Alberto Acosta: Dejen de explotar el ITT – Yasuní en Ecuador

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Repetir la mentira hasta que parezca verdad, recomendaba Joseph Göbbels – Ministro de Propaganda nazi.

Una oportunidad económica y un imperativo democrático

Son campeones en reclamar seguridad jurídica, pero cuando aparece algún temblor que puede contradecir su dogma neoliberal o más aún afectar los privilegios de los sectores más acomodados, no dudan en recurrir a todo tipo de falacias, poniendo en riesgo la misma seguridad jurídica. Basta ver cómo defendieron durante la consulta popular y hoy siguen defendiendo la explotación del petróleo del ITT-Yasuni, repitiendo cansinamente una larga lista de infundios, destinados a aterrorizar a la población; mensajes difundidos masivamente a través de los grandes medios de comunicación privados, cabe anotar.

Basta remitirnos a una suerte de publireportaje publicado recientemente en un diario de circulación nacional. [1] Allí, un analista, bien cotizado mediáticamente, ante la decisión popular de parar la explotación de crudo del ITT, se rasga las vestiduras por “la millonaria pérdida de ingresos al Presupuesto del Estado (que) profundizará el déficit fiscal, tornándolo inmanejable, al tiempo que volverá imposible la sostenibilidad de las cuentas públicas, con sus perversos efectos para la estabilidad macroeconómica, la atracción de inversiones, el crecimiento de la economía, la creación de empleos y reducción de la pobreza”. Cerrar esta brecha fiscal equivaldría “a incrementar el IVA del 15 % al 18 %, duplicar los impuestos arancelarios, o aumentar en un 20 % los niveles de impuesto a la renta”. Se completa este mensaje, tan propio del “terrorismo económico”, con los “atrasos en los pagos al IESS, GADs y proveedores podrían alcanzar niveles insostenibles, con la consecuente ingobernabilidad”. Y, además, dicha no explotación “afectará de modo importante el ya débil crecimiento económico”.

La realidad desbarata este discurso. Bastaría con aceptar que la recesión de la economía ecuatoriana es responsabilidad, en gran medida, de la aplicación de la teología neoliberal. El austericidio que provoca dicha lógica librecambista -empeñada en reducir el tamaño del Estado a como de lugar- está a la vista. Impacta negativamente en lo productivo, en lo social, en lo energético e inclusive en la seguridad ciudadana. Y todo debido, en especial, a la sistemática destrucción de la inversión del sector público con impactos brutales en la economía y la sociedad.

Por cierto, la seguridad jurídica es apenas una muletilla. No les preocupa el nefasto mensaje que se da dentro y fuera del país, una y otra vez, al irrespetar los resultados de las consultas populares que frenan los extractivismos minero y petrolero. En realidad, les importa un bledo la voluntad mayoritariamente expresada por el pueblo ecuatoriano en las urnas el 20 de agosto pasado para dejar el crudo del ITT o Bloque 43, desmontando toda la infraestructura allí instalada. No les interesa para nada una seguridad jurídica integral, sino exclusivemente aquella que asegure réditos al capital.

La contribución efectiva del Yasuni– ITT al fisco

Un análsis con datos reales desbara las cifras, que repiten cansinamente algunos analistas y periodistas, que afirman (¿mienten?) que la no extracción del crudo del ITT afectaría al fisco en 1.000 millones, 1.200 millones o muchos más millones de dólares al año.

Veamos con datos oficiales lo que pasó el año pasado. Los ingresos petroleros totales al fisco en el 2023 llegaron a 1.529 millones de dólares, apenas el 66% de lo presupuestado, que fue de 2.317 millones. Si el ITT aporta con el 12% de esos ingresos totales, el Estado recibió apenas unos 183 millones de dólares de esos tres campos: Ishpingo, Tambochocha, Tiputini. Eso significa que incluso si cumplía lo presupuestado el aporte del ITT habría bordeado menos de los 300 millones.

En la proforma del 2024 se incorporó la reducción de los ingresos provenientes del ITT. Sin embargo, aún en caso de que no se suspendiera dicha explotación, serían montos similares o aún menores a los del año 2024, debido también a la declinación de las tasas de extracción de petróleo.

De la información presupuestaria disponible se puede concluir que los ingresos fiscales que generó el ITT bordearon en promedio entre 200 y 350 millones de dólares anuales. Es más, debido a la creciente viscocidad del crudo en esos campos, se presenta una clara tendencia declinante en términos de tasa de extracción de crudo, pues sus pozos tienen una vida corta, con una rentabilidad decreciente, tal como sucedió en los cercanos Bloques 16 y 67, manejados hasta hace poco por REPSOL, empresa que se retiró anticipadamente por esa razón.

