Las cifras de desnutrición un drama que sigue latente en Venezuela

Compartir

 

El bajo poder adquisitivo de los hogares lleva a una nutrición no adecuada en cantidad y calidad. La desigualdad en el acceso a alimentos subsiste desde el punto de vista geográfico, económico, social.

El chavismo ya cumple 25 años en el poder. Y -a unos días de unas presidenciales-, de las cuales nadie tiene certeza qué podría resultar, lo cierto es que urgen medidas que hagan volver a su cauce la economía.

En suma, las finanzas del país no marchan bien, con el agravante de las sanciones contra la industria petrolera. Y eso ha repercutido en muchas industrias. Ha sido caminar sobre la cuerda floja.

Por lo tanto, la alimentación del venezolano se vio seriamente afectada. Hay familias que solo hacen una o dos comidas al día, y la desnutrición infantil se incrementó, lo que ha generado fallecimientos de recién nacidos, o daños estructurales que les impedirán ir –por ejemplo- a la universidad; desplegar su vida normalmente.

Para analizar el fenómeno de la alimentación en Venezuela, Banca y Negocios conversó con la nutricionista de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con master y PhD en Nutrición por la Universidad Simón Bolívar (USB), Yngrid Candela.

La analista es investigadora del Centro de Estudios de Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Las causas de la malnutrición en el país están relacionadas con la crisis estructural del sistema agroalimentario.

No hay data actualizada disponible

Para echarse a andar en su análisis, la experta dice que es importante destacar que la información oficial sobre los principales indicadores que facilitan el seguimiento de la situación alimentaria y nutricional en Venezuela, no están disponibles.

“Estos son, Estado nutricional de los niños y niñas, publicado hasta el 2007; Costo de la canasta alimentaria, hasta 2014; Encuesta de seguimiento al consumo de alimentos, hasta 2014; Encuesta nacional de consumo de alimentos, hasta 2015; y Hoja de balance de alimentos, hasta 2014”, va al detalle Yngrid Candela.

La única data oficial disponible, expone la vocera, es publicada por las agencias de Naciones Unidas, a través del Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional, en América Latina y el Caribe.

“Me refiero al Índice de prevalencia de subalimentación, que mide la suficiencia calórica de la disponibilidad alimentaria en el país, expresado en cantidad y proporción de la población que no cubre las necesidades mínimas de calorías para subsistir”, informa.

¿Qué se descubre es ese documento? Lo que sigue: para el periodo 2020-2022 (último reportado), se verificó 17,9% de la población venezolana en situación de hambre, el doble en relación con la prevalencia mundial de subalimentación (9,2%) y el triple frente a la de América Latina y el Caribe (6,7%) y a la de América del Sur (6,5%).

“Otro indicador que publican estas agencias, es la proporción de población con inseguridad alimentaria aguda, que recoge las experiencias de hambre de las personas. A diferencia de otros países, Venezuela no reporta esta data, en este documento”, subraya la Doctora en Nutrición.

¿Cuáles son las causas?

Las causas de la malnutrición en el país –garantiza-, están relacionadas con la crisis estructural del sistema agroalimentario, con una caída acumulada de la producción de alimentos de origen vegetal de 33,4% entre 2008 y 2022 y de origen animal de 8,9%, 5,3% y 24,6%, para vacuno, ave y porcino, respectivamente”. La fuente de dicha data es la Red Agro Alimentaria de Venezuela (2023).

Candela se adentra en el lado positivo del laberinto que es esta tragedia: “Es importante destacar que, a diferencia de este comportamiento, la producción de búfalo y caprino se ha incrementado en los últimos años”.

Y va más allá, remarcando otros factores: “Alto costo de los alimentos y bajo poder adquisitivo de los hogares: durante el 2023, el costo promedio de la canasta alimentaria familiar (CAF) fue de 506,4 dólares y el poder adquisitivo del salario mínimo 0,6%. El último reporte del CENDAS (junio, 2024), ubica a la CAF en 550,39 dólares, con una variación acumulada de 9,3% y poder adquisitivo del salario mínimo de 0,6%.

 – ¿Cuál es el aspecto más grave que presenta en estos momentos la alimentación en el país?

– El bajo poder adquisitivo de los hogares lleva a una alimentación no adecuada en cantidad y calidad. La desigualdad en el acceso a alimentos, desde el punto de vista geográfico, económico, social, entre otros.

