Isabel Pereira Pizani: Embarazada del viento

Compartir

 

Para el año 2020 la tasa de fecundidad en adolescentes en Venezuela era 85,3.% En la actualidad, Venezuela es el país con la tasa de embarazo adolescente más alta de América Latina y el Caribe. Sabemos que estos números, como todo los indicadores en el ámbito social deben haber empeorado.

Recordamos la lirica que una vez nos trajo Cecilia Todd:

La embarazada del viento

Mamá, me perdonará lo que le voy a decir,
Que yo me acosté a dormir y desperté embarazada.

Y yo no sé de quién será, hombres yo no he conocido;
Esto a mí me ha sucedido sin tener ningún intento,
Creo que será un mal viento que al despertar he tenido.

Hija, tu no me haces creer ni por tu ciencia, marina,
Esto solo a la gallina el viento la hace poner.
No ha nacido la mujer Que para de un huracán;
Sea de Pedro, sea de Juan, Yo lo saco por la cara
Y es de más que me negaras, yo se los que a casa van.

Por fin se llegó ese día de la hija dar a luz.
Se parecía a Jesús en las narices, la cría,
Y en el pescuezo a Isaías y en la boca a crispirían,
Y en los ojos a Luciano, En los cachetes a Juancho,
Y en las orejas a pancho Y en el pelo a don asiano.

Empezó este niño a andar, cambio de otro parecer;
Se parecía a Daniel y en lo alto a Eleazar,
y en la rodilla a pilar, en lo pando a Simeón.
Por tanta comparación vino su madre a creer
que su hija era la mujer que paría de un ventarrón.

Estos vientos preocupantes soplan desde todos los costados, crecen de forma abrumadora, las cifras de embarazos adolescentes, una amarga circunstancia que alimenta los datos de desnutrición, la crisis en escuelas rurales, sin maestros, sin comida y sin baños, las familias partidas por la diáspora.Simplemente un mundo rural como si fuese azotado por la plaga del olvido. El petróleo alimentó durante mucho tiempo los barcos que llegaban a nuestros puertos a descargar alimentos de las peores condiciones, enriqueció a traficantes de estos productos  y con ello arruinó y desplazó a nuestros productores de toda la vida, destruyó pueblos y familias. Contribuyo a la miseria rural y a la huida de la gente para convertirse en marginales urbanos. ¿Qué puede significar que el 33% de nuestra población infantil este afectada por la condición de desnutrición con efectos irreversibles, es decir sin esperanzas?

Resuenan las palabras de Mercedes Muñoz, investigadora atenta y responsable, recordando a todos a los gobiernos y a cada ciudadano lo que significa que el embarazo adolescentes sea una cifra que desnuda nuestra tragedia como sociedad “Venezuela sigue teniendo una de las tasas más elevadas de embarazos en adolescentes de Latinoamérica, aunque está distribuida de forma desigual en el país: la mayoría de los casos se registran en las zonas más empobrecidas de áreas urbanas pero sobre todo en zonas rurales y comunidades indígenas”.

Comprender y valorar el impacto del embarazo adolescente como fenómeno presente en nuestra población, especialmente en las zonas rurales que permanecen como si el tiempo no sólo se detuviera, sino que retrocediera. En estos días donde impera la comunicación digital, con ilimitado acceso a la telefonía móvil, que el principal problema de salud nacional sea  el desconocimiento de la  expansión del embarazo adolescentes. Es cuando menos alucinante. Al lado de la cifras de morbilidad y de violencia surgen con una importancia inequívoca las cifras de embarazos de niñas. En cualquier reunión de asociaciones de productores agrícola, alguna voz siempre se deja escuchar “Estamos cansados de ver niñas cargando niños, menores de 12 años amamantando crías que no van a poder educar, que no tendrán posibilidad de crecer y educar, es un fenómeno que crece como el fuego en la paja seca”

Si hacemos una mezcla entre la desnutrición infantil, la crisis de la educación con maestros permanentemente en huelga, con salarios miserables y agregamos la peligrosidad de la expansión del embarazo adolescente, lo que significa ver nacer niños de partida sin padres, obtenemos una mezcla macabra ¿Cómo puede ser madre una niña de 11 años que no sabe qué hacer consigo misma, que no vislumbra que pueda estudiar, aprender un oficio porque simplemente esas opciones no están abiertas en su comunidad, que son todas las comunidades donde moran cerca del 40% de las población rural venezolana.

