Rafael Sanabria Martínez: El Padre Édgar Zapata, un santo en la tierra

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Nunca pretendí ser halcón,prefiero vivir feliz como humilde gaviota.Edgar Zapata.

Se marchó el 31 de julio de 2024, el Peoncito de Nuestra Señora del Buen Consejo. Quien fue guía espiritual de la población de El Consejo desde 1974 hasta 1988. A este respetable sacerdote le debe la población haber sido promotor de la construcción de la naves laterales del templo Nuestra Señora del Buen Consejo. Alma ungida por la Piedad, que como un bálsamo, dio de su íntima profundidad, disipándole lejos de toda agitación humana, el más puro perfume. El presbítero Édgar de Jesús vivió sus días en las más nobles y abnegadas prácticas a que puede consagrarse un apóstol de Dios. Vida depurada en el sacrificio y poseedora del precioso don de prácticas a todo trance de obra de bien, la suya deja irreparable vacío y se extingue sin ruido, serena y dulce como tímida vena de agua que corre a fundirse en el océano.

Por acuerdo entre los obispos Alfonzo Uribe (Sonsón) y Feliciano González (Venezuela), llega a Venezuela en 1972 para ir a Taguay. Posteriormente se desempeña en los pueblos de Barbacoa, Camatagua, San Casimiro, El Consejo, San Mateo, La Coromoto (Maracay) y actualmente Santa Cruz de Aragua. Por último, fue trasladado a la parroquia El Milagro en Maracay. En cada uno de ello ha dejado una huella especial. Una vez jubilado se traslada a su Colombia natal.

El presbítero Édgar de Jesús Zapata Badillo llegó al noble pueblo de El Consejo en el año 1974, para ser su guía espiritual. Él, sacerdote sencillo, humilde y de pausado hablar, venía de San Casimiro donde había ejercido sus servicios sacerdotales. Traía en su mente fértil, sueños y proyectos a la aldea de Nuestra Señora del Buen Consejo.

Se encuentra con un templo de una sola nave para un pueblo que había crecido vertiginosamente, y ese mismo año emprende este adalid de la iglesia católica un trabajo arduo junto al pueblo para la construcción de las tres naves del templo.

Caminó calle arriba, calle abajo recolectando para la edificación de las naves faltantes. No vaciló en organizar las verbenas en el parque La Estación de El Consejo. Así fue el padre Zapata un ciudadano, un sacerdote, un hombre comprometido con El Consejo. Allí le vimos en el templo cargando arena, cemento, bloques, vigas, cerniendo, mezclando, hasta manejando el trompo. ¡Qué admirable fue el padre Édgar Zapata para El Consejo!, soltó la sotana, para ser el constructor de la obra arquitectónica de la cual hoy disfrutamos. Ahí está el templo renovado como testigo de la historia de un pueblo tranquilo y sencillo, a cuya formación contribuyó nuestro recordado párroco.

El pueblo de Venezuela tiene mucho que agradecerle a este apóstol del catolicismo, la omnipotente sabiduría del señor sabe dónde colocar a sus hijos, allí donde más lo necesitan y eso fue lo que hizo con usted al enviarlo al humilde pueblo de Venezuela, donde cada rostro, cada hogar guarda un recuerdo grato de usted como humilde, bonachón e inolvidable pastor que auxilió espiritualmente a nuestra geografía. Usted padre Édgar Zapata es héroe anónimo de muchos pueblos de Venezuela, cuya huella está en la memoria de la grey que hoy le evoca con afecto. Sólo usted con ese carismático carácter supo pulsar la cuerda del corazón de la feligresía venezolana. Su trabajo fue fructífero para el pueblo, a través de la pastoral, del auxilio a los más necesitados, sus homilías cargadas de paz y sabiduría.

Una característica particular del noble sacerdote es que siempre fue ajeno a reconocimientos y alabanzas, pero sería injusto que un héroe silencioso como él pasara desapercibido cuando tanto dio a nuestro gentilicio venezolano.

