Ángel Oropeza: El mensaje de Ovidio

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Tenemos un grave problema de desconfianza interpersonal. Más de 80% afirma que no se puede confiar en la mayoría de las personas. Uno de cada tres venezolanos expresa sentir miedo generalizado ante situaciones provenientes de su entorno. 20% de la población reporta síntomas o indicadores de malestar psicológico tales como pérdida de sueño, tensión y agobio, inutilidad percibida, infelicidad, desconfianza en sí mismo y minusvalía.

Estos datos, junto con otros igualmente preocupantes que indican la presencia de factores de vulnerabilidad psicosocial en nuestra población, son parte de los hallazgos del reciente estudio de la UCAB titulado “Psicodata Venezuela 2024”, una investigación nacional cuyo objetivo es obtener y analizar un conjunto de aspectos y características psicosociales de la población venezolana, con especial énfasis en las dimensiones asociadas con el constructo psicológico de “vulnerabilidad psicosocial”.

Sin embargo, al lado de esos factores de vulnerabilidad, el mismo estudio también arroja la presencia de elementos que se constituyen en auténticas fortalezas psicológicas con las que el venezolano cuenta para poder enfrentar entornos adversos e inciertos. Y uno de esos factores es lo que se conoce en la literatura como “resiliencia”.

La resiliencia es un concepto psicológico que hace referencia a la capacidad de las personas para desarrollar habilidades adaptativas a pesar de experimentar adversidades y entornos hostiles. Es un término tomado de la ingeniería, según el cual resiliencia de un material, mecanismo o sistema, es la capacidad de éstos para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que habían estado sometidos. A partir de este símil, la resiliencia se ha encontrado en la Psicología como una forma adaptativa e inteligente de ajuste frente a la adversidad y ante los agentes perturbadores u hostiles del entorno.

La resiliencia es muy distinta a la mera resistencia. En esta última, la persona se aferra a la lucha sin permitirse otras alternativas de enfrentamiento y solución, lo que al pasar el tiempo puede terminar provocando desgaste tanto psicológico como físico. También por supuesto es lo contrario a la resignación, que es la aceptación pasiva de una situación negativa, lo que lleva a la persona a dejar de luchar contra ella o de buscar estrategias para enfrentarla y encontrar una solución. La resiliencia, por el contrario, lleva a superar situaciones traumáticas y de dolor emocional sin ceder ante ellos, a través de la toma asertiva de las decisiones necesarias para superar los obstáculos y evitar que ellos venzan y se impongan.

En la investigación de la UCAB, 75% de la población estudiada muestra una capacidad moderada para desarrollar habilidades adaptativas ante entornos hostiles y adversos, e incluso 23% arroja niveles altos en resiliencia.

La resiliencia se aprende y se puede desarrollar. De hecho, la Escuela de Psicología de la UCAB ha venido publicando en las redes sociales varias estrategias para ello. ¿Por qué es importante en este tiempo cultivar y reforzar una actitud de necesaria resiliencia? Desde hace casi 3 semanas, el país está envuelto en una situación caracterizada por dos rasgos sociales igualmente perversos y psicológicamente nocivos. Por una parte, una pesada incertidumbre, provocadora a su vez de estados de confusión, angustia y parálisis. Y por el otro, una situación de generalizada convulsión social que, de mantenerse, puede terminar generando desánimo y hasta desesperanza en vastos sectores de la población.  La solución a esta crisis es simple, y pasa –tal como lo señala el reciente documento de la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana publicado el 7 de agosto– por el estricto respeto a la soberanía del pueblo expresada a través del voto el pasado 28 de julio. Es deber de todos, desde el particular espacio de incidencia de cada uno, demandar la exigencia de este respeto y contribuir a que ello se materialice. Pero, simultáneamente, y mientras ese triunfo de la verdad se haga realidad, es necesario reforzar las herramientas psicológicas que permiten mantenernos activos en la demanda de ese respeto a la voluntad de la gente.

El destacado poeta romano del siglo I Publio Ovidio Nasón, conocido simplemente como Ovidio, disertaba sobre cómo la clave para superar los obstáculos, por muy fuertes que parezcan, está en lo que llamaríamos hoy una actitud resiliente: “La gota de agua horada la roca no por su fuerza sino por su persistencia y constancia”.  Su mensaje parece escrito para ser leído y entendido por los venezolanos de este tiempo de incertidumbre.

@angeloropeza182

 

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