Los empleados están más libres, pero más estresados, así es el mundo del trabajo de los últimos 10 años

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La calle más transitada del Mundo en Tokio.

Echar la vista atrás tiene sus riesgos. Aunque, según las enseñanzas del filósofo chino Confucio, estudiar el pasado puede definir el futuro. Hace 10 años nadie hubiera pensado que el mundo del trabajo iba a dar un vuelco tan brusco como el que hemos vivido, impulsado por un proceso de digitalización que avanza a pasos de gigante y la pandemia de la covid-19, a la que no se esperaba. Cerca de una veintena de expertos y trabajadores explican en este reportaje cuáles son las principales transformaciones que han visto la luz en las oficinas desde 2014. Entonces, la Gran Recesión seguía dando sus coletazos, dejando la tasa de paro en España por encima del 23%, a/2024-09-03/el-mercado-laboral-acusa-el-fin-de-la-temporada-de-verano-se-destruyen-194704-empleos-en-agosto-la-mayor-caida-en-este-mes-en-cinco-anos.html” target=”_blank” data-link-track-dtm=””>una cifra que hoy se ha recortado a más de la mitad. Pero empecemos por el principio, por las personas.

La demografía ha cambiado significativamente en la última década. Los españoles ocupados son 4,3 millones más que en 2014. En gran parte por el enorme estirón que han dado las mujeres: dos millones más, y por el empuje de la inmigración: 1,3 millones más. Ambos colectivos han diversificado la mano de obra, en palabras de Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas.

Sus edades también son diferentes a las de entonces. El envejecimiento de la población se ha hecho patente en los centros de trabajo. Los mayores de 50 años suman más del 35% de la fuerza laboral actualmente, cuando 10 años atrás eran un 26%. “Esto ha modificado la dinámica del mercado. La caída de la natalidad ha producido escasez de talento y ello ha propiciado que las empresas tengan más cuidado a la hora de despedir; no recortan plantilla porque les cuesta más reclutar a profesionales”, añade Torres.

Sin embargo, tengan la edad que tengan, los trabajadores se han visto obligados a adaptarse a las nuevas herramientas tecnológicas que a más de uno han llevado por la calle de la amargura. Es la transformación más profunda que se ha producido en el día a día del trabajo en una economía en la que el peso de los servicios se ha disparado. Cuando se empezaban a acostumbrar a utilizar las redes sociales, llegó la pandemia y todas las herramientas de comunicación a distancia. No contentos con ello, se extendió el big data, la automatización y el uso de robots, y ahora la inteligencia artificial (IA) amenaza con incorporarse a todos los ámbitos de la vida. “La tecnología ha cambiado mucho la forma en que trabajamos. Aunque depende de los sectores, la IA está en todas partes, pero todavía no tiene un alto impacto en el PIB y va a requerir rediseñar los puestos de trabajo”, sostiene Miguel Ángel Malo, profesor de Economía de la Universidad de Salamanca. “Aunque todavía hemos de mejorar el impacto de la tecnología en la vida de la gente, en la conexión entre la productividad y la calidad del empleo”, aprecia el directivo de Funcas.

Pablo Díaz Claver, nuevo director general de la firma de cazatalentos Russell Reynolds, destaca que en los últimos 10 años se ha pasado de la dialéctica de la automatización como sustituta de las personas a hablar de que tecnologías como la realidad aumentada o la visión nocturna se suman al talento humano para complementarlo. Es la llegada de lo que denomina el empleado biónico.

La disrupción tecnológica de la última década ha tenido distintos efectos en el trabajo. Los positivos, y que destacan sin excepción todas las personas consultadas en este artículo, llevan directamente a la incorporación del teletrabajo a nuestras vidas. Aunque no todos los profesionales pueden desem­peñarse en remoto (véase el personal de tiendas u hostelería), esta nueva manera de trabajar ha provocado un vuelco radical en la forma de organizar las tareas y “ha mejorado mucho la conciliación”, según Ana Ercoreca, presidenta del Sindicato de Inspectores de Trabajo y Seguridad Social.

Pese a que durante la propagación de la pandemia adquirió su máximo apogeo (3,5 millones de personas lo utilizaron), según Mari Cruz Vicente, secretaria confederal de Acción Sindical y Empleo de CC OO, “el teletrabajo está teniendo dificultades actualmente; las empresas lo han ido reduciendo, aunque tenemos más del doble que antes de la covid”. España está a la cola de Europa en la penetración del trabajo en remoto, con un 13,6%, frente a la media de la UE del 24%. “La pandemia mostró que el teletrabajo era factible y ahora la vuelta atrás es imposible”, en opinión del profesor Malo.

No solo el teletrabajo. El aumento de la flexibilidad a todos los niveles (desde las horas a las que se realiza la tarea, los lugares en que se aborda o el método para conseguirlo) es una revolución en buena parte de las oficinas. El cambio más destacado desde 2014, en opinión del responsable de Russell Reynolds. Redunda en beneficio de la autonomía del trabajador. Sin embargo, sólo el 13% de las empresas españolas ofrece flexibilidad total a sus empleados, explica la directora de Talento de ING, Ángeles Marzo. La entidad bancaria es una de ellas desde marzo de 2020. “Hemos evolucionado hacia un modelo basado en la confianza. Antes había que cumplir un horario y hoy confiamos en el criterio del trabajador para cumplir sus objetivos”, añade, en la creencia de que las plantillas tienen mayor necesidad de cuidarse y descansar, muy influidas por las nuevas generaciones. El modelo, indica Marzo, mejora la productividad, la eficiencia y la satisfacción de los trabajadores. Es el triunfo de la autonomía y la gestión por proyectos.

