El exilio de Edmundo González Urrutia, presidente electo por la mayoría del pueblo venezolano, marca un punto de inflexión en la lucha contra el régimen militar que encabeza Nicolás Maduro. Ningún venezolano tiene la autoridad moral para cuestionar las decisiones individuales, cuando se enfrenta a un régimen como el que existe en Venezuela. Ahora bien, toda decisión, en el ámbito individual o político, tiene costos y beneficios. No evaluaré la decisión del embajador desde la perspectiva individual; más bien los costos políticos. Al solicitar asilo, por norma, no puede desarrollar ninguna política, se le prohíbe opinar sobre el régimen. Por lo tanto, EGU, como actor político para Venezuela, salió del juego. El único país que no tiene esa condición, para el asilado, es Estados Unidos.
El movimiento de masa electoral, poli-clasista y pluri-ideológico que ha dirigido María Corina Machado con coraje, valentía y responsabilidad, ha tenido una ganancia indudable: (1) una estructura de organización que dio como resultado la posibilidad de demostrar el fraude; (2) el no reconocimiento de la totalidad de los países democráticos a Nicolás Maduro como presidente electo; (3) condujo actuar al régimen de forma terrorista contra el pueblo, de forma sistemática y a violentar todo el marco jurídico venezolano, arrasó con el estado de derecho, como lo ha venido haciendo desde el 2014 pero, ahora, a la vista de todo el mundo.
La forma de lucha dirigida por MCM fue el voto, acompañado con un discurso y una acción muy responsable; es decir, ha sido capaz de responder y asumir con responsabilidad la forma de lucha. Sin embargo, los objetivos, por ahora, no se han logrado. La característica fundamental para levantar el movimiento electoral ha sido su honestidad, en decir lo que piensa, con independencia de los distintos y opuestos actores sociales, bien sea del régimen o de la oposición, durante toda su trayectoria, pero sobre todo en este tiempo.
En el momento actual, a partir del punto de inflexión, está en una encrucijada parresiástica. La parresia es un vocablo que alude al coraje para decir la verdad. La verdad en este caso está referida a decir lo que piensa en correspondencia con su actuar. Una enseñanza del gran emperador Marco Aurelio es que un buen general no gana todas las batallas, pero sí la guerra. Se hace buen general en la confrontación y es digno porque sabe asumir las derrotas explicarlas y administrar las victorias. Una buena generala lo es porque sabe discernir cuándo debe decirle a su tropa que se perdió la batalla y cómo prepararse para la siguiente batalla, para ganar la guerra. Eso puede desanimar totalmente a la tropa, pero es una condición sine qua non, para que la tropa siga confiando en las decisiones de la generala y sea capaz de dar la vida por los ideales que encarna quien dirige.
Primera hipótesis: Edmundo González Urrutia se juramenta el 10 de enero del 2025, ante la Asamblea Nacional en el exilio. Obviamente, lo podrá realizar y crear un gobierno paralelo, pero en términos de la vida cotidiana del pueblo quienes apoyaron la lucha, eso no tendrá ningún sentido, práctico. Es una forma mediocre y sin contenido. Más aún, sería la confirmación de la tesis del régimen que EGU es un segundo Guaidó. Narrativa terrible, porque en términos de los hechos, de la real política, las condiciones objetivas han sido otras. Es ganar el juego y regalarle la victoria.
En este caso, el del 28J fue el gobierno que se salió del marco institucional, desconociendo la voluntad popular. Esa jugada, la juramentación en el exterior, de llegarse a realizar, sería nefasta para el país y sería el destroce político de MCM. A ningún venezolano, que se oponga al régimen, con sentido común, le conviene perder una figura tan importante. Pero le convendría menos a ella misma. Pero las decisiones individuales son responsabilidad de cada quien.
Segunda hipótesis: Edmundo González Urrutia se juramenta en Venezuela el 10 de enero de 2025, porque el régimen acepta negociar la transición. Esta hipótesis es improbable porque el camino para que el gobierno acepte los resultados electorales, es un proceso y ningún proceso político social tiene fecha. La fecha será cuando se logre. La virtud de la consigna “Hasta el final” es que no tenía fecha. Al colocarle la fecha, MCM está entrampándose.
