La elección presidencial del 28 de julio de 2024 en Venezuela, está llegando a su día central. Los candidatos han desarrollado sus campañas electorales con altibajos. Los ciudadanos apuestan por una elección en sana paz, donde impere la normativa legal que rige la materia, y se respete la voluntad de los electores. La transparencia e integridad son fundamentales para el fortalecimiento de la democracia. El órgano electoral está obligado a sembrar confianza en las personas a través de sus actuaciones. La validez de los resultados electorales es pieza clave para dar legitimidad al gobernante electo, y brindar estabilidad al sistema político.
Las demoras injustificadas en anunciar los resultados y la falta de claridad en los procedimientos, puede interpretarse como un acto de manipulación de los resultados, generando desconfianza en los ciudadanos de forma inmediata. Allí es necesario que las autoridades electorales, los miembros de mesa y testigos, faciliten los procesos de observación y el escrutinio en cada una de sus etapas a los autorizados, y al público en general, asegurando que los actores políticos en competencia tengan igualdad de condiciones. La responsabilidad en admitir y corregir las fallas que se pueden presentar durante el desarrollo del proceso electoral, es una muestra del compromiso para con la transparencia del mismo, y en consecuencia con los principios democráticos.
La distribución del poder de forma justa lo garantiza la equidad, asegurando que los grupos desfavorecidos tengan oportunidad de influir en las decisiones políticas. Allí tiene un peso específico el voto, porque vale igual para todos, aportando la decisión ciudadana de establecer quienes son la mayoría y quienes la minoría. Los ganadores van al ejercicio del poder, y los perdedores al ejercicio de la oposición. Esas son las reglas del juego en democracia, y asumir el mandato popular es parte del compromiso. El reconocimiento de los resultados va a depender de la integridad con el que se ha manejado el proceso en general, y subrayo, no es solo desde el área técnica, también entran en el escenario los valores democráticos.
En la elección presidencial del 28 de julio 2024, o cualquier otra elección que se realice para decidir quiénes son los representantes de los ciudadanos en las diferentes instancias del poder, no se pueden dejar de lado, por capricho, valores como la honestidad, justicia y amplitud. El respeto a la pluralidad, además de generar confianza, fortalece el piso de los electos para una gobernanza sustentada en la legitimidad y la efectividad de la gestión gubernamental, o legislativa. Apostar por la desinformación y el escepticismo no favorece a nadie.
Los ciudadanos requieren ser tratados como tal. Las presiones o coacciones, hablan mal de quienes la practican. La paz debe reinar en la fiesta electoral. El verbo encendido debe bajar un par de decibeles, para que los electores puedan entender que es lo que proponen los aspirantes. De eso se conoce muy poco. Aquí el link del canal en YouTube, del periodista @OlavarrietaLuis denominado: hablan los candidatos presidenciales de oposición en Venezuela.
Así es que se construye una sociedad democrática saludable y resiliente.
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