Mientras que en la zona urbana hay mejor acceso físico y económico a los alimentos, en la zona rural no. Esto debido al bajo ingreso económico del hogar, la reducción de la producción de alimentos, limitaciones para la movilización, producto de la crisis de combustible y escasez de unidades de transporte, entre otros.

El caso de la mujer sobresale: cada vez es más afectada por la crisis generalizada del país, especialmente las que viven en entorno de alta vulnerabilidad.

Las mujeres son las más afectadas

La experta remacha que el caso de la mujer sobresale: cada vez es más afectada por la crisis generalizada del país, especialmente las que viven en entorno de alta vulnerabilidad.

“En zonas populares y/o rurales, las mujeres tienen una edad promedio entre 20 y 30 años y, a esta edad ya tienen dos o tres niños o niñas, uno de ellos en período de lactancia. Generalmente, es madre soltera, vive en viviendas multifamiliares, no tiene fuente de ingreso, a excepción de algún bono del gobierno”, da cuenta la experta.

“Al igual que el resto de la población, no cuenta con acceso a servicios de salud adecuados, ni servicios públicos de calidad”, añade Candela.

– ¿Qué hay de la desnutrición infantil? ¿Cuál es la data dura?

– Los datos sobre desnutrición aguda, se ha venido registrando por organizaciones no gubernamentales, como Cáritas, que, desde 2016, ha ofrecido información sobre el monitoreo de niños menores de 5 años, en comunidades con alta vulnerabilidad. Las cifras emanadas del sistema de vigilancia han dado cuenta de la severidad de la situación, que han variado entre la crisis y la emergencia, con prevalencias mayores a 10% y 15%, respectivamente.

¿Cuál es la fuente? Los boletines SAMAN, de Caritas Venezuela.

Los datos oficiales más recientes

La última data oficial es puntual –indica la entrevistada- y se publicó en 2022, a través de un documento en el que se lanzó el Plan Venezuela libre de vulnerabilidad nutricional.

“Los datos provienen de 917 parroquias, en las que se evaluó la vulnerabilidad nutricional, resultando que 51% de estas tenían vulnerabilidad nutricional superior a 10%, con diferentes grados de severidad: 23,7% grave, 12,5% crítica, 14,8% extremadamente crítica», desglosa de manera minuciosa.

La mayor cantidad de parroquias con mayor severidad (vulnerabilidad mayor o igual a 20%) se ubicó en los estados Falcón (28), Trujillo (16), Aragua (13) y Zulia (11).

Candela asevera que, en torno al retraso en talla en menores de cinco años, las cifras han alcanzado 30%, según datos de Encovi y Cáritas, entre otras organizaciones.

Las referidas cifras se consideran elevadas y de alto riesgo, calibra la experta, si se considera el impacto negativo que tiene esta condición en el desarrollo del niño, incluida su capacidad cognitiva, habilidades sociales, riesgo de enfermedades crónicas en la etapa adulta, lo cual a su vez impacta negativamente la productividad del país.

La “bolsa Clap”, la cual representa un ahorro de 23 dólares promedio al hogar, que cubre 18% de las necesidades calóricas de la familia.

El efecto CLAP

– ¿El gobierno está tomando algún tipo de medidas para atacar estos problemas? Si es así, ¿Cuáles?

– Para abordar la inseguridad alimentaria en el hogar, la única estrategia disponible es el subsidio de alimentos, representado por la “bolsa Clap”, la cual representa un ahorro de 23 dólares promedio al hogar, que cubre 18% de las necesidades calóricas de la familia15% de las proteínas12% de las grasas y 22% de los carbohidratos, lo cual no cubre las deficiencias en la dieta de los venezolanos con mayor vulnerabilidad.

La experta remarca que existen grandes deficiencias, y han sido señaladas en relación con este plan de distribución de alimentos, “dentro de las cuales se cuenta la baja cantidad y calidad de los productos, baja frecuencia en la entrega, hasta ser una herramienta de control político a nivel local”.

¿Cómo está la ingesta de proteínas?

Consultada sobre el porcentaje en el cual ha caído la ingesta de proteínas en los hogares, la colaboradora de Cáritas Venezuela apunta que “la última cifra sobre el consumo de proteínas se publicó en 2015, a través de la encuesta nacional de consumo de alimentos. Para este entonces la adecuación del consumo proteico fue adecuado (110,8%), pero ya comenzaba a mostrar desmejoras en relación al año 2012 (112,8%)”.

