Alberto Pinzón Sánchez: El eslabón más débil de la cadena imperialista global

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A medida que avanza la accidentada campaña para elegir presidente en EE. UU., se hace más evidentes las contradicciones de la clase dominante de ese país, entre Globalistas (demócratas) y Proteccionistas (republicanos), a la vez que aumenta la incertidumbre global, por ser esta poderosa potencia el hegemón único del sistema global de imperialismo actual, que controla (y pretende seguir controlando indefinidamente y a toda costa ) el orden mundial; opuesta por principio a impedir el surgimiento de un nuevo orden Multipolar compartido con las otras potencias y semi potencias capitalistas rivales a nivel global.

Hasta el 5 de noviembre 2024, (aprox. dentro de 3 meses) cuando se sepa quién será el presidente de los EE. UU. y cuál concepción político militar, y sobre todo, económica imperará a nivel global, continúa aumentando la incertidumbre entre socios directos y aliados del hegemón único. Por ejemplo, aquí en Europa, las preocupaciones generales trasmitidas por las redes sociales, noticieros y columnas de opinión periodística, giran especialmente en torno a las confrontaciones militares geoestratégicas de Ucrania y Gaza: Si se continuará el estatus actual, o si habrá variaciones y cambios importantes, etc.

Más opaca es la información económica que se impondrá, relacionada con la generalización de medidas proteccionistas como aranceles, cuotas, impuestos, subvenciones e incluso sanciones industriales y tecnológicas, que algunos denominan nacionalistas, o, si se ampliará el libre mercado global, la movilidad libre de capitales y de la mercancía fuerza de trabajo (emigración), la estabilidad monetaria y la seguridad y estabilidad financieras.

Pero como la realidad no se detiene en absoluto, tal y como lo habíamos sugerido en nuestra opinión anterior, complementaria: Ver el anuncio de la jefe del Comando Sur de los EE. UU. general Laura Richardson, anunciando la necesidad de lanzar un plan Marshall para América Latina, que puso el foco de atención en el eslabón más débil de la cadena imperialista global. Este 28 de julio, cuando se celebraron en la República Bolivariana de Venezuela las elecciones pacíficas, que todos pudimos ver, y dieron el triunfo institucional y constitucional al actual presidente Maduro, reconocido incluso por los más importantes países de Eurasia (Rusia, China, Irán, Qatar etc).

Ha quedado en claro cómo el sistema global del imperialismo puso en marcha un preparado plan desestabilizador en la mil veces sancionada asediada y violentada sociedad venezolana, con el objetivo evidente de perturbar violentamente la elección realizada y realizar un verdadero golpe incendiario de Estado, para poner en el Poder a sus reconocidos secuaces y sirvientes. Iniciando en simultáneo, una ofensiva diplomática, en todos los países latinoamericanos con el fin de aislar y presionar al gobierno elegido a que se someta a los designios e intereses del “ministerio de Colonias del imperialismo”, como llamó el Che a la  proclive Organización de Estados Americanos (OEA) que actualmente dirige el psico rígido de Almagro.

El resultado también ha quedado claro en los hechos político diplomáticos: se ha dividido y enfrentado con contradicciones artificiales y fake news a los distintos países de Nuestramérica, confirmando nuestra hipótesis de que el eslabón más débil de la cadena global del imperialismo se había trasladado al patio trasero de los EE. UU..

Ya no es Ucrania, o el Oriente Medio, o el estrecho de Taiwán donde la lucha por el control geoestratégico del globose decide por las armas, sino que ha entrado en escena, un componente nuevo: la lucha consciente y política de masas, popular, antiimperialista, anticolonialista y alternativa, iniciada en Venezuela, que, sin lugar a dudas, demandará la necesaria solidaridad internacional con el Bravo Pueblo Venezolano, en todos los países y por el tiempo que dure la agresión. Es el imprevisto viejo Topo que aflora a la superficie, como lo hubo señalado científicamente el maestro Marx.

Lo cual, hará más difícil las decisiones que el nuevo presidente de los EE. UU. tome en noviembre, cuando se posesione en la Casa Blanca. Si se decide por reactivar el pájaro de mal agüero del “Grupo de Lima” (no es sino preguntarle por la suerte a Piñera, a Duque, o a Janine Añez, a Macri, a Bolsonaro, o a Vizcarra) y, lanzarse a una invasión (tantas veces anunciada e intentada) , o, si prefiere actuar con la razón racional, levantando las mil sanciones que han llevado a la sociedad venezolana a la postración y negocia con el gobierno electo, un amplio acuerdo de mutuo beneficio para la producción y comercio de las reservas más grandes de petróleo que tiene el globo terrestre.

Esta será la contradicción que irá a marcar el rumbo en la Región en los días que están por venir. El presidente Petro tan concernido con todo esto, debiera tenerlo en cuenta.

 

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