¿El porqué del asilo?
El pasado fin de semana, las noticias nos trajeron la información que el Presidente Electo de Venezuela Dr. Edmundo González Urrutia, junto a su señora esposa se habían dirigido hacia España en calidad de asilados. Por supuesto que, al acogerse a esta institución del Derecho Internacional Público, despertó intensas controversias entre las distintas formas de pensar sobre este hecho, pues la naturaleza humana, es variada en este sentido, así unos expresaron que huyó, que ha debido quedarse, otros manifestaron que primero su integridad física y psicológica, dada su edad, otros que, allá tendría más espacio para ejercer sus derechos de expresión y libertad de movimiento, en beneficio de la causa que él defiende junto a millones de venezolanos, dentro y fuera del país, que no es otra que, lograr ser reconocido por la comunidad internacional europea y poder explicar detalladamente qué fue lo que en realidad ocurrió en su sobrevenida relación con la justicia, que lo inculpó de un concurso de delitos, sin ofrecerle garantías procesales constitucionales.
Ahora bien, ¿cuál era la situación política y jurídica del Dr. González Urrutia, para el momento de acogerse a la figura del asilo diplomático?, debemos recordar al respecto que, el gobierno a través de su candidato oficial, se consideró ganador del evento electoral, lo cual presuntamente se corroboró, con los informes generales del CNE sobre los resultados, más no, los resultados parciales, desagregados en boletines, como se lo exigía el Reglamento Constitucional sobre Procesos Electorales y con la sentencia de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, que llevó adelante un singular y excepcional proceso, bajo la denominación de recurso contencioso electoral, en el cual no intervino el asilado González Urrutia, lo cual fue considerado como un desacato, convirtiéndose este en el primer delito que le fuese imputado, seguido de otros más, que desencadenaron en una orden de aprehensión contra su persona, a pesar de que su abogado defensor, consignó escrito en el Ministerio Público, alegando que los mismos no revestían carácter penal.
Se debe destacar que, el Dr. González Urrutia, ante la falta de garantías procesales denunciada a la opinión pública, por su abogado defensor, como conocedor del ámbito diplomático, buscó refugio en la embajada de los países bajos (Holanda), para salvaguardarse de la embestida judicial de que había sido objeto, y contra la cual, pocas posibilidades de éxito tendría; además que, por levantarse en su contra la espada de la “justicia revolucionaria”, tampoco podía exponer sus ideas, respecto de porqué se consideraba ganador del evento electoral, ni menos, desplazarse por todo el país, con esa finalidad. Se puede decir entonces, que el mencionado ciudadano, se encontraba bloqueado, tanto en lo político como en lo jurídico, sin posibilidades tampoco de encontrarse con el actual Presidente de la República, para buscar entendimientos o fórmulas políticas que hubiesen producido entendimientos, en relación a las consecuencias de diversa índole que, ocasionaron situaciones no queridas, por la mayoría de venezolanos.
Al no darse nada de esto, se dio cabida seguramente a la figura del asilo político, en este caso, bajo la bandera española, cuyo Gobierno dirigido por el Partido Socialista Obrero de su Presidente Pedro Sánchez, “llegó a considerar a González Urrutia, como un héroe” y al cual no se iba a desamparar, aunque no haya habido mucha transparencia, respecto de la forma en que se otorgaron los “salvoconductos”, para él y su esposa, pero es de suponer que en algún momento se dieron conversaciones entre ambos gobiernos, no solo para eso, sino también para permitir el aterrizaje en pistas aéreas venezolanas de un avión de la fuerza militar española, que vino a recogerlos, sin mayores contratiempos, lo que hace suponer que, el gobierno venezolano consideró que le beneficiaba más a su debilitada imagen internacional en Occidente, autorizar su salida que tenerlo preso, actitud que fue visibilizada con la declaración del Jefe del Ministerio Público venezolano, de no objetar los salvoconductos, a pesar de haber logrado orden de captura, contra González Urrutia.
Se destaca que no objetó, por dos razones a nuestro juicio. La primera, no podía enfrentar la decisión del Gobierno, de permitir la salida del Dr. Edmundo y su señora esposa, pues todos sabíamos que el asunto de los delitos imputados, era infundada, que obedecía más a intereses políticos que verdaderamente judiciales, y la segunda por la incondicionalidad del titular de la vindicta pública con el Gobierno, al punto que llegó a declarar que se “cerraba esa novela”, como si el enjuiciamiento de un Presidente Electo, fuese algo anecdótico, todo lo cual llevó al convencimiento de los ciudadanos, que la idea en principio era sacar del juego político a González Urrutia, que no había seriedad en las actuaciones fiscales, aunque sí generaban zozobra e inquietud en las personas que estaban siendo afectadas con este proceder, las que como seres humanos, tenían y tienen todo el derecho a tomar las decisiones que les lleven tranquilidad y seguridad, pues el no haber sido proclamado como Presidente Electo, fue un asunto que escapó de las manos del afectado.
Quedó sujeto entonces el ciudadano Edmundo González Urrutia a la legislación española que regula el derecho de asilo y que lo considera para llevar adelante este trámite humanitario un perseguido político y una persona vulnerable, por no poder enfrentar con medios civilizados el poderío institucional del Estado venezolano; ha justificado su asilo como una manera de evitar “conflictos que provoquen mayores dolores y sufrimientos”, pues no hay que olvidar que mucha gente ha sido víctima de medidas judiciales con o sin razón, que otras personas, sobre todas jóvenes tienen limitada su libertad personal y de que otras, tristemente perdieron sus vidas, lo que sigue generando tensión y angustia entre los venezolanos. Si su asilo beneficia o no al ciudadano Presidente actual, el tiempo lo dirá, pues, aunque esté en España, sigue ostentando la condición que soberanamente el pueblo le otorgó; por supuesto que, sus detractores seguirán diciendo que huyó, pues tal vez lo querían ver preso y humillado, convertido en presa fácil de sus pasiones cicateras.