Nació el padre Édgar de Jesús Zapata Badillo el 7 de octubre de 1939, en Sonsón, Antioquia, Colombia. Hijo del modesto y religioso hogar de: Honorio Zapata y Otilia Badillo de Zapata. Realiza su primaria en su pueblo natal, en la escuela Sucre (Sonsón). Para luego cursar estudios de bachillerato en el Liceo Braulio Mejías (Sonsón).

Ya definida su vocación sacerdotal ingresa a estudiar filosofía y teología en el seminario Cristo Sacerdote en el pueblo de La Ceja. Para ordenarse durante el congreso Eucarístico en Bogotá por Paulo VI (1968). Inicia sus servicios sacerdotales como misionero en la zona de guerrilla (Curubo) durante tres años.

El padre Édgar de Jesús acostumbra marchar de un sitio al otro sin ruidos, sin voces, sin sonidos, sin palabras… pero el pueblo le otorga la gloria del callado trabajo. Su recompensa fue, junto con la bendición de Dios, los buenos deseos y el recuerdo agradecido de todos los feligreses.

Fue perseverante cuando se trataba de lograr un fin propuesto, de allí su indeclinable labor al servicio del prójimo. Fue un idealista a quien no atemorizan los fracasos y los obstáculos. Fue un hombre de talento y de lucha, un alma insobornable, una inteligencia despierta. Su condición de sacerdote fue toda una definición de su valor humano.

Una de las virtudes que más sobresalió en su ministerio, además de su fidelidad y autenticidad, fue la constancia. Cincuenta años en una misma ruta, creando, sembrando y divulgando no son fáciles. Especialmente en nuestro país en el cual el afán de lo material ha desviado a mucha gente. Luchar por evangelizar, llevar la buena noticia y corregir, lo supo el padre mejor que yo, es cuesta arriba y áspero, pero la gratificación la dio el pueblo a la larga.

En este hombre que vio tanto mundo, en sus distintas facetas, a un religioso que se atrevió a confrontar el bien y el mal, un sacerdote enérgico y humilde que supo dejar huellas en muchos pueblos recordando lo grande, lo noble y lo importante de amar lo que se hace, sin distinguir raza, credo, color o nacionalidad: es la verdadera revolución: el hombre del futuro.

Decir Zapata Badillo, es decir mensajero de Dios en todas partes. En el aire, en el nombre de la pila bautismal y de los primos comulgantes. En los libros de bautismos, matrimonios y exequias, en la nube donde apareció Nuestra Señora del Buen Consejo, en la tierra, en la luz que señala horizontes. En la lucha que no cesa.

Para concluir estas breves pero sentidas palabras, dejó un soneto escrito a él en libro llamado evocaciones.

 Soneto:

Edgar Zapata

A El Padre Édgar Zapata

Bendito pastor y apóstol generoso

Es honra y prez del sumo sacerdocio

Su palabra se esparce como milagro asombroso

su obra un gran y portentoso edificio.

 

Ha dejado la sotana a un lado

Es héroe que resplandece cual lucero

a la grey majestuosa ermita ha dejado

templo que abriga el sueño de un mensajero.

 

Édgar Zapata, luz, verdad y sendero

El Consejo te nombra pastor silencioso

ovación a ti te debe el pueblo entero.

 

Repican las campanas en domingo mañanero

recordando al padre que alzó su vuelo

 Santa Cruz de Aragua es su paradero.

Seguro que allá en el firmamento, desde su exquisita casa, el Señor vigila su obra satisfecha. El Dios todopoderoso ya lo debe tener disfrutando del premio cielo, mientras nosotros acá en la tierra rogamos a Dios, para que, entre los designios de la divinidad, este sacerdote que fue un santo en la tierra, sea también elevado a los altares, para felicidad y honra de la iglesia y de su pueblo.

 

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