Venezuela contra el temor, por Luz Mely Reyes

Compartir

 

Mientras Nicolás Maduro ofrece declaraciones delirantes, como asegurar que María Corina Machado y Elon Musk tienen un pacto con la iglesia satánica de Detroit, los relatos de la represión del Gobierno siguen repitiéndose. Los objetivos de estos ataques son diversos, pero el propósito es el mismo: sembrar el temor para controlar la manifestación del descontento poselectoral.

Un país gobernado por un “príncipe” rechazado, corre grandes riesgos. Es un momento oscuro porque el Gobierno tiene toda la capacidad de infligir daño y lo está haciendo. Sin embargo, dirigir desde el terror requiere una burocracia elaborada recursos económicos y una estrategia compensatoria en la distribución de castigos y recompensas.

El impacto de la represión se percibe en distintos ámbitos. Hay familias que usan códigos para hablar de Maduro de, miembros de mesas de votación buscan refugio en otros países, muchos se alejaron de la aplicación WhatsApp, que es el canal por donde más circula información en Venezuela; otros evitan comentarios, y más de uno solo pudo sonreir en silencio, cuando The Church of Satan se dio por aludida y respondió a Maduro con una sola palabra, en español: “Estúpido”.

“Vamos hijo, vamos… Aquí estoy mi niño. Fuerza”. “No te vamos a desamparar”. “Te amo hija, te amo”. Los gritos de madres desgarraron el ambiente. Estaban en las afueras de una cárcel de alta seguridad, ubicada a 180 kilómetros de Caracas, a donde trasladaron a detenidos en la razia que siguió a las elecciones del 28 de julio. Familiares y allegados se apostaron en las inmediaciones con la esperanza de que les permitieran visitarlos.

Para el martes 27 de agosto se estimaba que en el penal conocido como Tocuyito, yacían 250 personas, de las miles detenidas, según informó el diario El Carabobeño. Provienen de distintas zonas de Venezuela. Se trata de uno de los dos recintos a los que Maduro ordenó trasladar a disidentes para que sean reeducados.

Mientras tanto en Madrid, Santiago Rocha, grababa un video. “Papá te amo. Espero que nos veamos nuevamente en una Venezuela libre”, posteó el joven. Pasó horas de angustia cuando se concretó una de las angustias recurrentes: la detención y desaparición temporal de su padre, el abogado Perkins Rocha, miembro del equipo jurídico de la líder María Corina Machado y testigo ante el Consejo Nacional Electoral.

La organización Provea informó que a un mes de las elecciones presidenciales han asesinado a 25 personas en el contexto de protestas, suman 2.400 los detenidos arbitrariamente, reportan al menos 50 desapariciones forzadas y hay masivas violaciones al debido proceso y a los derechos humanos. Por su parte, Foro Penal contabiliza 114 adolescentes (niños según la definición internacional) privados de libertad.

De un grupo de 80 apresados en Barquisimeto, una ciudad del centro del país, “muchos son testigos electorales y dirigentes populares que defendieron la voluntad popular. Otros fueron detenidos por tener mensajes a favor de la oposición en sus teléfonos celulares”, según denunció Alfredo Ramos, Premio Sajarov 2017, expreso político.

El miércoles 28 de agosto, luego de una protesta masiva en Caracas, efectivos de seguridad persiguieron al exdiputado Biagio Pilieri y a su hijo Jesús. Los capturaron y se los llevaron sin informar a dónde. El teléfono móvil de uno de ellos señaló, posteriormente, la ubicación en la sede la policía política. Por su parte, Juan Pablo Guanipa, miembro del partido Primero Justicia, evadió el acoso al escaparse en una motocicleta.

“Mamá, me están llevando, me están violentando la puerta y me quieren llevar”, gritó la periodista Ana Carolina Guaita. Era el 20 de agosto. Durante días nadie pudo dar con su paradero. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa ha informado que hay 12 representantes de este sector en prisión.