Los hallazgos reportados por otros entes, comenta la portavoz, indican que los hogares tienen menor acceso a alimentos de origen animal, como carne, pollo, pescado, leche, queso y huevos, debido a su alto costo. Estos representan, en su conjunto, el 52% del costo de la canasta alimentaria familiar, además de ser unos de los grupos con mayor incremento de precios, cada mes.

“En junio 2024, fue el segundo grupo con mayor incremento en su precio (2,75%)”, ofrece data dura, que ataca de modo directo la médula del tema.

El déficit proteico en la alimentación de los venezolanos -avanza en su declaración- también se puede captar en las consultas cualitativas sobre seguridad alimentaria en los hogares.

“Al considerar situaciones en las que las personas comen menos alimentos saludables, menos variedad de alimentos, que según ENCOVI, fue de 68,4% y 66,6% en los hogares consultados en 2023”, informa con contundencia.

Esta situación –pone en la balanza- es exacerbada en la medida que empeora la inseguridad alimentaria en los hogares, en los que se reporta “comer menos” o “dejar de comer durante un día”, que según esta misma encuesta ocurrió en 46,9% y 12,2% de los hogares entrevistados, respectivamente.

Reactivar la producción alimentaria, a través del fortalecimiento del sistema agro-productivo, con mayor inversión y mejoras en el acceso a insumos es una de las principales soluciones a la crisis alimentaria.

Las medidas que deben adoptarse

Ahora bien, cabe hacerse una pregunta crucial. ¿Cuáles son las tres principales medidas que deberían adoptarse para -al menos- hacer menos grave la situación alimentaria?

Son las que siguen: Reactivar la producción alimentaria, a través del fortalecimiento del sistema agro-productivo, con mayor inversión y mejoras en el acceso a insumos, maquinaria, créditos, seguridad en el campo, acceso a combustible, unidades de transporte, mejor infraestructura vial, entre otros.

Asimismo, mejorar el poder adquisitivo de los hogares, centrado en el incremento de salarios al nivel del costo de la canasta básica, que incluye alimentación y otras necesidades.

Luego, la protección alimentaria y transferencias monetarias a la población en pobreza extrema, con programas integrales que permitan fortalecer los medios de vida y propiciar el desarrollo en el corto plazo.

Por otra parte, se incluye la mejora de los servicios básicos de agua, electricidad, gas doméstico, saneamiento, salud, educación, “clave para garantizar el adecuado estado nutricional y de salud de las personas, con perspectivas de derecho y las libertades requeridas para el disfrute del bienestar”.

Sobre el apoyo de los entes multilaterales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o la Corporación Andina de Fomento (CAF), subraya que en Venezuela se ejecuta el Plan de Respuesta Humanitaria (HRP), coordinado por las agencias de Naciones Unidas y junto con organizaciones nacionales e internacionales.

Candela dice que -hasta ahora- se han ejecutado cuatro ediciones de este plan. “La meta poblacional planteada al inicio de este plan fue de 2,6 millones de personas, duplicando para el plan 2023”, indica.

Y actualiza la data anterior: “En el primer semestre de 2024, se ha alcanzado 1,1 millones de personas, de las cuales 48,3% se han atendido con alguna estrategia enmarcada en la seguridad alimentaria y medios de vida. Esto, con apenas el 11,7% de los fondos requeridos, que han sido recibidos en este periodo”, relata Yngrid Candela.

Población meta 5.200.000 personas

¿El futuro de este plan? “Dependerá de la recaudación de los recursos requeridos para atender a la población meta, alrededor de 5,2 millones. También de los mecanismos facilitadores por parte del gobierno para el libre desempeño de las organizaciones de la sociedad civil que han sido garantes del éxito en estos espacios y que son clave para, desde la emergencia, forjar estrategias para encaminar a la población por el sendero del desarrollo”, se ahorra toda media tinta.

Esto, complementa Candela, con la articulación con otros entes importantes, como la academia, el sector privado, organizaciones internacionales, entre otros.

Estos planes –asegura- tienen un triple enfoque: atender la emergencia de la población más afectada, a la vez que se fortalecen los medios de vida, “entre otros factores necesarios para fortalecer competencias que garanticen resultados sostenibles que permitan reconstruir el país, en un marco que fomente el desarrollo y se concrete la paz”, remata la experta.

Alejandro Ramírez Morón – Banca y Negocios

 

Traducción »