Carlota Salazar Calderón: El gobierno abierto en un Estado Ciudadano

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Adentrándonos en las corrientes académicas planteadas para lograr transparentar la administración pública nos encontramos con el Gobierno Abierto, concepto que, como veremos más adelante, sólo puede hacerse realidad a través de un Estado que se apellide Ciudadano.

Entendiendo que el Estado es el recipiente de la ciudadanía, donde los seres humanos que lo habitan tienen un rol protagónico para incidir en las políticas públicas que se diseñen. Para lo cual, el manejo de información es indispensable. En el sentido, de que cada ciudadano pueda formarse un criterio propio de lo que el ente público ejecuta o pretende ejecutar.

El Gobierno Abierto es una propuesta desarrollada desde la academia para la administración pública, que pretende fundamentalmente bajar los niveles de corrupción.

Hay consenso en cuanto a que el Gobierno Abierto es un nuevo paradigma de relacionamiento entre: gobernantes y administrados. Es una herramienta que le permite al ciudadano obtener en tiempo real la información tanto de lo que sucede en el ente público: qué obras se van a ejecutar, quién lo hará, con qué recursos se van a pagar… como de las orientaciones y directrices gubernamentales. Información que incide directamente en el ciudadano, para que en forma organizada o individualmente, tenga capacidad de hacer propuestas.

Este instrumento nos permite reflexionar en cuanto a la opacidad con que se manejan los dineros, las obras y los proyectos públicos, que de hecho afectan a toda la colectividad, y que, además, se ejecutan con su dinero.

Este espacio oscuro de la administración ocurre por el manejo elitesco de los bienes públicos. Es un grupo palaciego el que decide cómo y cuándo usarlos. Con ello, un día usted, sale de su casa y se encuentra con que están construyendo un centro comercial en el espacio donde la comunidad quería un parque.   Además, por el ejercicio de liderazgos personalistas que concentra el poder en pocas manos.

Por ello, vamos de elección en elección en una actitud gatopardiana, de cambiar para no cambiar nada, que termina siendo un espejismo de democracia. En definitiva, en mí concepto, el Estado ha quedado atrapado en las élites (cogollos), cuyas acciones van en beneficio propio dejando a la sociedad lejana y distante de todo lo que tenga que ver con lo público.

En especial, en Latinoamérica donde se sufre los males de sistemas débiles y endebles: corrupción, personalismo, populismo, clientelismo… de suyo ineficientes.  Por ello, el malestar social se ve en sus calles.

En Venezuela, por ejemplo, que suministren información en una oficina pública constituye una rareza. Lo normal es que no la den. A pesar de que el régimen democrático es participativo y el ciudadano, individualmente, tiene derecho constitucional a participar en la gestión pública, no hay acceso a la información. Con ello, las empresas del Estado, como PDVSA, no rinden cuenta de sus ingresos. Tampoco la Contraloría de la República, ni la Asamblea Nacional ejercen su rol de control del aparato administrativo.

Este enquistamiento administrativo va en contravía con los tiempos que corren de redes sociales, internet, información, rendición de cuentas…

Realmente el Estado necesita comunicarse con ese ciudadano que está en su casa, porque, además, de contribuir con el gasto público, a través de sus impuestos, necesita saber: cómo se solucionan los problemas que lo afectan.

El Gobierno Abierto definitivamente transparentaría la administración pública, como lo define Oszlak “la transparencia es el principio orientador de esta apertura unilateral a que se comprometen los gobiernos. En cuya ejecución se forma una cultura política hacia la redición de cuentas en forma oportuna, accesible y confiable, a través de los medios tecnológicos.

De tal suerte, que esa caja negra que hasta ahora ha sido el Estado, se transforme en claridad y fluidez, estrechando con ello la brecha entre las decisiones gubernamentales y las demandas sociales.

El Gobierno Abierto representa una nueva filosofía, una nueva modalidad de gestionar lo público manteniendo a los ciudadanos informados, para que puedan participar realmente en los asuntos públicos.

Para hacer efectivo este planteamiento todo el mundo debe tener acceso a internet, para que, a través de los portales informativos de los organismos públicos, no sólo se hagan publicidad, sino que se den detalles de la gestión diaria. Que el ciudadano pueda tener acceso a la información antes de que las obras o acciones se ejecuten y así pueda opinar, actuar, proponer… sin duda esta herramienta sí sería un cambio con el cual el Gobierno Abierto dejaría de ser un sueño de los académicos, para ser un canal de expresión.

Todo esto guarda relación con el fortalecimiento y la profundización de la democracia, en el sentido de incorporar mecanismos que transparenten la gestión pública y generen confianza en la ciudadanía.

No podemos seguir pensando que solamente con el voto se ejerce ciudadanía, es necesario ir construyéndola con estas herramientas. Que es donde radica la importancia de un Estado, que apoye, forme, eduque…, para que el ciudadano se preocupe por lo que es de todos.

El Gobierno Abierto se inscribe en el compromiso de colaborar con los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la agenda 2030 de la ONU. La cual podemos ejecutar a través de una propuesta de Estado que está en sintonía con esta necesidad de fortalecer a la sociedad.

Definitivamente esta novedosa herramienta sólo será posible con un cambio sustancial en el sistema político, que permita al ciudadano actuar y contribuir con la gestión pública institucionalmente, en un Estado Ciudadano.   

carlotasc@gmail.com – @carlotasalazar

 

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