La literatura posee una riqueza inigualable de géneros para hablar de realidades difíciles y bochornosas. Por ejemplo, las fábulas. Éstas son narraciones cortas, ya sea contadas en prosa o en verso, donde los personajes principales son animales que han sido humanizados, su voz ha sido transformada en palabra. Dichas historias se diseñan con el propósito de educar a través de la enseñanza moral que transmiten. Esta lección, moraleja, suele estar al final del relato, o puede estar implícita en el desarrollo mismo de la trama.
Si usted, amigo lector, busca en Internet una lista de famosos fabulistas, encontrará que el más célebre es Esopo; es frecuente citar también a Fedro, a La Fontaine, a Iriarte, a los Hermanos Grimm, como los más reconocidos.
En la Grecia clásica se le atribuyó a Esopo la invención del género donde se mueve como un retratista del vulgo y, por supuesto, de las flaquezas del ser humano; sus fábulas eran ampliamente reconocidas, y la primera referencia histórica que se tiene de Esopo proviene del historiador Heródoto (484-425); en sus escritos lo describe como un esclavo de un ciudadano de Samos quien le dio la libertad; asimismo, la popularidad de las fábulas de Esopo también fue confirmada tanto por Platón como por Aristófanes. Vale la pena señalar que el conocimiento de sus extraordinarias narraciones no se limita a lo académico, ya que se difundieron oralmente y se utilizaron como refuerzo fundamental de la lectura en las escuelas. La antología más antigua se remonta al siglo IV, escrita por el retórico Demetrio de Falero, alumno de Teofrasto. Hay cerca de quinientos relatos en esta recopilación, pero lamentablemente no se han conservado hasta nuestros días.
La temática principal de la fábula esópica se centra en las dinámicas interpersonales y sociales, las cuales son representadas desde una perspectiva irónica que cuestiona las estructuras de poder. Por ejemplo, en una de las fábulas más cortas, se narra la historia de una zorra que menosprecia a una leona por solo haber dado a luz a un cachorro. La leona responde con orgullo: «Es cierto que solo uno, pero es un león». Esta breve narración subraya la idea de que la calidad supera a la cantidad, ofreciendo una reflexión sobre el valor intrínseco de las cosas y desafiando las nociones preconcebidas.
Hoy, me acercaré a una de sus temáticas preferidas, las fábulas relacionadas con el mundo del manejo del gobierno de la época, donde se abordan lecciones sobre la concentración del poder, un riesgo político constante. Esta noción se ilustra en varias de sus fábulas, las cuales condensan conceptos obtenidos de la práctica y a menudo pasados por alto. Son fábulas con moraleja política que narran experiencias y sabiduría popular.
Leamos «Las palomas, el milano y el halcón». En algunas antologías contemporáneas, en la versión atribuida a Esopo, están comoprotagonistas el milano y el halcón; en la atribuida a Fedro, aparece solo el milano. He tomado la versión adjudicada a Esopo.
«Un grupo de palomas, aterrorizadas por la presencia de un milano, pidieron ayuda a un halcón para que las protegiera. Él accedió de inmediato. Sin embargo, una vez que las palomas lo aceptaron en su palomar, se dieron cuenta de que causaba mucho más daño y muerte en un día de lo que haría un milano en un año.
Moraleja: Es mejor evitar los remedios que resultan peores que la enfermedad».
En interesante hablar sobre esta fábula, ya que el grupo de las aves exhibe consistentemente la jerarquía de sus integrantes. El águila, el milano y el halcón son aves dominantes, conocidas por su comportamiento agresivo y agresivo. Su dominio se atribuye a sus rasgos biológicos, que incluyen ser carnívoro, depredador y de tamaño considerable. Los atributos mencionados contribuyen al desarrollo de la fábula, pues es costumbre que estas aves rapaces atrapen palomas, ruiseñores y otras aves frágiles. La fuerza y el poder están tradicionalmente y en ciertas teorías políticas estrechamente relacionados con la posición social, por lo que resulta lógico que el milano y el halcón sean elegidos rey, ya que su innata superioridad física contrasta con la fragilidad e indefensión de las palomas.
Otra diferenciación surge de esta jerarquización entre las aves, donde la individualidad del gobernante astuto se yuxtapone con la identidad colectiva de las ingenuas palomas, quienes, como era de esperar, otorgan autoridad al ave rapaz. La multitud no es fácilmente identificable, a pesar de la presencia de un solo rey. Además, la figura del «rey» es el punto más alto de la jerarquía social, ya que es imposible superar esta cima de la jerarquía y los rangos, al menos no en el ámbito de los humanos.
Es clara la advertencia contra las dificultades resultantes de la concentración del poder en una sola persona. Entonces, ¿por qué resulta sorprendente que el ave rapaz, conocida por su naturaleza como cazadora reprobada e infame, exhiba un comportamiento autocrático, engañoso y violento hacia aquellos que considera inferiores, mostrando así su dominio con garras feroces?.