Cuando todos estamos esperando un gesto razonable que indique cierta rectificación de la deriva antidemocrática de la pequeña élite que ejerce el poder, lo que se experimenta es más terror e incapacidad de Estado. Pocos en el mundo esperaban más insolvencia para entender a los contrarios, más balandronadas que terminan en perjuicio para la población llana, más diáspora y más aislamiento que nos aleja de las relaciones internacionales que podrían ayudarnos a salir del hoyo histórico que nos ha metido un interés estrictamente privado del grupo político que ya no cuenta con el respaldo popular. Represión y violencia contra la opción ganadora el 28j y continuidad de una acción de gobierno a contracorriente de las necesidades de la población. Pues lo que tenemos en concreto, como verdad contable, es la agudización de todas las razones que empujaron la avalancha electoral ocurrida en favor del cambio. Cuando se consolidó una mayoría ilusionada por la posibilidad cierta de una transición a un mejor gobierno.
Una inmensa mayoría reflejada en el 65% o más, que aspira a un mejor gobierno de la educación que ayude, por ejemplo, a superar lo que dicen los resultados del alarmante informe sobre las universidades en Venezuela que muestra el Observatorio de Universidades (OBU) según relato del diario El Nacional: Desalarización, inseguridad alimentaria y desasistencia. Una encuesta que revela además datos significativos sobre la salud mental de la comunidad universitaria: 69% de los estudiantes y 61% de los docentes presentan tres o más síntomas de depresión. Clama al cielo por una transición a un gobierno que contribuya a que el año académico no sea el caos en que ha devenido desde el 2013. Como se ejemplifica cuando el nuevo ministro de educación básica anuncia que el año 2024-2025 abrirá en octubre, cosa que posiblemente suponga que la atención pedagógica de las mayorías siga reduciéndose a sus mínimos históricos. Es de temer que la falta de oficio pedagógico contribuya a que se siga agrandando la brecha pedagógica que se ha formado, sustantivamente desde el 2013, entre quienes pueden pagar la educación y los que no. Que sigan creciendo las diferencias cualitativas y cuantitativas de la escolaridad que ocurre en los circuitos históricos de excelencia y carencias, acentuando la patologización de la pobreza.
Revista Nº 1.021 Memoria Educativa Venezolana, paso a paso