EL ITT – Yasuni no es un buen negocio para el Estado

Recurramos a un análisis adicional, que concluye que el Estado ahorraría una importante cantidad de dinero al cerrar el Bloque 43 o ITT. Se trata de una extracción subsidiada, generadora de pérdidas. Esto se debe a los altos costos de extracción del crudo, que son mayores a los ingresos.

El economista Andrés Albuja Batallas[2] parte de la siguiente premisa: el costo de extracción promedio estimado del barril de petróleo ITT sería de 69 dólares por barril, lo que restado del precio promedio del crudo pesado de dicho campo, estimado en 57 dólares por barril, nos daría un diferencial negativo de 12 dólares por barril. Este valor multiplicado por el volumen de crudo extraido -135 millones de barriles de crudo – nos da un monto total de pérdidas calculado en 1.618 millones de dólares en los próximos 20 años, es decir hasta el año 2043 (suponiendo que hay reservas para una extracción tan larga).

De esta manera, si aceptamos esos cálculos y proyecciones, con la suspensión de la extracción de crudo del ITT, el Estado dejaría de absorver los subsidios y pérdidas por esta costosa extracción petrolera, en la que algunas empresas privadas prestadoras de servicios petroleros -sobre todo chinas- son las beneficiarias.

Falso que la dolarización estaría en riesgo

Se ha dicho -en el colmo del paroxismo del “terrorismo económico”- que la no extracción de crudo del ITT o Bloque 43 provocaría una grave afectación a la balanza de pagos y por ende llevaría al fin de la dolarización.

Tengamos presente que no todos los ingresos por exportaciones petroleras son ingresos netos para la economía nacional. En primer término, se deberían descontar todos los gastos por importaciones de equipos y material que requiere la actividad hidrocarburífera en el ITT, que en su casi totalidad no se fabrican en Ecuador. Igualmente habría que restar el monto de las remesas por utilidades de las empresas extranjeras -sobre todo chinas- que trabajan en la zona del ITT – Bloque 43. (No nos olvidemos que todo los ingresos petroleros se destinan al servicio de la deuda externa…)

Sostener que la reducción en el ingreso de divisas por la no exportación del crudo del ITT va a afectar la dolarización, no tiene asidero alguno. Bastaría con recordar como cayeron los ingresos de las exportaciones de petróleo del año 2019 al año 2020 -de 2.450 millones de dólares a 626 millones-, sin que se llegue a poner en riesgo la dolarización, transformada -torpemente- en el gran objetivo de la economía ecuatoriana.

Otros beneficios de no explotar el ITT – YASUNI

Adicionalmente, aunque esto no debe preocupar para nada a quienes defienden continuar con la extracción de crudo del ITT, habría un incuantificable ahorro socioambiental. Si recordamos lo que ha sido la actividad petrolera en la Amazonía, a más de los destrozos que provoca desde hace más de medio siglo, bien podemos traer a la memoria que esa región es la más pobre todo el país y que la sociedad ecuatoriana en su conjunto tampoco ha logrado superar sus condiciones de pobreza e inequidad.

 

En concreto, si consideramos que la vida no tiene precio, suspender la extracción de petróleo del ITT o Bloque 43 coadyuva a proteger el territorio de los pueblos en aislamiento voluntario, a cuidar el enorme potencial de biodiversidad existente, a aminorar los desbalances ambientales y, también, a liberar paulatinamente a la Amazonía de su condición de territorio de sacrificio.

Por lo tanto, sin caer en la trampa del mercado, la valorización del Yasuní-ITT debería realizarse también a partir de múltiples consideraciones sobre su aporte en términos de biodiversidad. También deben considerarse los bienes comunes involucrados, como el aire y el agua. En suma, importa también la lucha contra el calentamiento global, pero sobre todo los derechos de los pueblos indígenas, en este caso especialmente de aquellos pueblos que no tienen voz: los pueblos en aislamiento voluntario.

El ITT no cumplió con las expectativas de sus reservas

Las reservas con las que justificó la explotación del Bloque 43 o ITT -Ishpingo, Tambococha, Tiputini- no aparecen en la práctica.

En 2013, cuando se autorizó la explotación del ITT, se decía que las reservas eran de 840 millones de barriles de crudo pesado. Y que se las explotaría durante 23 años, con una extracción máxima de 225 mil barriles diarios al sexto año de actividades.

Luego, en el 2016, ya avanzadas las tareas para explotar el crudo del ITT, se duplicaron -con tremenda propaganda mediática- las reservas a 1.672 millones de barriles, ofreciendo un pico de extracción de 300 mil barriles por día en el sexto año.

Las cifras reales de extracción de crudo están muy lejos de esas expectativas. En agosto de 2019, se llegó a la tasa máxima de extracción de 80.012 barriles diarios de petróleo. Para junio del 2022 la tasa de extracción había caído a unos 60 mil barriles por día. Y en la actualidad la tasa de extracción diaria bordea los 55 mil barriles o quizás menos.

