Nicolás Maduro quemó las naves, por Pedro Benítez

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La crisis de Venezuela.

Hasta ahora el partido/Estado nunca había desconocido un resultado electoral que le fuera adverso. Luego de haber incurrido en todo tipo de abusos y jugado con el ventajismo que le ha sido característico, admitía un revés electoral para, a continuación, anular sus consecuencias políticas. Fue lo que sucedió con la consulta por la reforma constitucional de 2007, pasando por la Alcaldía Mayor de Caracas en 2008, hasta el caso más claro de todos: la elección de la Asamblea Nacional 2015.

Pero desde el pasado 28 de julio Venezuela entró en otra etapa. La magnitud del fraude electoral ocurrido esa noche no tiene precedentes en la accidentada historia latinoamericana. Tampoco en lo grotesco de su puesta en escena por parte del régimen. Por citar dos ejemplos; en la elección de Bolivia en noviembre de 2019 y la primera vuelta de Perú en 2000, re-reelección de Evo Morales y Alberto Fujimori respectivamente, nunca quedó del todo claro quién ganó o perdió o el margen del resultado, aunque las crisis políticas que aquellas diatribas desataron les costaron el poder a los dos.

En cambio, a la vista de todo el mundo, quedó evidenciado la abrumadora e inocultable ventaja que Edmundo González le sacó al candidato/presidente el pasado domingo; entre otras cosas, pero principalmente, por la minuciosa y efectiva organización electoral montada por María Corina Machado, que ha recabado (hasta el momento de redactar esta nota) el 90% de las actas de ese proceso comicial.

Maduro burla a Biden

También ha ocurrido a la vista del todo mundo, literalmente, la feroz represión desatada contra la protesta social, provocada por la indignación ante el golpe contra la soberanía popular, en las zonas más populosas de las principales ciudades que, como saldo, ha dejado (hasta este momento) más de 177 detenciones arbitrarias, 11 desapariciones forzadas y por lo menos 16 asesinatos.

Por su parte, los gobiernos democráticamente elegidos de la región se encuentran desconcertados ante la desfachatez y el cinismo de la elite cívico-militar que domina el país. Unos saben que aislar más a Venezuela no servirá de mucho, pero no se pueden quedar con los brazos cruzados; mientras que otros (México y Brasil) no pueden justificar abiertamente el hecho consumado por Maduro, aunque quisieran.

Lo que sí ha quedado claro para todos es que a Maduro no le interesa, ni le ha interesado jamás, ninguna negociación que pueda implicar su salida del poder. Lleva 12 años en Miraflores, más que Marcos Pérez Jiménez, y aspira llegar a 18 años, solo por detrás de Juan Vicente Gómez. Por esa razón incumplió los Acuerdos de Barbados; se burló de la administración Biden y del reino de Noruega; despreció el puente de plata que Gustavo Petro (respaldado por Lula Da Silva) le ofreció; y terminó por consumar el fraude electoral el pasado domingo. Su objetivo es la perpetuación personal por encima de la voluntad de los venezolanos y está dispuesto a hacerles pagar el costo que sea. Esa es la cuestión central.

Ruido

Cuando Elvis Amoroso leyó sus inverosímiles números se quemaron todas las naves. No hay vuelta atrás. Si Maduro retrocede o da muestras de debilidad se cae. Todo régimen de estas características se sostiene, al menos, de tres pilares; dos de los cuales son, el monopolio de la fuerza y ausencia de una oposición organizada como alternativa. El fracaso de la estrategia oficialista ha consistido en impedir esto último, lo que empieza a generar ruido entre los militares.

Además, se terminó de quebrar la red de control social del chavismo. El tercer pilar desmoronado. Edmundo González sepultó en votos a su rival en todos los otrora bastiones del oficialismo. Resulta sorprendente observar los resultados en la mayoría de los centros de votación de una mesa, que de manera artera se ubicaron en los edificios de la Misión Vivienda. Y no menos significativo apreciar a la multitud de jóvenes que, en los videos que han corrido en las redes sociales, protestan y destruyen las imágenes del actual mandatario, así como las de su antecesor. Jóvenes que no conocen otra Venezuela que está. Nacieron o crecieron bajo Chávez y Maduro. Son los hijos de los votantes chavistas. Ellos saben que, o esto cambia, o sencillamente no tienen otra alternativa que la de emigrar.  La venezolana no es una sociedad que haya sido domesticada.

Lo sostienen las bayonetas

En ese sentido, no hay forma ni manera que Maduro ni sus candidatos puedan competir más nunca en una elección con estas o en peores condiciones. Todos los resultados electorales serán falseados por este CNE tal como ocurrió el pasado domingo.

Si algo debería quedar meridianamente claro es que a él lo sostienen las bayonetas. Ninguna otra cosa. Su situación se parece cada vez más a la del presidente uruguayo Juan María Bordaberry que, a raíz del autogolpe de junio de 1973, terminó siendo prisionero de los militares, y estos de él.

Esto no quiere decir que los políticos opositores y la comunidad internacional no deban seguir exigiendo que el CNE presente los resultados de la elección presidencial, centro por centro, mesa por mesa, acta por acta.

Maduro y el chavismo, atrincherados

Tampoco desistir de mantener abiertos los canales de negociación con Miraflores. Eso es lo correcto, es lo que se debe hacer. Pero no nos engañemos, el 28 de julio puso también en evidencia que esto no se trata de un conflicto en un país polarizado, entre dos sectores que no se entienden y necesitan a un tercero como facilitador.

Aquí lo que hay es un grupo armado y atrincherado en el poder, en contra de la voluntad de toda una sociedad.
Por lo momentos, Maduro espera sobrevivir a este huracán, para luego llamar a otro diálogo y en el proceso intentar sacar del juego a su principal obstáculo: María Corina Machado. El ataque viene en su contra. De hecho, ya los analistas de ocasión preparan el argumento según el cual el Gobierno hizo lo que hizo porque no le podía entregar el poder a ella. Esa será la cortada.

Sin embargo, si la primaria del 22 de octubre la empoderó, el 28 julio lo hizo todavía más. Ante los venezolanos y ante el mundo. Como acaba de comentar el ex presidente del gobierno español, Felipe González: “si el régimen la toca, el destino de Maduro será la Corte Penal Internacional; tardará más o tardará menos, pero ese será su camino”.

Al Navío

 

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