Hay razones para que sea indiscutible el triunfo de Edmundo González Urrutia, dijo Armando Prado

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A escasas dos semanas de las elecciones presidenciales, es absolutamente indiscutible el triunfo del doctor Edmundo González Urrutia, como nuevo presidente de la república. Al hacer la afirmación, el profesor Armando Prado, coordinador regional de Izquierda Democrática en Lara, expuso las razones.

Primero, la gente ha manifestado en todos los estudios de opinión que está cansada de este gobierno, el cual ha sido un fracaso porque ha sumido a más del  96 por ciento de los 25 millones de venezolanos, que sobrevivimos en el territorio nacional, a la pobreza y la miseria. Más de un millón de niños y adolescentes han quedado al cuidado de abuelos, tíos y otros familiares porque sus padres se han tenido que ir al extranjero, corriendo todos los riesgos,  en busca de trabajo. La migración venezolana que supera los 8 millones de personas es la mayor en la historia universal para un país que no está en guerra.

Segundo, los servicios públicos han colapsado y han vuelto a aparecer enfermedades que estaban desaparecidas hace más de tres cuartos de siglo. La mayoría de los hospitales se encuentran en situación crítica por falta de personal, medicamentos e insumos. La gente muere de mengua y sus familiares tienen que vender lo poco que tienen o solicitar ayuda de quienes pueden compadecerse de sus males. La educación, que debería ser uno de los mejores servicios, se encuentra en su peor estado, porque la mayoría de planteles están abandonados, carecen de laboratorios y hasta de agua para los baños. Y la deserción escolar está ya casi en tres millones de alumnos.

Tercero, la situación económica es crítica porque apenas las industrias operan al veinte por ciento de su capacidad, no hay trabajo y el salario mínimo  es el más bajo de todo el mundo, los trabajadores han perdido sus reivindicaciones laborales, más de 45 mil médicos dejaron de cumplir sus actividades en el país y ejercen en otros países,  y como ellos otros miles de profesionales universitarios, incluyendo especialistas en materia petrolera, se han tenido que ir en busca de empleos; más  del cincuenta por ciento de los educadores han desertado del sistema porque la Oficina Nacional de Presupuesto les cercenó sus sueldos y beneficios alcanzados durante más de cincuenta años de conquistas laborales; y, en general, no existen condiciones para obtener colocación bien pagada.

Cuarto, veinticinco años de una supuesta revolución bolivariana ha sido un desastre, porque la política de expropiaciones no sólo utilizó la mayoría de las zonas de explotación agropecuaria, sino que destruyó los centrales azucareros que habían impulsado la industria del azúcar,  acabó con empresas que tradicionalmente habían servido de apoyo a los productores, se eliminó el crédito bancario y echó a la calle a casi 25 mil empleados de la banca, la industria automotriz se vino abajo completamente, y, en general, alejó las inversiones y proyectos de un país que era la envidia del continente.

Quinto, la corrupción se convirtió en el primer delito con la mayor impunidad porque se impuso en todos los niveles de la administración pública, siendo incalculable el monto del cual se apoderaron funcionarios y sujetos aliados al punto que la desaparición de unos 23 mil millones de dólares por parte del entonces ministro Tareck El Aissami con la venta del petróleo no pudo ser vista ni por el presidente de la República, ni por el astuto contralor Elvis Amoroso, ni tampoco por los centenares de diputados oficialistas, ni por el segundo jefe político del oficialista, Diosdado Cabello, muy preocupado por seguirle los pasos a María Corina Machado, para impedirle que ésta fuese candidata a la presidencia.

Sexto,  las giras realizadas por la máxima dirigente de la oposición, María Corina Machado, el candidato Edmundo González Urrutia y la dirigencia auténticamente democrática, han sido gigantescas, incomparables y entusiastas, en las cuales la participación ha sido espontánea, alegre y esperanzada en un futuro luminoso para Venezuela. Aún más, la gente ha salido a las vías con mucha antelación nada más al saber que se organiza un acto público con María Corina y los sectores de oposición.

Séptimo, la gente ha perdido el miedo. A pesar de que el gobierno persigue a los dirigentes políticos, inhabilita alcaldes y a quien más se le antoje, cierra y multa establecimientos que le sirve comida al equipo de María Corina Machado, atemoriza a dueños de hoteles en los que se aloja la máxima líder de la oposición, tranca vías y aparenta mejorar carreteras para que no pase la caravana del triunfo,  el Consejo Nacional Electoral elimina centros de votación y crea otros en sitios que puede controlar el gobierno, busca la forma de suprimir a los testigos de mesas y, en fin, hace todo lo que se ha experimentado en Rusia y otros países donde dominan dictadores, nada ha impedido que se manifieste la voluntad de cambio urgente, necesario y esperado que representa Edmundo González Urrutia e impulsa María Corona Machado. De modo, pues, que aunque pretenda demostrar el candidato oficialista que todavía tiene el apoyo militar, que lo utilizó para atacar y dar muerte a inocentes ciudadanos que protestaron en las calles y sobre cuyos delitos de crímenes de lesa humanidad están en los expedientes de la Corte Penal Internacional, no podrá doblegar a los electores que están dispuestos a ir muy temprano la misma mañana del domingo 28 de julio, porque se espera con gran esperanza ese día para que definitivamente haya un cambio político en Venezuela. Y con ese cambio, la transformación económica y el bienestar de los venezolanos.

Pacífico Sánchez – El Impulso

 

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