La realidad demuestra, además, que se extrae no solo menos petróleo, sino que éste pierde calidad de forma sostenida. Como para que no quepa la menor duda el entonces ministro de Energía y Minas, Fernando Santos Alvite, conocido públicamente por su entusiasmo por la extracción de crudo, aceptó públicamente que en los últimos pozos de exploración en dicho bloque solo se obtiene “un crudo pesadísimo, una verdadera melcocha que no puede moverse al oleoducto”. Además, se sabe que cada vez fluye más agua de formación, que es en extremo contaminante: se estima que por cada 11 barriles de agua que se extraen, uno es de petróleo.

Las últimas cifras de Petroecuador sobre las reservas remanantes en el ITT hablan de 282 millones de barriles. Esta cifra demuestra que los 1.672 millones de barriles del año 2016 no se sostenía en criterios técnicos.

De hecho las disponibilidades de petróleo en toda la Amazonía declinan. En total, con datos del año 2021, las reservas remanentes llegarían a unos 2.062 millones de barriles: 1.370 millones de reservas probadas; 292 millones, reservas probables; 400 millones, reservas posibles. Lo que, en buen romance, anticipa que el Ecuador dejaría de exportar petróleo en unos 8 años, fecha que depende, sobre todo, del consumo interno. Adicionalmente, los posibles nuevos descubrimientos de crudo en la Amazonía serán de yacimientos cada vez más pequeños, con un crudo de baja calidad. Y bien sabemos que no se puede seguir explotando hidrocarburos que terminan por carbonizar más y más la atmósfera.

Se acerca el fin del período en el que el petróleo era el pilar de la economía ecuatoriana. Razón más que suficiente para transitar hacia una economía postpetrolera.

Salir de la trampa de los extractivismos

Ecuador ha sido un país-producto -país-agroexportador, país-petrolero- durante toda su vida republicana. Los problemas estructurales propios de esta modalidad de acumulación son inocultables. Economía y Estado con profunda propensión al rentismo. Sociedad plagada de clientelismos. Práctica política autoritaria, corrupta, sustentada en acciones violentas de todo tipo.

De seguir atado a los extractivismos, el futuro augura al país un papel cada vez más dependiente y periférico, no mayor “prosperidad”. Si el Ecuador no sale de esta trampa, seguirá rezagado de los grandes cambios tecnológicos que el mundo está presenciando. Por ello, para una transición hacia el post-extractivismo es crucial considerar que el propio país deberá vivir, tarde o temprano, su propia transición tecnológica y energética. En la era donde el manejo y procesamiento de grandes cantidades de información se vuelve cada vez más importante, el país no puede seguir siendo un país-producto, simplemente proveedor de meras materias primas.

Antes de cerrar estas breves líneas, debe quedar claro que alternativas de financiamiento para esta transición existen. Puntualmente hay varias opciones para cerrar la brecha fiscal y la brecha en la balanza de pagos, que no serán tan grandes e inmanejables como pretenden hacernos creer los cultores del “terrorismo económico”. El punto clave para cubrir cualquier desbalance fiscal es una política tributaria sustentada en el principio básico de quien más gana y más tiene, más contribuye. Además, habrá que revisar todos los subsidios que benefician a los grupos más acomodados, como son las exoneraciones, incentivos y beneficios tributarios que, desde hace muchos años, superan largamente a los ingresos petroleros. Desmontar los equipos allí instalados -tarea que, en cualquier caso, se debe acometer-, representa una inversión de futuro que protege la vida de seres humanos y no humanos, cuyo financiamiento se podría conseguir inclusive en el marco de la lucha internacional contra el cambio climático.

En síntesis, si no ponemos en marcha ya un proceso post-extractivista, que fortalezca las capacidades productivas locales desde lógicas de acumulación distintas a las actuales, podemos vivir una complicada decadencia extractivista a la fuerza con recursos petroleros cada vez más escasos, y recursos mineros que nunca cumplirán con las falsas expectativas creadas. Se continuará sacrificando comunidades y Naturaleza, desperdiciando valioso tiempo para impulsar las transiciones, sumiendo más y más a la población en un sinfín de incertidumbres.

Dejar de explotar el crudo del ITT, en consecuencia, es un primer paso concreto y planificado en la senda post-extractivista, dispuesto democráticamente por el pueblo ecuatoriano hace casi un año.-

Alberto Acosta: Economista ecuatoriano. Ministro de Energía y Minas del Ecuador (2007). Presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador (2007-8).

Notas:

[1] Ver la primera página y el texto de la Revista Semanal del Diario La Hora, domingo 21 de julio del 2024.

[2] Ver su análisis en https://www.linkedin.com/feed/update/urn:li:ugcPost:7221498127084568576/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

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