Kaoru Yonekura: Ni fuego en el 23

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La parroquia 23 de enero despertó a las 4:30 am cuando sonaron los fuegos artificiales de los sectores La Piedrita y Cuartel 4F.

No sonó la diana a las 6:00 am como en elecciones anteriores. No pasaron los camiones con música, sino entre quince y veinte motorizados encapuchados, vestidos de negro y portando armas largas. Ningún elector se sorprendió, como tampoco se sorprendió porque Maduro votó tempranito. De hecho, el 23 hizo lo mismo: salió muy temprano a votar hasta en los centros electorales de una sola mesa de votación. A nadie le incomodó que cada uno de los 54 centros de la parroquia tenía un “punto rojo” justo al frente. A muchos les animó ver el logro del Plan República: meter uno que otro militar dentro del barrio.

“Es verdad lo que te dijo la señora Gladys [del sector Sierra Maestra]: esto es una ‘calma inusual’. Cuando Maduro-Capriles [en 2013] había más gente pa´llá y pa´cá, más bochinche, música por todos lados. En la elección de la Asamblea Nacional [en 2015] también. Esto está más tranquilo que cualquier domingo, pero es una tensa calma, así la siento, menos en La Piedrita y Zona F”, dice José, vecino de los alrededores del Cuartel 4F.

Pero en la Zona F hasta los puestos de venta de sopa estaban cerrados. No hubo fiesta electoral, aunque sí alguna cerveza para el calor de la calle. El Cuartel 4F estaba abierto al público, pero sin visitantes. El quiosco-capilla del “Santo Hugo Chávez del 23” estaba sin flores ni vela ni creyente. Pareciera que olvidaron que hoy Chávez cumpliría 70 años y que su regalo fue la promesa de otro triunfo de su revolución.

Antes de las 3:00 pm, quedaban pocos electores en las colas de los centros más emblemáticos: la Coordinadora Simón Bolívar y el liceo Manuel Palacio Fajardo, donde votaba Chávez y donde votaron María Gabriela, Rosa Inés y Jorge Arreaza sin shows ni tarima. Desde el megáfono de La Piedrita, Carmen Meléndez llamó a votar. Justo después, a las 4:25 pm, sonó el cañonazo del Cuartel y con él retumbó el susurro de un vecino: “Vamos perdiendo, chamo”.

Vaya cumpleaños.

 

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