En una entrevista exclusiva para el diario brasileño O Globo, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, anuncia un plan de paz para acabar la guerra y critica a Brasil por haberse colocado al lado de Rusia, China, Irán y Corea del Norte. La entrevista ha sido concedida en Kiev, en medio a los nuevos ataques rusos, al presentador de televisión O Globo, de origen ucranio, Luciano Huck, que ya fue visto aquí en Brasil como un posible candidato de centro izquierda a la presidencia de la República.
Ha sido en esta entrevista donde Zelenski ha afirmado con todas letras que prepara un plan para acabar en noviembre con la guerra. Se dice dispuesto a dialogar un proyecto de paz con Rusia y se lamenta de que Brasil, en vez de apoyar a Ucrania, se haya aliado a países dictatoriales como Rusia, China, Irán y Corea del Norte.
Zelenski, que se declara abiertamente a favor de acabar con el conflicto bélico y que anuncia que tiene ya preparada su propuesta de paz, alerta que Rusia no lo está y pide ayuda a los países democráticos para que apoyen su proyecto que incluye la devolución de los territorios rusos conquistados.
Es importante que el mundo abra los ojos porque Putin no está de acuerdo con un cesar el fuego ni con ningún plan de paz, subraya Zelenski, quién recuerda a los países democráticos que quién inició la guerra, es quién se niega a acabarla.
En la entrevista a O Globo, Zelenski se presenta especialmente duro con los países como Brasil, que se dicen y son a favor de la democracia y de las libertades y en este caso prefieran ir del brazo de países dictatoriales sin interés en acabar con el conflicto.
El Presidente ucraniano hace un guiño en la entrevista a los brasileños alabando su democracia y su repulsa a la guerra y lamenta el que Lula da Silva siga sin apoyar abiertamente a Ucrania. Zelenski revela, sin embargo, que tuvo una conversación amistosa con Lula sobre por qué Brasil no ha tomado abiertamente parte a favor de Ucrania que fue víctima y no protagonista de la guerra.
Zelenski resalta que es una pena que Brasil no haya estado a favor abiertamente de Ucrania, vista como víctima de los ataques de Rusia. E intenta explicar que Lula vive aún en el mito soviético: Èl piensa en Rusia como si existiese aún la Unión Soviética. ¿China es un país democrático? No. ¿Y qué decir de Irán o de Corea del Norte? Ninguno de ellos son una democracia. Y añade: ¿Entonces qué hace Brasil, un gran país democrático, del brazo de esa compañía?
Zelenski, que se declara abiertamente a favor de acabar con el conflicto en curso, se siente dolorido de ver al Gobierno de Brasil sin declarar abiertamente si está a favor de la paz o de los designios de guerra de Rusia. Y concluye con tono entre dolorido y crítico: ¿Quién va a ganar esa queda de brazos? ¿Brasil va a tragar a esos cuatro aliados o ellos van acabar con él?
Lo cierto es, y se revela entre líneas en esta entrevista de Zelenski, que Lula, desde el principio intentó participar directamente en el conflicto de Ucrania. Tuvo el sueño de ser, con sus buenas relaciones con Rusia, capaz de poner fin al conflicto como intentó, también en vano, de acabar con el conflicto entre Israel y Gaza. No lo consiguió.
A la pregunta maliciosa de Zelenski de qué hace Lula, presidente de un país democrático como Brasil del brazo de países abiertamente dictatoriales, habría que recordarles que no se trata de poner en duda el talante democrático del ex líder sindical brasileño, sino de sus sueños mayores de crear un nuevo polo de poder global en el sur del mundo en contraposición al actual liderazgo del Occidente, es decir, de los Estados Unidos y de la Unión Europea. Y en el que Brasil tendría un papel fundamental.
Ello explicaría también su dificultad para intervenir directamente en el conflicto electoral de Venezuela sin llegar a condenar abiertamente los atropellos del dictador Maduro en el resultado de las elecciones. Lula sigue con su viejo sueño de hacer de Brasil una especie de puente para el nuevo mundo en convulsión política, donde lo viejo se choca con lo nuevo. Ese nuevo mundo llamado digital que cada vez se parece menos al de la vieja política analógica y que nadie es capaz aún de pronosticar su fin.
El test de la guerra de Ucrania en curso podrá servir de faro para los nuevos equilibrios de un mundo cada día más complejo, ya que los viejos instrumentos de guerra y paz del pasado se han quedado obsoletos. Nadie aún es capaz de pronosticar la verdadera cara del nuevo mundo ante el que los jóvenes de hoy aparecen confusos y dispuestos a colocarse al lado de los nuevos y falsos profetas. Los que les ofrecen soluciones fáciles y lejanas a los valores democráticos cada vez más denigrados y confundidos con la corrupción y la búsqueda en la política de prebendas personales.
Se trata, en este caso, de una nueva guerra, no de armas sino de principios y de nuevas formas de vivir en un difícil equilibrio entre los valores tradicionales heredados de sus padres y el deseo de participar en la desconstrucción de la democracia tradicional que se les aparece a los jóvenes cada vez menos apetitosa.
A veces los grandes incendios surgen de un simple cigarro encendido dejado en el bosque. Con las guerras y las grandes convulsiones pasó siempre lo mismo. Ocurrió con las dos grandes guerras mundiales y podría ocurrir con los conflictos de Ucrania y de Israel. Por ello, hoy, Ucrania y Venezuela no son sólo un simple accidente político. Son algo más grave y simbólico a la vez.