Me explico: Sentar al régimen a negociar, si eso es posible en algún momento, será un proceso y quien lidera un movimiento de masa debe explicar la forma de lucha de la nueva etapa, aunque sea coyuntural y con multiplicidad de incertidumbres. El vacío de información sobre la forma de lucha genera un clima enrarecido, opaco, en el movimiento electoral y, por lo tanto, es el mejor escenario para que el régimen avance. ¿Cómo avance el régimen? Minimizando la represión colectiva; maximizando la represión selectiva, desarrollando una aparente política social, es decir, el estado benefactor que chantajea para que el pueblo obtenga el beneficio que realmente necesita (bonos, comida, servicios públicos, etc…) e iniciar un clima de festejo –pan y circo- aunado al desarrollo de una política, un llamado, con toda seguridad, en enero, para las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores. Condicionada, eso sí, a hincarse de rodillas ante el emperador. Es decir, estableciendo un clima de normalidad, paz y una simulación de estado democrático.
En este escenario MCM perdería toda credibilidad y su discurso se agotaría. Eso es terrible para quienes nos oponemos, porque en un juego de ajedrez mientras te comen más piezas fundamentales como la reina, el alfil, las torres, se minimiza la posibilidad de colocar en jaque al otro jugador.
El juego político se parece un juego de fútbol, donde en cada equipo hay excelentes jugadores, mediocres que hacen autogoles bien sea por torpes o por vendidos, hasta especialista para resolver situaciones que solo juegan minutos. Pero la realidad es, que ése es el equipo que tienes y no otro. Conocer al equipo es vital. Digamos un ejemplo, quien evalúa la trayectoria, esto es, la correspondencia entre el discurso y la acción, de un jugador regular como Stalin González, puede percatarse que tiene un estilo de hacer gambetas, muy similar al nuevo ministro de Educación, Ricardo Sánchez. Un buen director técnico o el capitán del equipo, sabe cuándo colocarlo en la banca; cuándo es útil incorporarlo al partido o cuándo es conveniente que haga falta y el árbitro lo expulse o mandarlo, justamente a conversar con los árbitros, mientras se sigue desarrollando el juego. Esa mirada de conjunto del equipo es vital. Pero este ejemplo es, simplemente, un detalle. Aunque lo detalles, así como la forma de plantear el juego, son una condición para ganarlo.
Lo grueso es saber quién está jugando bien, aunque no sea de tu equipo. Y olfatear la oportunidad para incorporarse a ese juego no como peón, sino como líder. En términos de la política, por ejemplo, es cuando una organización política incorpora a un nuevo dirigente al partido político; lo cooptan para que forme parte de la dirección nacional, aunque no tenga trayectoria en dicha organización.
En la situación actual, Enrique Márquez no es un dirigente de masas, para decirlo en el lenguaje tradicional de la política, es un dirigente de cuadros. Viene desarrollando una política con honestidad y valentía. Manejándose dentro del orden constitucional, tal como lo hizo MCM, para el proceso electoral, sabiendo el deterioro institucional, la no separación de poderes y la militarización de la sociedad. Está planteando una acción de masas para presionar al Tribunal Supremo de Justicia que revise la sentencia de la Sala Electoral. Sería verdaderamente extraordinario que esa acción fuese encabezada por ambos dirigentes, MCM y EM, porque revitaliza la acción interna, la movilización como forma de lucha y sería más presión para el régimen.
Quien tiene el liderazgo de masas es MCM. No será contundente la acción EM y perderá su efecto, porque, hasta el momento, es un dirigente de cuadros. Aunque tal práctica, en el mediano o largo plazo, lo convierta en el dirigente de las masas. Pero afirmo con contundencia: la lógica de la heroicidad, de tener la figura del libertador, como ejemplo de la Venezuela heorica, para bien y para mal, ha sido una de las tragedias fundamentales del devenir sociopolítico venezolano, desde Guzmán Blanco en el siglo XIX, hasta el sol de hoy.
Valga un ejemplo: Messi es un extraordinario jugador no solo porque hace goles o extraordinarias gambetas, sino porque tiene mirada de conjunto y sabe cuándo pasar el balón. En la realidad política coyuntural marchar juntos no significa que desarrollen la misma táctica EM y MCM, sino que hay momentos históricos importantes, para realizar alianzas con el mismo fin estratégico. El instinto del animal político es el olfato, para saber qué hacer, más allá de la racionalidad instrumental.
Hasta el final es una extraordinaria consigna, si mantiene la lógica, cada día es cada día y el final será cuando se desplace del poder a quien tiene sometida a la población venezolana con un terrorismo de estado. La asunción de la política como ética es un horizonte común de futuro, pero debe construirse asumiendo el presente, con coraje, honestidad, valentía y riesgo calculado.