“Desde el 29 [de julio] todos los días sin excepción, hay un operativo policial en mi comunidad. Todos los días hay dos o tres dispositivos policiales en mi calle. Ocurren de día y de noche. Un día antes tuve que bajarme de un autobús para no ser detenido”, me comenta un dirigente político.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión RELE, han condenado prácticas de violencia institucional en el marco del proceso electoral en Venezuela. Detallan represión violenta, detenciones arbitrarias y persecución política. “El régimen en el poder está sembrando terror como herramienta para silenciar a la ciudadanía y perpetuar el régimen autoritario oficialista en el poder”.

A diferencia de Hugo Chávez, que abrazó la premisa de conquistar el amor del pueblo, Maduro asumió la tesis maquiavélica del temor. Aunque el 28 de julio quedó claro que la mayoría lo rechaza, la decisión de la cúpula gubernamental es aferrarse al poder a toda costa.

La revisión de las actas, no desmentidas, publicadas por las fuerzas democráticas, evidencian que hasta en centros de votación donde usualmente ganaba el chavismo, esta vez no ocurrió así. Al parecer, no solo perdieron votos, sino que los cuadros de mando se han reducido.

En un reciente cambio de gabinete, Maduro sólo pudo reciclar a sus colaboradores. La incorporación de Diosdado Cabello como ministro de Interior, encargado del orden público, acentuó la percepción de que el ala extrema del chavismo ha ganado terreno en la lucha interna por el poder. Se espera, por lo tanto, la intensificación de la represión. Sin embargo, esta designación también muestra la escasez de ejecutores dispuestos a seguir violando derechos humanos y correr con las consecuencias.

Pero un Gobierno no puede mantenerse únicamente mediante el terror. Requiere financiamiento para recurrir a otra vieja táctica: reprimir quirúrgicamente, mientras distribuye recursos y mejora la gestión. No parece que sea posible incrementar los fondos ya que ninguna democracia ha reconocido a Maduro como presidente reelecto.

A pesar del temor, miles de venezolanos se manifestaron el 28 de agosto contra el fraude electoral. María Corina Machado lideró la protesta. Su sola presencia en la calle es un desafío al gobierno que la acusa de terrorista y ha abierto una investigación penal en su contra.

Ella llega, sube a una tarima, habla con la gente y luego se va a resguardo. Su aparición emociona a los presentes, quienes la ven como una heroína. En su alocución más reciente, Machado se dirigió a los reos comunes. “Como madre, quiero pedirle a los presos de esas cárceles que nos cuiden a estos niños, que nos cuiden a nuestros niños. Porque también los presos tienen código y saben lo que aquí ha ocurrido: niños acusados de terrorismo por este régimen del terror”.

No solo hay susto en el país. El temor como mecanismo de control político va perdiendo eficacia. Distintos grupos van alineando sus acciones para pasar a una etapa de defensa de la democracia y de resistencia pacífica.

Cientos activistas de izquierda sostienen en un comunicado que “ha llegado el momento de convocar la más grande unidad en torno a la vida común. Es algo que trasciende toda ideología. Todas las izquierdas y el progresismo, tanto las venezolanas como las del mundo, debemos unir esfuerzos con todos los sectores democráticos del país y todas las naciones que, bajo el respeto irrestricto a la soberanía y la autodeterminación, alcen firmemente su voz contra el atropello de los valores esenciales de la democracia en Venezuela. La mentira debe parar. El terrorismo de Estado debe parar.

La declaración ha sido firmada por exministros del gobierno de Chávez, defensores de derechos humanos, académicos y dirigentes de izquierdas, tanto venezolanos como de otros países. Ha sido bien recibido por la oposición tradicional. Puede ser el inicio de una gran coalición por la democracia venezolana. Para avanzar organizadamente se requiere también articulación, recursos y apoyos especialmente por parte de aquellos que están fuera del territorio nacional.

Hoy Venezuela está dando una lucha contra el temor y requiere el apoyo de todos los que defienden la libertad.

El País de España

 

Traducción »