Rocío Márquez: ¿Es usted un prosumidor?

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Seguramente, usted, querido lector, usa las redes sociales y constantemente busca, produce información o la comparte; hace clic en “like” y se asegura de leer comentarios, de responder a ellos; y hasta tiene una red de relaciones construidas a través de las nuevas formas de comunicar. ¿Se ha detenido a pensar que entonces usted es un prosumidor mediático?

Entendió bien: Es usted un prosumidor mediático

Le parecerá extraño ese término. No obstante, para comprender el impacto de las redes sociales como YouTube, Instagram, Tik Tok, etc. en nuestra cotidianidad, es indispensable entender de qué se trata y cuál es la subjetividad del prosumidor mediático, que precisamente se consolida en las redes sociales digitales.

Primero, hay que aclarar que prosumidor es un acrónimo formado por dos palabras: productor y consumidor. El término fue aportado en los años 80 por Alvin Toffler en su libro “La tercera ola”. Procede de la economía y comienza a usarse en la comunicación a partir del año 2001.

Sin embargo, la concepción de prosumidor ya la había adelantado McLuhan en los años 70. Afirmó que con la tecnología electrónica el consumidor podría cumplir ambos papeles: productor y consumidor de información.

En otras palabras, al hablar de prosumidor nos referimos a un usuario que desea producir y compartir su propio contenido. Comentarios, memes, videos que se cortan para adaptarlos a preferencias personales, y un sinfín de contenidos que permiten elaborar las nuevas tecnologías. Todo ello hecho por los prosumidores al mismo tiempo que consumen.

Pero, ¿cuál es su origen? Fue la Web 2.0 la que propició la transformación de los consumidores pasivos en prosumidores.

Ahora, el prosumidor se pasea por las redes sociales digitales, alimentando la conversación pública.

El usuario: reconociéndose igual a otro

En los modelos comunicativos tradicionales, se hablaba de un emisor que tenía todo el poder en la comunicación; y de un receptor que recibía pasivamente el mensaje. Superadas estas visiones, en la era actual nos encontramos con un usuario que consume contenidos, pero que se reconoce igual al otro —al que produce información— porque también puede producirla.

Podríamos decir que se sigue la lógica de la “comunicación como mercado”, donde ambos individuos se convierten en “intercambiantes” de información.

A partir de allí comienza el proceso de construcción de la subjetividad del prosumidor. Y decimos comienza, porque esa forma de verse a sí mismo y de ver a los demás en la interacción comunicativa es la que define su manera de hacer las cosas.

Y es que la práctica del prosumo en las redes sociales deja su huella en la subjetividad y define los rasgos característicos del usuario. También de sus relaciones con otros usuarios. Así se negocian, entre prosumidores y tecnología, nuevos usos, nuevas funcionalidades y nuevos espacios de intercambio.

De esta manera, la tecnología, como un actor más de la comunicación, coadyuva en la configuración de una nueva forma de ser y estar.  Por ende, las redes sociales no solo se han convertido en uno de los principales canales de comunicación de la sociedad digital, sino en “una fuente de subjetivación constante, proporcionando sentidos en forma de textos, fotos y videos” (Frenquelli, 2017).

Las redes sociales dan sentido a la subjetividad del prosumidor

Después de leer lo anterior, estará usted de acuerdo conmigo en que es innegable que las redes sociales constituyen contextos de interacción de una importancia crucial para la consolidación de la subjetividad de prosumidor, al posibilitar que cada persona construya su propio mensaje.

Por ello, las redes sociales no solo se pueden definir como espacios, canales o formas de comunicación; sino también, como afirma Frenquelli (2017): “fuentes de sentido centrales de la época”.

Doctora en Ciencias Humanas. Directora de la Escuela de Comunicación Social, ULA Táchira.

 

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