La fase que se inició con el proceso de la primaria en octubre del año pasado y que concluyó con la elección presidencial del 28 de julio, bajo el liderazgo de María Corina Machado y nuestro candidato Edmundo González, que se desarrolló bajo un esquema unitario de integración política y social, nos dejó el surgimiento de un nuevo movimiento, en el cual el titular, el otro líder, fue el ciudadano. A partir de ahí se provoca un rompimiento de los principios básicos que han conducido la historia política de Venezuela en los últimos 25 años, lo que sorprendió al mundo por la contundencia de los resultados. Las evidencias son muy claras, con elementos demostrativos e irrebatibles que están a la vista de todos los países, con la valentía y la gesta ciudadana, que significó una total entrega de compromiso, esfuerzo y trabajo, bajo el signo de la democracia, de la lucha espiritual y no violenta. No hay nada más cercano a la no violencia que el ejercicio del voto, que fue lo hicimos en forma masiva los venezolanos en el país, junto al acompañamiento de nuestros compatriotas en el exterior, quienes han sido otra punta de lanza desde el 28 de julio hasta la fecha.
La fractura del no reconocimiento a los inobjetables resultados, ha generado en los últimos días expresiones muy importantes que merecen un comentario especial, como es el hecho que la Unión Europea haya manifestado que las autoridades de Caracas no han aportado la evidencia pública necesaria para declarar a Maduro presidente, por lo que no lo reconocerá como tal hasta tener resultados completos y verificables de las actas. Ahora, hace pocas horas el consejo del bloque europeo decidió no reconocer a Nicolás Maduro, al cual, ante la ausencia de las actas, calificó como un presidente de facto y agregó que es demasiado tarde para seguir pidiendo esa data. En efecto, nuestra Ley Orgánica de Procesos Electorales en su artículo 125 establece que el Consejo Nacional Electoral (CNE) ordenará la publicación en la gaceta electoral de los resultados de los procesos electorales de la República Bolivariana de Venezuela entre los 30 días siguientes a la proclamación del candidato, lo cual no hizo.
De tal forma, que es sumamente importante tal pronunciamiento, por ser una muestra significativa de un sistema de integración que tiene su raíz en donde precisamente se desarrolló la Segunda Guerra Mundial, conflicto global que provocó la constitución de las Naciones Unidas y que integran a naciones que sufrieron el rigor de estas situaciones de fractura.
Desde el 29 de julio hemos vivido una brutal persecución y estos elementos llaman a la reflexión no solo a Europa sino al resto de los países del mundo. Cabe señalar que esta fractura, este rompimiento, no solo se ha presentado en la historia de nuestro país y tampoco es propia de las instituciones o del venezolano. Emerge de manera más acentuada a partir de 1959, cuando la Cuba de Castro se alineó a los intereses de Oriente, en especial de Rusia en plena Guerra Fría, con la toma del control de sus instituciones y posteriormente cuando este sistema de gobierno autoritario se amplía también con los intereses de otros países como China, Turquía, así como de Irán y arrastra a Venezuela a una órbita que no le corresponde. Esos intereses tienen como norte la permanencia en el poder, lo cual es muy delicado, porque implica ponerse de espalda a la democracia y, por ende, de los derechos humanos.
Muchos se preguntan cómo seguir realizando el trabajo, porque a partir del 28 de julio comenzó una nueva fase y las acciones se deben mantener con el mismo espíritu del 28 de julio. Siempre hemos reiterado que esa fecha, que ya tiene un carácter y un valor histórico, va más allá de un día electoral, va en función de los principios de la libertad, entre los cuales tenemos el de la libertad de expresión, el que resaltamos en un momento en que los periodistas están perseguidos. Lo mismo ocurre con los actores del sistema de justicia. Lo anterior me llevó a leer y a seguir las enseñanzas del padre Wilfredo Corniel, que es un sacerdote dehoniano (congregación de los sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús), quien comentó, con base en el evangelio del 28 de agosto, que es de San Pablo, que los primeros cristianos vivieron y experimentaron la persecución, el encarcelamiento y el martirio. Y ellos, por ser testigos de la verdad y de la justicia, como lo es hoy el pueblo venezolano, debieron alimentar sus vidas en Él, en Jesús, para mantenerse firmes hasta el final. Por lo tanto, nos toca hacer lo mismo de aquellos cristianos.
Pedimos que el Señor mantenga fuertes a nuestros hermanos perseguidos, que pongan la confianza en Dios que es el único que nos puede sostener. Pedimos que nuestra Madre de Coromoto y San Miguel Arcángel renueven la fe de los venezolanos y nos defienda del enemigo malo… ¡Qué así sea!
@Rafaelvelozg