La semana ha sido clarificadora sobre la incógnita que recorre los mercados desde el comienzo del año: ¿cuándo empezarán a bajar los tipos de interés los bancos centrales? Una duda que el Banco Central Europeo (BCE) despejó el pasado 6 de junio con un recorte de 25 puntos básicos, hasta el 4,25%, y que esta misma semana ha resuelto el Banco de Inglaterra (BoE) al rebajar el precio del dinero hasta el 5% desde el 5,25%. Y el próximo 18 de septiembre tendrá que mover ficha el referente de los mercados financieros, la Reserva Federal estadounidense, que el pasado miércoles repitió niveles y los dejó en el rango del 5,25%-5,50%, aunque con un mensaje muy esperanzador: Un recorte de tipos podría estar sobre la mesa en septiembre, afirmó su presidente Jerome Powell.
A tenor de lo que dicen y escriben los analistas y gestores parece que esta vez será la buena, en un año en donde ya se preveían recortes de tipos desde el pasado marzo. Los mercados prevén ahora tres recortes en 2024, lo que situaría el tipo de los fondos federales entre el 4,50% y el 4,75% en diciembre y dan una probabilidad del 73% a que la bajada de septiembre sea de 50 puntos básicos ante el temor de que una posible entrada en recesión. Además, esperan otros cuatro recortes en 2025, hasta situar el tipo en el 3,00%-3,55% a finales del próximo año. Pero hasta septiembre habrá una nueva pista con la reunión de los banqueros centrales en Jackson Hole a finales de agosto (22-24) donde se podría anunciar explícitamente el inicio de recorte de tipos con nuevos datos en la mano, explican desde Renta 4.
La marcha del empleo en Estados Unidos se encargó de dar la puntilla este viernes al publicarse unos datos más débiles de lo esperado y que la tasa de paro se elevara al 4,3%. A la evolución del mercado laboral habrá que sumar la de los precios de julio, después de que un mes antes cerrara en el 3%, todavía un punto por encima del objetivo del 2%. La mecha prendida por la evolución del mercado laboral ha quedado patente en el cambio de lectura que hacen los economistas. Los departamentos de análisis de Citi, Goldman Sachs o Bank of America se apresuraron el viernes a rehacer sus cálculos sobre la evolución de las tasas rectoras en Estados Unidos. Entre los más agresivos se sitúa ahora Citi, que apunta a una rebaja de 50 puntos básicos en septiembre y otro tanto en noviembre para moderarse a 25 puntos básicos en diciembre. En JP Morgan van un poco más allá y afirman que Powell tiene razones de peso para actuar antes de septiembre.
La reacción del mundo del dinero no se ha hecho esperar. El bono de Estados Unidos a plazo de 10 años ha bajado al 3,83% esta semana después de tocar un máximo del 4,66% el pasado mes de abril. Y el bono alemán también roza los mínimos del año en el 2,17%, nivel que no conocía desde principios de enero. Fuertes descensos en las rentabilidades que provocan la revalorización del precio del bono. Sin duda, los mercados financieros se han puesto en modo de bajada de tipos y las Bolsas también han distinguido estos días entre los beneficiados y perjudicados de un dinero más barato. En Asia, el índice japonés Topix registró el viernes su peor jornada en ocho años, mientras que en Europa, las pérdidas semanales se han cebado con los valores bancarios, mientras que los valores más defensivos han logrado sortear el envite de las ventas.
Raphael Olszyna-Marzys, economista internacional en J. Safra Sarasin Sustainable AM incide también en la evolución del empleo y el temor a que la Fed se haya pasado de frenada: Con una tasa de desempleo cada vez más alta, algunos inversores sostienen que la Reserva Federal ya debería haber empezado a relajar su política monetaria. Sin embargo, la Fed considera que el mercado laboral se encuentra en un punto óptimo y que es improbable que se deteriore significativamente en los próximos meses, aunque sigue atento a los riesgos a la baja, concluye.
Pero el escenario se complica en Estados Unidos con las elecciones previstas para el próximo 5 de noviembre que, de momento, dan una victoria a los republicanos con Donald Trump al frente. Paolo Zanghieri, economista senior en Generali AM, prevé cuatro recortes de tipos en 2025, aunque el ritmo de bajadas se podría frenar si el partido republicano gana y aplica con éxito su programa económico de un mayor déficit, una inmigración más lenta y los aranceles que supondrían claramente un riesgo al alza para la inflación. En este mismo sentido se manifiesta Chris Iggo, director de inversiones de AXA IM: Una presidencia de Trump sería positiva para los sectores del petróleo y el gas, las criptomonedas, la IA y los sectores que se beneficiarán del proteccionismo (automovilístico) y la desregulación (farmacéutico).
