La conducción de un país debe estar en manos de personas responsables y capacitadas para el ejercicio gubernamental. Es necesario que el entorno social investigue y comprenda las diferencias entre los sistemas de gobierno que representan los candidatos, para tomar decisiones informadas, y evitar los sesgos y manipulaciones que pudieran registrarse por los pretendientes del poder, que conllevan a los arrepentimientos y desilusiones posteriores. Es el sentido de responsabilidad y compromiso para con el país el que media en esa valoración, y tiene como actor principal a cada uno de los ciudadanos. Es a lo que algunos llaman el voto reflexivo, pensado.
La oportunidad de indagar las propuestas de los aspirantes a la silla presidencial, o a cualquier otro evento electoral, tiene un alto significado para asegurar el bienestar de la nación. El marco de referencia, del progreso o atraso, tiene que ver con la concepción ideológica en la que se mueve cada candidato. Desde democracias representativas hasta monarquías constitucionales, pasando por regímenes autoritarios y sistemas parlamentarios, tienen sus propias características, que representan ventajas o desventajas de acuerdo a la valoración que cada quien le asigne.
En una democracia representativa, los ciudadanos eligen a sus representantes para que tomen decisiones en su nombre (siempre apegados al Estado de Derecho), mientras que, en un sistema parlamentario, el poder ejecutivo emana del legislativo y puede ser más flexible en la formación de coaliciones. La historia ofrece innumerables ejemplos de las consecuencias que traen las decisiones apresuradas y desinformadas. En Alemania, por los años 30, la elección de Adolf Hitler, se tradujo en el ascenso del Nazismo al poder, para posteriormente establecer un régimen totalitario, hasta ser el artífice de una devastadora segunda guerra mundial, con la implantación de lo que se conoce con el nombre del Holocausto. Los lideres con tendencias autoritarias han facilitado el surgimiento de crisis económicas y humanitarias sin precedentes en sus países. Eso permite entender no solo a los candidatos, sino también el sistema de gobierno en el que se mueven.
Los venezolanos viven con intensidad una campaña electoral atípica, para la elección del próximo presidente del país. Las redes sociales son el bastión que usan los electores para tener información de lo que hacen y proponen los candidatos. Los debates también son atípicos, porque la estrategia es entre ellos o nosotros. El verbo somos es desplazado por el soy yo, o no es nadie. La democracia es pluralidad, alternabilidad, victorias y derrotas. Lo importante es que hay una sociedad empoderada, que tiene el firme propósito de expresar su voluntad en las urnas electorales. El voto consciente, responsable, pensado, decidirá quien va a ser el elegido para direccionar el timón de Venezuela desde el 2024 hasta el 2030, por eso es importante saber por quién se vota.
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