cómplice del Cártel de Sinaloa.

Luis Cárdenas Palomino, el mentor, protector y uno de los mejores amigos de García Harfuch, tiene el mismo perfil que su abuelo y padre. Fue arrestado en 2021, en México, acusado de tortura, y en Nueva York está coacusado de narcotráfico con García Luna y Pequeño García.

De acuerdo con el expediente, los tres abusaron de sus cargos públicos para ayudar al Cártel de Sinaloa en sus operaciones: “Aceptaron no interferir con el tráfico de drogas del Cártel de Sinaloa”. Asimismo, se lee que “proporcionaron acceso a información confidencial sobre operaciones policiales contra el Cártel de Sinaloa”.

Se dedicaron a perseguir a rivales del Cártel de Sinaloa, y les daban información que obtenían de las tareas de inteligencia. “Colocaban a otros funcionarios corruptos en posiciones de poder en ciertas zonas de México controladas por el Cártel de Sinaloa”, según el documento.

Esto prueba que, aunque García Luna, Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño eran las cabezas más visibles de ese grupo de narco-policías, ellos no trabajaban solos, sino tenían un equipo más extenso para garantizar la protección al cártel.

Durante el juicio en Nueva York, fueron señalados por la Fiscalía y testigos como parte del grupo corrupto: Armando Espinosa de Benito, Gerardo Garay Cadena, Facundo Rosas Rosas, Edgar Millán, entre otros, junto con muchos subalternos.

El nuevo “García Luna”

Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018), Omar García Harfuch siguió escalando posiciones en la Policía Federal (PF) y luego en la Agencia de Investigación Criminal. Cárdenas Palomino, quien se fue a trabajar con el empresario Ricardo Salinas Pliego, de grupo Elektra, siguió tras bambalinas ayudando a que su incondicional tuviera más poder y así seguir teniendo él influencia.

Cárdenas Palomino logró su objetivo gracias a que su familiar Humberto Castillejos era el Consejero Jurídico y amigo personal del presidente Enrique Peña Nieto.

Al inicio del sexenio de AMLO lo vieron participando en grupos de trabajo para poner su ‘toque’ en las políticas de seguridad pública.

Conforme fue ascendiendo García Harfuch, dio cobijo y distinción al equipo de García Luna, Cárdenas Palomino, Pequeño, Espinosa de Benito y Rosas Rosas, entre otros. Gracias a García Harfuch, metieron sus tentáculos, a través de sus incondicionales, a la Agencia de Investigación Criminal (2016-2018), y desde 2019 a la Fiscalía de la Ciudad de México y a la policía capitalina.

Durante estos 4 años he publicado sus nombres e historias: por ejemplo, Francisco Almazán Barocio, incondicional de Pequeño; Alfredo Almora García, incondicional de Cárdenas Palomino; y Rosas Rosas desde 2001 en los tiempos de la nefasta Agencia Federal de Investigación.

Héctor Elizalde Mora y Emilio García Ruiz son incondicionales de Espinosa de Benito. Edgar González y Rafael Ocampo, escoltas de Cárdenas Palomino, fueron los escoltas de García Harfuch en la CDMX. Patricia Herrera, secretaria privada de Cárdenas Palomino, tuvo puestos clave con García Harfuch en la capital.

La legitimación a ese equipo llegó a tal grado que, en septiembre de 2022, Facundo Rosas Rosas visitó las oficinas de la policía de la capital comandada por García Harfuch, como si fuere invitado de honor. Lo recibieron con aplausos, pese a que el propio Gobierno de AMLO lo señala de ser parte de la red de lavado de dinero de García Luna. La foto del infame encuentro circuló ampliamente.

De acuerdo con la revista Emeequis, lo invitó Alfredo Almora, quien ocupaba el cargo de director de manejo y crisis de negociación. Lo hizo con el permiso de García Harfuch, por eso, aunque la noticia fue un escándalo, no fue amonestado, incluso sigue en el mismo puesto.

Esto es solo un ejemplo de lo que podría ser el equipo del “nuevo García Luna”.

Cuando las naciones y sus gobernantes no aprenden de errores pasados, están condenados a repetirlos. Pareciera que esa es la circunstancia de Claudia Sheinbaum.

 

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