Y añade: En el lado negativo, la generosidad fiscal y una combinación de políticas inflacionistas que distorsionan el mercado podrían traducirse en un aumento de los rendimientos de la deuda pública y de los costes de endeudamiento de las empresas. Y, por último, Allison Boxer, economista de Pimco, apunta que las elecciones estadounidenses de noviembre podrían ser perturbadoras debido a cambios en la política comercial que podrían lastrar el crecimiento e impulsar la inflación.
El 12 de septiembre será el BCE quien decida sobre un nuevo recorte del precio del dinero. Los últimos datos de inflación de julio de la eurozona marcaron un 2,6%, con una subida de una décima sobre el mes anterior, lo que provoca algunas dudas entre los gestores sobre la senda de caída del precio del dinero. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, sugirió que septiembre estaba muy abierto y subrayó una vez más que el Consejo de Gobierno reaccionaría a los datos a medida que se fueran conociendo.
La otra clave es el crecimiento económico de la eurozona que entre abril y junio aumentó un 0,3%, con una evolución muy desigual y con el motor alemán con un dato negativo del 0,1%. George Curtis, gestor de TwentyFour AM (Vontobel) combina ambas variables para esperar que el BCE también baje tipos en septiembre. Aunque la inflación se mantiene por encima del objetivo del BCE, creemos que la ralentización del ritmo de crecimiento con respecto a las previsiones del BCE de junio respalda un recorte en septiembre. Sin embargo, la persistencia de las presiones salariales limitaría el número de recortes a dos en los próximos seis meses (frente a los aproximadamente 2,5 recortes previstos actualmente), ya que esperamos que el crecimiento siga siendo sólido, al menos fuera de Alemania, explica.
La teoría sobre los efectos de las bajadas de tipos debe pasar por el tamiz de la actualidad, donde se hace preciso hacer un llamamiento a la calma ante la volatilidad del mercado. Para la renta variable, un precio del dinero más barato mejora la valoración de las compañías, abarata la financiación y da brillo a la rentabilidad por dividendo frente a la más segura compra de bonos. Bajar tipos era a comienzos de año una necesidad imperiosa para que las tecnológicas pudieran seguir con su rally, pero lo han hecho sin este requisito. Las correcciones de estos días en estos valores obedecen más a los resultados publicados en el semestre y a las expectativas para el resto del año. Para Lewis Grant, principal gestor de la cartera de renta variable de Global de Federated Hermes Limited los tiros van por otro lado: El aumento de la probabilidad de una inminente bajada de tipos de la Fed beneficia a las pequeñas capitalizaciones y a las empresas de valor, y ha provocado el inicio de una gran rotación en las acciones, explica.
Una visión a la que se suma Julián Pascual, presidente y gestor de Buy & Hold, con una apuesta decidida sobre los valores de pequeña y mediana capitalización, más beneficiados por los recortes de sus tipos que abaratan su financiación. Pero extiende esta visión general al conjunto del mercado, ya que la suavización de tipos ya comenzada supondrá un impulso adicional para la revalorización de nuestras posiciones tanto en crédito como en acciones, concluye.
Los mercados de bonos han logrado en estos días salir de pérdidas, ya que han vuelto a niveles del comienzo de año. Desde la gestora Edmond de Rothschild indican que nuestra postura positiva respecto a los mercados de renta fija tiene por objeto asegurar las yields (rentabilidades) elevadas, especialmente en vencimientos inferiores a cinco años. Sin embargo, las recientes caídas de las rentabilidades de los bonos largos justifican cierta recogida de beneficios. Y Filippo Casagrande, director de inversiones Generali Investments se muestra positivo con la deuda a medio plazo. A corto plazo, preferimos los bonos europeos, en particular los alemanes, italianos y españoles. Estos dos últimos ofrecen mejores combinaciones de diferenciales en comparación con la deuda pública francesa, que podría sufrir una nueva ampliación si se estancan los avances fiscales, concluye. También la renta fija privada gusta a los expertos, beneficiada por la bajada de tipos que elevará el precio de los activos y respaldada por una situación económica favorable.
Todos estos argumentos positivos sobre los beneficios para los mercados quedan a expensas de las decisiones de la Fed y también del BCE en sus reuniones de septiembre. Si la inflación y la economía no chafan las previsiones llegarán por fin los tipos más bajos.
El País de España