Se me ocurre que es prácticamente obligatorio alertar a mis habituales lectores, quienes probablemente extrañarán y con razón, por qué en esta ocasión decidí escribir sobre un tema que muy pocas veces he tenido la osadía de borronear. Dos o tres cosas me llevaron a tal atrevimiento en este acto de indiscutible valentía de un aventurero que supera la ignorancia. En primer lugar, porque la lectura de este libro, Crónicas de tiempos idos, es un género literario dentro del campo del costumbrismo que siempre me ha cautivado. Por último, porque su autor, escritor, Simón García, es un destacado intelectual. Un diestro maestro siempre preocupado por los acontecimientos políticos y sociales que acontecen en nuestro convulsionado y turbulento país, pero que infinitamente ha tratado con un equilibrio acrobático. Con suma habilidad ha caminado sobre esa cuerda floja sin perder la sindéresis. Juicio sereno barajado con una mirada ártica. Pero, por encima de todas esas cualidades que quisiera para mí, es un amigo a prueba de adversidades y próximo en los reveses. Entonces, son suficientes las razones que me hicieron echar a un lado la escriptofobia, ese miedo irracional que inicialmente me paralizó, hasta que me sobrepuse para garabatear esta nota de hoy.
De cualquier forma, estos relatos de las Crónicas de tiempos idos no se proponen representar la realidad científicamente como lo haría el realismo, por ejemplo. Su función es más bien recuperar un legado didáctico forjado de una manera pintoresca, colorida, ardorosa. Puede tener, asimismo, un propósito didáctico, moralizador, humorístico o satírico. También tiene como fin salvar del olvido las costumbres típicas, especialmente las del campo, que comenzaron a perderse con la migración hacia las ciudades. Mirándolo bien, estos relatos no están dirigidos solamente a las nuevas generaciones quienes no vivieron esos tiempos por razones etarias, cronológicas, sino también a nuestros contemporáneos que probablemente, algunos o muchos de ellos, fueron actores o sencillamente vivieron estos tiempos idos hace poco, de una manera vaga.
También, pudiera ser, que como consecuencia de la omisión de los detalles de las cosas o por considerarlos futiles por lo común de los hechos, pues, sencillamente, no le dieron la indagación debida. Y, es precisamente, en estos momentos de una Venezuela convulsionada, violenta, donde sobrevivir es un suceso heroico, tan complejo subsistir como si fuésemos oriundos beduinos; pues, es cuando Simón toma la pluma para mostrarnos de manera apacible, llana, muy propios de generosos prosistas, anecdotarios tan naturales como: Valencia, la de sus Inmigrantes, Los Clubes Sociales de Valencia, De la calle El Sapo a Carabobo, ¿Cómo quiere el crte? Los Cantantes son de Carabobo, La Casa de los Placeres Pagados, Aquellos Colegios Pagados, y muchos temas más, bastante más, compilados en Crónicas de tiempos idos…
En resumen, englobando, cierro con un trozo del prologuista, ex rector de la UC, Elis Mercado Matute, este libro que para más señas será bendecido, bautizado dirían otros, el día 19 de este mes de septiembre a las 11 am en la Galería Braulio Salazar que dirige mi amigo, Lunes Rodríguez; pues dice, Mercado Matute: “A las páginas de Crónicas de tiempos idos, nuestro escritor convoca para un emocionado reencuentro mágicos lugares de ciudad y una alucinante estela de sus personajes. En un alegre desfile saltan del recuerdo a las páginas del libro: barberos, cantantes, mesoneros, toreros, sastres, músicos, y los nombres de culto de los escenarios de encuentro y disfrute de sus urbanitas. Casi podría decirse que no hay institución alguna que se haya quedado al margen de la fogosa y expresiva prosa de Simón García. Ni siquiera los burdeles valencianos a los que refiere con delicada palabra y certeza, ni tampoco el popular juego de las bolas criollas, entre tantas otras”.
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