Cuando se publique el presente artículo de opinión, estaremos a solo 48 horas del evento electoral, que culminará con la elección del próximo Presidente de la República, por supuesto que también estará culminada la sui generis campaña electoral que presenciamos y observamos los ciudadanos, período dentro del cual se sucedieron un conjunto de hechos y declaraciones que necesariamente ameritaron análisis de la opinión pública en su momento, dado que fueron de interés general, para determinar el grado de libertad que tuvo ese aparente período de promoción de ideas de los candidatos, tendente a captar adherentes para su causa. Así los electores, fuimos informados de las nuevas promesas que hacía el candidato oficialista, luego de más de dos (2) períodos constitucionales al frente del Poder Ejecutivo nacional y de las promesas y programa de gobierno ofrecido por su principal contendiente, junto con las vicisitudes que confrontaron y aún enfrentan.
Se ha dicho suigeneris campaña electoral también, porque se observó que, el arte de persuadir fue sustituido por el de disuadir. Así, se buscó fortalecer electoralmente cada bando, se hicieron radiografías nada reposadas de cada uno de ellos, las cuales deberían ser evaluadas por los ciudadanos, mediante una reflexión electoral muy particular, previa al acto de sufragar, con el propósito de pensar bien su voto, y determinar si el país transita por caminos de felicidad, bienestar y prosperidad, si hay que seguir con el actual gobierno, o si por el contrario hay necesidad de una alternancia en la administración del poder. Lo ideal sería que, dicho examen de conciencia exhaustivo, lo hicieren sin recibir influencias políticas externas que, puedan modificar de algún modo su decisión final. De ahí que, cualquier actividad que implique desde la calle supervisión o control del voto ciudadano, este dejará de ser libre y de acuerdo al pensar de cada quien.
Los ciudadanos desde ya, debemos rechazar cualquier presencia partidista o grupal cerca de los centros de votación, nada de toldos o puntos instalados con cualquier subterfugio, para inducir el voto, lo que por lo demás de darse sería ajeno a la ética electoral, que prohíbe expresamente este tipo de actividades, aunque se traten de encubrir como de colaboración con el proceso electoral, pues se supone que ya para el 28 de julio, el ciudadano está suficientemente informado sobre los pasos que debe seguir ante la mesa de votación a la cual llegará seguramente en un estado de conciencia plena, sobre cómo debe votar, sin tutelaje alguno. Así las personas que, el día anterior a la votación, no hayan decidido por quien votar, pueden reflexionar al respecto, buscar información, pues ese tiempo, será un lapso útil para cumplir con el rol de ciudadano consciente de nuestra realidad, para que el voto que se emita sea un voto sincero.
Sobre la reflexión en términos generales, cabe decir que, es considerada como uno de los actos más trascendentales y originales que realiza el ser humano; ya que solo el hombre tiene la capacidad de razonamiento, haciendo posible el poder indagar acerca de todo lo que lo rodea y sobre sí mismo. La reflexión tiene una clara conexión con la capacidad de comprender el mundo exterior. Al reflexionar se crea conocimiento, es decir, se puede obtener una visión completa de las circunstancias perceptibles, pudiendo encontrar algunos patrones que den cuenta de irregularidades. De lo anteriormente opinado, se desprende que, ningún ser humano puede pensar por otro, aunque sí puede haber coincidencias sobre la manera de ver el país, nadie puede dejarse manipular en ese sentido, menos para cumplir con un acto electoral, que exige de los ciudadanos verificar por cuenta propia, la situación del país, no informarse por los demás, porque ello equivaldría a renunciar en parte al derecho a tener un juicio propio sobre los distintos aspectos, que se juegan en una elección.
Meditar sobre aspectos como, si el ciudadano común está protegido ante los excesos del Poder Público, por las instituciones creadas en la Constitución, si la economía en los años de Gobierno del actual Presidente, candidato a la reelección, ha sido próspera y de crecimiento, si servicios públicos como educación, salud, electricidad, agua potable o abastecimiento de gasolina y gas, se han prestado con continuidad, eficiencia y si se han modernizado, si los trabajadores devengaron salarios dignos y suficientes, si se generaron fuentes de empleo, que les permitió contar con un considerable poder adquisitivo, si la hacienda pública ha sido manejada con pulcritud y rendición de cuentas, si las relaciones internacionales de nuestro país con naciones de américa, se han mejorado, y se han manejado como política de Estado; si a Venezuela ha llegado inversión extranjera o inclusive nacional, si hay seguridad jurídica para los capitales y en general para la propiedad privada.
En definitiva, la reflexión electoral de los ciudadanos, previa al acto de votación, puede significar darle nuevos aires al país en distintos órdenes, resolviendo de paso una situación política y gubernativa que, no brindó hasta el presente alternativas de bienestar a la población y, sobre todo a miles de jóvenes que partieron del país en busca de mejores destinos; reflexionar sobre la necesidad de reformar una legislación electoral ventajista y ciega, que se desentiende de los excesos del poder y, somete a los ciudadanos en cada elección a una inquietante incertidumbre, por las diversas conjeturas que el comportamiento del Gobierno y sus instituciones aliadas generan; pensar si en realidad el actual Gobierno garantiza la paz, en sus distintas modalidades, en fin reflexionar si le conviene al país, otros seis (6) años de la actual gestión y si de proseguir, ello atraería a esta tierra a muchos venezolanos idos o impediría que se fueran, en fin reflexionar a horas de la votación, bien vale la pena.