Román Ibarra: El entierro

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Todo lo expresado por el Presidente del CNE la noche del 28 de julio, no deja lugar a dudas. Es una estafa monumental sin parangón en el mundo. Le tocó a un sujeto mediocre, y perverso, sin ninguna virtud como Amoroso, hacer el papel que otros más arriba y con poder dictatorial ordenaron frente  a  su derrota indiscutible.

Es una paradoja tener que extrañar a la difunta Tibisay Lucena, porque esta conocía la materia, y sabía sumar, contrario a Amoroso, a quien la ¨suma¨ de sus resultados (sin Actas) sobrepasó con creces el 112%. El ¨Rey¨ de la sumatoria chimba, y la chapuza olímpica.

Pero claro, la culpa no es toda de este personajillo de tercera, o cuarta categoría, sino de quienes ordenaron el arrebatón. Fue solo el ejecutor.

No previeron, y si acaso se lo esperaban por información de su sala situacional, hicieron caso omiso, y prefirieron dar el zarpazo luego de la consumación de la aplastante derrota, que ahora tratan de culminar con otra acción igualmente temeraria, al poner la pelota en el campo del TSJ, que no tiene competencia para este asunto, ni en esta fase. La responsabilidad absoluta recae en el CNE, que tiene la obligación legal de exhibir las Actas, y los resultados mesa por mesa, así como las auditorias que ordena la  Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPRE).

A lo largo de la campaña electoral ventajista y abusiva, no solo torpedearon la actividad de la oposición con persecuciones y atropellos, sino que impidieron la presencia de observadores internacionales, excepto los del Centro Carter, a quienes por cierto, llenaron de elogios como los del Ministro de la Defensa Wladimir Padrino, que ahora no saben cómo ocultar, por la decisión inequívoca de esa organización en reconocer el triunfo de Edmundo González Urrutia.

Las Actas que están en poder de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), y del ex candidato Enrique Márquez, son las mismas que tiene el PSUV-Gobierno, pero derrotados como están, se niegan a ofrecer.

Dueños del poder total, tienen capacidad de maniobra como se ve, y además cuentan con la conducta irresponsable y mercenaria de personajes maltrechos del alma, dispuestos a cualquier tropelía para mantener prebendas.

Pero no solo es la verdad que exhiben las Actas en poder de todos los factores, sino la expresión profesional y técnica del Centro Carter, así como las auditorías independientes que se han realizado.

Del mismo modo, la reacción de gobiernos afines como los de México; Brasil; Colombia; Chile, que no quieren verse manchados por el despropósito de Maduro y su grupo, y además temen ser víctimas de una nueva eventual crisis migratoria de nuestros compatriotas de manera indiscriminada, con el consecuente drama socioeconómico y demanda de servicios esenciales, los cuales, no están dispuestos a enfrentar.

Por si fuera poco, en su desesperación al verse descubiertos, lejos de intentar reconocer con valentía los resultados, optaron por el peor camino, el de la violencia institucional, y desataron una cacería indiscriminada cruel, y violatoria de los DDHH fundamentales, y consistentes en la comisión de delitos de lesa humanidad previstos en el Estatuto de Roma. Fascismo puro y duro.

Atropellos policiales insólitos como allanamientos sin orden judicial; detenciones arbitrarias; presuntos homicidios; uso de grupos paramilitares (colectivos armados); desapariciones forzosas, entre otros delitos atroces.

En política, como dijo el Presidente Lula, ¨se gana y se pierde, y cuando se pierde uno se prepara para volver a competir, y ganar¨. ¨se llena uno de votos, o no, pero nunca de sangre¨.

Es un error garrafal, y una conducta nazi,  recurrir a la necedad de bloquear redes sociales; arrestar de manera indiscriminada miles de personas; asesinar decenas de compatriotas; anular pasaportes, en lugar de mostrar las Actas que ya todos conocemos. Están derrotados.

Adelantaron abusivamente las elecciones y escogieron el 28 de julio, queriendo invocar la ¨magia de Chávez¨ en su cumpleaños, y lo convirtieron en un entierro, otra vez.

Ríndanse que están rodeados, de votos. Pena ajena.

@romanibarra

 

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