Simón García: Proteínas y animales

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… Y tú valencia, vuelve a tu trabajo, vuelve a tu fe, a tu industria y que contemple tu reciedumbre el hombre del futuro. José Rafael Pocaterra, Canto a Valencia.

En una peculiar sesión creativa, la combinación entre las dos palabras de este título, le sugirió a Mercedes Palau, en mayo de 1942, el nombre para una empresa que un pequeño grupo de soñadores se proponía crear: Protinal.

Oscar Romer Kolster desplegó, en una hoja que traía, el dibujo que proponía como logo empresarial.

Nombre y logotipo fueron dos anticipados productos para iniciar, en julio de ese mismo año, la fábrica pionera en Venezuela de alimentos balanceados para animales.

Un año antes, en 1941, con la tinta de su título de ingeniero agrónomo aún fresca, los ojos de un suizo se maravillaron al desembarcar contra el paisaje de La Guaira. Jacobo Berkowitsch, al arribar a ese puerto se proponía iniciar otro viaje más largo: aplicar sus conocimientos para fabricar alimentos concentrados para animales.

En el mismo año, dos hermanos Romer Kolster, Henrique y Oscar, ya producían artesanalmente alimentos para mejorar el rendimiento lechero de las vacas que pastaban en su Hacienda del valle de San Esteban, cerca de Puerto Cabello.

Y en Caracas, en un galpón en Catia, Eugenio Mendoza Goiticoa daba los primeros pasos para transitar del comercio a la industria, siempre con el recuerdo de las enseñanzas de su padre, Eugenio Mendoza Cobeña (…de los Mendoza que descendían del primer presidente de Venezuela, diría un cronista respetuoso de la genealogía.), quien le martillaba que había que fabricar en el país todo lo que necesitara su población.

El destino, así podemos llamar al suizo Eugenio Keller y a Dagoberto Romer, quienes hizo posible que todas  estas personas anteriores se encontraran para unir las tres partes de un proyecto de vanguardia que comenzó con Bs 250.000 de capital, tres jefes y ocho obreros.

En 1944 se constituyen en compañía anónima y se registra jurídicamente su primera Junta Directiva: Eugenio Mendoza Goiticoa, Presidente; Lope Mendoza Goiticoa, Vicepresidente; Oscar Romer, vocal y como suplentes Enrique Riquezez, Jacobo Berkowitsch y Miguel Romer.

En 1948, como parte de los preparativos para mudarse a Valencia, se modifica la Junta Directiva: Presidente, Oscar Romer; Vicepresidente Eduardo Mendoza Goiticoa; Vocal Jacobo Berkowitsch y suplerntes Lope Mendoza, Henrique Romer y Eugenio Mendoza.

La llave Oscar Romer y Eduardo Mendoza se mantiene como pilar de la empresa hasta 1976, fecha en la que ambos se jubilan de responsabilidades ejecutivas.

Protinal se ubica en la entrada de Valencia, en unas edificaciones que diseñan y construyen Guinan y Brillenbourg, las cuales pasan a ser el emblema visual de la industrialización de Valencia.

La fábrica, separada por una angosta carretera que comunicaba con Caracas, se levanta frente a otro emblema visual de la ciudad, olvidado por su desaparición a tacos de dinamita en 1971 para darle paso a la Autopista Caracas Valencia: el histórico Morro de San Blas.

Allí se posesionó el emblema de Protinal que prometía otra ciudad, otro pais.

Las fortalezas sobre las que se fundó aquella empresa, estuvieron asociadas a las virtudes personales de sus directivos, a la cercanía entre gerentes y trabajadores, a la prioridad de la formación de su gente, a la disposición para innovar y al cumplimiento de una vocación para asumir, en un primer nivel de integración, la valencianidad. No en valde Don Eugenio, que permanecía en Caracas, se hacía sus liquiliques con un sastre local.

Esta simbiosis entre cultura de la ciudad y valores de la organización fue suficiente para mantener a la empresa en la vanguardia y alcanzar en 1973 un capital de 75 millones de bolívares.

Protinal fue una prestigiosa incubadora de empresas. Solamente en Carabobo las empresas Mendoza se expanden en el sector de procesamiento de alimentos y en otras áreas a través de Venepal, Procesadora de Semillas, Incubadora Protinal, Planta de Extracción de oleaginosas, Graneros Venezolanos, Granja Juana Paula, Ensambladora Carabobo, Sherwin Williams Venezolana, Intequim o Metalúrgica Mendoza.

En 1955 se crea Protinal Zulia y Protinal se convierte en la empresa de los dos lagos, dada la preponderancia que adquiere la producción agropecuaria en la cuenca del Lago de Maracaibo.

La tercera renovación de directivos la encabezan líderes emergentes. La llave Carlos Ignacio Mendoza y Rolando Carrillo.

Enfrentan nuevos desafíos y aparecen nuevas dificultades en el contexto económico. Sobrevienen momentos críticos por bajas de productividad y competitividad; problemas de personal, debilitamiento de la valiosa cercanía gerente trabajadores. Se detectan agujeros en el sentido de pertenencia.

Pero, ante cada tropiezo se dispara una reacción al logro. Una consistente retaguardia profesional y humana encara el mal tiempo enfocada en el éxito como victoria también personal. Hay un cinturón de seguridad de la empresa compuesto por sus directivos, nombres como Gustavo Cosson, Hildebrando Dwigth, José Luis Mecq, Tomás D´ Escribán, César Sánchez Aveledo, José Alberto Pérez, junto a profesionales importados como el sueco Dwight O. T. Nilson o los alemanes Gunther Buchardt, Werner Lange y Roland Pfeiffer.

Gerentes con marca protinal fundaron el Club Hípico de Guaparo, como lo muestra la permanencia en su presidencia del propio Oscar Romer entre 1956 y 1963. Rolando Carrillo dejó su huella en la Cámara de Industriales. Lange creó y mantuvo la Sociedad Amigos de la música o la gestión de primera cumplida por Henrique Salas Romer como primer gobernador electo por votación popular. Gente fraguada, en una cultura de la excelencia, cuya misión se concentró en llevar proteína barata a todos los hogares.

Protinal facilitó créditos para la adquisición de vivienda a la mayoría de sus trabajadores, un testimonio de esta labor es la Urbanización Fundación Mendoza. Impactó en la mejora y crecimiento de varios rubros de producción agropecuaria. Introdujo el cultivo del sorgo. Generó la formación de una importante capa de pequeños y medianos productores del campo.

Ya no existe el Morro. Ya no llegamos a Valencia por la carreterita que pasaba por un rosario de pueblos desde Los Teques a Los Guayos. La autopista transformó el paisaje que anunciaba a la ciudad, esa emoción sucumbió en la búsqueda de un record sobre el menor tiempo del viaje.

Pero todavía el aviso de Protinal, encima del edificio, remueve sentimientos como los que brotan ante el retorno a los sitios que amamos.

Alli permanece el aviso, a un lado de la autopista y en el fondo de la memoria,   aunque, en estos tiempos turbulentos, el olvido, el desconocimiento o la velocidad no dejen libertad para disfrutar tales emociones.

 

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