Recuerdo que durante mi etapa de estudiante ucevista, a finales de los 80 y principios de los 90, estaba de moda en los pasillos de nuestra alma mater la frase “¡Allá van los ‘comeflores’! para referirse a aquellos dirigentes de izquierda que creían en un mundo de paz y amor, luchadores de la utopía. No eran “comeniños”, término que se usaba para descalificar a los comunistas o a cualquiera que había incursionado en la lucha armada. Eran soñadores y amantes de las aventuras quijotescas de esos tiempos.
Muchos de ellos andaban con sus atuendos de hippies, auténticos faquires que deambulaban por los espacios de las Tres Gracias cantándole a la luna y mataban su hambre en el abarrotado comedor, lugar de encuentro para propios y extraños de la “Casa que vence las sombras”, mi entrañable UCV. Me acuerdo de varios personajes “comeflores” como Chaveto, estudiante emblemático de Artes, o de Clara, estudiante de Sociología. Eran seres muy reconocidos por su vestimenta ligera que pasaban todo el día en la universidad y hasta pernoctaban en ella como si fuera su único refugio.
Muchos “comeflores” eran estudiantes de larga data en la universidad. Aunque se consideraban “comelibros, su discurso habitual era repetitivo. Eso que llamamos “lugares comunes en el habla”. Nada de innovación, puro dogmatismo. Tenían pasión por los ideales de justicia y repetían ideas que se aprendían de tanto escuchar en la jerga política. Sin embargo, como en la Viña del Señor, en ellos se podía observar de todas las estirpes. Había algunos oportunistas que hacían política gremial para provecho personal.
De allí salieron muchos de los que hoy ocupan importantes cargos en el gobierno nacional, situación que no vale la pena nombrarlos. Ellos dejaron de ser utópicos, soñadores y defensores de un mundo más humano. Se convirtieron en seres desalmados y reaccionarios. Han hecho grandes fortunas de manera ilícita y desatado todo su resentimiento contra quienes apostamos a mejores oportunidades, prosperidad económica y convivencia social. Usan su espada contra los ideales de libertad, violando derechos humanos a todo ciudadano, sin importar su edad.
Varios “comeflores” de ayer son los “aburguesados” de la revolución bonita. Despliegan su maldad hasta la saciedad y han aprendido a jugar duro. Están dispuestos a llevarse todo por delante con tal de preservar el poder que le ha dado enormes privilegios y ganancias. Dejaron de ser soñadores para convertirse en realistas y pragmáticos del combate político. Los que no compartan su proyecto son sus enemigos y deben ser sometidos a la purga. Son esos “comeflores” a los que se enfrenta la Venezuela que se levanta, la que reclama espacios de democracia y libertades públicas. Al final, se impondrá la razón frente a la violencia, la verdad ante la mentira. No hay que olvidar que cuanto más oscura es la noche, el nuevo día se vuelve más espléndido y radiante.
Ex Secretario General de la FCU-UCV y profesor de la UDO-Sucre.