Cada uno de nosotros debe pensar,  imaginar cuales son las oportunidades que podrán tener estos nuevos venezolanos, hijos de madres adolescentes que abandonaron la escuela, carentes de alternativas para ejercer su rol de ciudadanas y que permanecen en el seno de una familia empobrecida, donde las oportunidades de estudiar, aprender ser productivas están rotas con la realidad.

El impacto de los embarazos adolescente podríamos ubicarlos en terrenos frágiles y peligrosos ¿Qué pasa con la vida y el fututo de la madre adolescente? ¿Cuáles son las expectativas de los descendientes de madres adolescentes carentes de la posibilidad de alimentar, educar, proteger a sus crías? ¿Cómo afecta al núcleo familiar el hecho de que alguien de su grupo se convierta en madre adolescente? ¿Cómo afecta la integridad del núcleo familiar que dentro de ella surja una situación de embarazo adolescente?

Vemos en la prensa que el actual gobierno patrocina eventos internacionales sobre aspectos e interpretación relativos a la ideología política. Invitan e invierten en el traslado de una costosa concurrencia internacional de “expertos en política” sabemos por la dimensión del evento que la inversión debe haber sido altísimas, trasladar desde distintos rincones del mundo a personajes afines ideológicamente para sumarlos a una protesta política.

Ante este evento, surge la interrogación: ¿En cuál medida se manifiesta el interés de quienes controlan el poder de atender, prevenir, educar, abrir opciones a la población rural, a las familias, sobre el impacto en el seno del hogar de la presencia de una madre adolescente? Una niña que debería estar en la escuela, ideando su futuro, perfilando una vocación, soñando y aspirando a lograr metas y convertirse en  una ciudadana responsable.

Probablemente estas reflexiones sobre el impacto del embarazo adolescente en el medio rural venezolano  caigan en el vacío, nadie escuche, no se haga nada, que no se pueda impactar las decisiones en los ámbitos  de los que tienen poder y recursos y en lugar de financiar, costear iniciativas inútiles sobre temas políticos desfasados, derrotados históricamente, se dedicaran en principio a conocer cuál es el impacto de que Venezuela tenga  el dudoso honor de contar con las estadísticas más altas de embarazos adolescentes de toda Latinoamérica. Ese si es un problema de Estado porque incide directamente en la suerte de las nuevas generaciones.

En la acera de enfrente, para todas las personas que conservamos la fe en un futuro mejor, surge una gran tarea: Cómo fortalecer la capacidad protectora de la familia, cómo crear condiciones para que las responsabilidades durante las distintas etapas de crecimiento de las nuevas generaciones sean en lugar de una debilidad y un peligro, una fortaleza.

Sería una gran aspiración lograr derrotar las cifras de embarazos adolescentes y generar las oportunidades para las que ya son madres adolescentes a temprana edad,  para sus descendientes, aquellos que ya están aquí,  que puedan tener las oportunidades de convertirse en seres humanos responsables de sus vida, capaces de integrarse a la sociedad y a sus familias con las oportunidades abiertas para crecer y ser mejores personas.

Si albergamos la profunda aspiración de convertirnos en una sociedad donde la gente sea lo más importante y la libertad su espacio de realización debemos entonces mirar al Estado como una institución que está a nuestro servicio en esa búsqueda de ser mejores seres humanos, responsables, portadores de un proyecto de vida como expresión de la posibilidad que tenemos cada uno de decidir nuestro futuro

La existencia de una realidad donde el embarazo adolescente representa las cifras más altas en toda Latinoamérica es una prioridad, un reto y un desafío para todas las organizaciones civiles que aún existen en nuestro país. No solo una tarea del Estado que aspiramos a consolidar. Queremos que no surjan nuevas embarazadas del viento.

Derrotar el embarazo adolescente es un componente fundamental de los verdaderos retos inmediatos que enfrentamos. No perdamos de vista que la adolescencia es el capítulo en blanco donde cada joven escribe su propia historia de vida. Atendamos como sociedad este gran requerimiento y responsabilidad de hoy con las nuevas generaciones. La indiferencia sería imperdonable.

Gracias a la gente trabajadora del estado Portuguesa que reclama este cambio en voz alta.

 

Traducción »