Entre los perjuicios que las nuevas tecnologías han traído, cabe destacar la conexión permanente, que puede derivar en cuadros de ansiedad o en el síndrome del trabajador quemado, advierte Ana Ercoreca. La presidenta del sindicato de inspectores de Trabajo resalta que en España sigue habiendo un gran problema con las horas extra: “Hay más de seis millones de horas que ni se cotizan ni se cobran y, aunque la introducción del registro horario en 2019 ha sido una ayuda para controlarlas, lo cierto es que, a más horas trabajadas, menos descanso y más posibilidades de accidente laboral”, aprecia. El Gobierno reguló el derecho a la desconexión digital en 2022, “pero la frontera entre el tiempo de trabajo y el de descanso cada vez es más difusa”, en palabras de David Díaz, socio responsable del área laboral de Baker McKenzie. Otra de las novedades de la última década.

“El cambio tecnológico y en la manera de organizar el trabajo ha producido un aumento del absentismo laboral y de las enfermedades mentales hasta ahora desconocido”, asegura Raymond Torres. Se aprecia en toda Europa y en Estados Unidos. Los datos no arrojan dudas: en España se ha pasado de 1,6 millones de personas de baja a 2,5 millones entre 2014 y 2024 (del 8,3% al 12,1% de la población activa). Y en Europa las estadísticas de Eurostat muestran que el salto ha sido de 18 a 20,5 millones de personas, el 10,5% de la población activa. Tiene que ver con que el trabajo es cada vez más exigente y hay que efectuarlo al esprint, según Pablo Díaz Claver. “Las tareas se realizan en ciclos cada vez más cortos. No en años o cuatrimestres, que sirven para definir los periodos fiscales. Actualmente hay desconexión entre el ciclo fiscal y el trabajo diario”, asevera.

Otra de las consecuencias negativas de la digitalización ha sido la aparición de nuevas formas de trabajo que no conocíamos, como los riders, trabajadores por cuenta ajena que los empleadores hacen pasar por autónomos. Y, con ellas, la precarización del empleo. El Tribunal Supremo ha fallado a favor de los trabajadores, considerándolos falsos autónomos, y condenando a las plataformas de comida a domicilio a indemnizarlos. El Gobierno aprobó la denominada ley rider para poner coto a este tipo de relaciones laborales que se han prodigado mucho.

Porque desde 2014 se ha ido reduciendo la precariedad laboral en España, resalta Mari Cruz Vicente, que lo achaca a la reforma laboral que suprimió los contratos temporales. “Tras ella, la contratación indefinida se ha impuesto”, dice. Un avance en la estabilidad de los trabajadores que hasta la norma de 2021 veían cómo el 90% de sus contratos eran eventuales. Ahora se han recortado a la mitad, aprecia. Malo cree que se trata de una muy buena noticia.

El profesor de la Universidad de Salamanca piensa, no obstante, que la precariedad ha cambiado de rostro: hoy el empleo a tiempo parcial se utiliza como un contrato flexible, dice. “Hasta la crisis había pocos contratos a tiempo parcial. Se ha pasado de la intermitencia en las relaciones laborales a trabajar menos horas de manera no deseada”.

La ascensión de la mujer en el mercado de trabajo ha sido imparable desde 2014. “Nunca habíamos tenido más de 10 millones de afiliadas a la Seguridad Social”, mantiene Vicente, “esto supone un cambio en la vida cotidiana y en el trabajo. Necesitamos avanzar más en conciliación para que los cuidados no recaigan fundamentalmente sobre ellas”. En 2021 se le reconocieron al permiso de paternidad las mismas condiciones que al de maternidad y ha sido un elemento clave para la igualdad, opina. La secretaria confederal de CC OO suma, en este sentido, la aprobación del derecho a la adaptación de jornada sin rebaja de salario.

El progreso femenino también se ha dejado notar en las cúpulas empresariales. “Pese a que aún queda mucho por hacer, es innegable el aumento del liderazgo femenino”, destaca el director general de Russell Reynolds. Los consejos de administración de las empresas del Ibex 35 se aproximan al 40% de mujeres cuando en 2014 eran menos del 17%. Y en los puestos de dirección ocurre algo similar, aunque el avance es más lento. Las normas han hecho posible esta evolución en la equidad de género, que actualmente trata de llevarse a los sueldos a través de las auditorías salariales a las que las empresas están obligadas desde 2020.

En Estados Unidos se llamó la Gran Renuncia. Ese proceso por el que millones de empleados abandonaron su puesto tras la pandemia valorando mucho más que el trabajo otras facetas de su vida. En España el proceso no se repitió, pero es cierto que en los dos o tres últimos años hay un número creciente de bajas voluntarias en las empresas, indica Alberto Gavilán, director de Talento de Adecco. Un número que no se había visto antes. Sólo entre enero y junio de este año se han producido más de un millón de dimisiones. Y esto se traduce en un aumento de la rotación que en algunos sectores, como el tecnológico, supera el 20%, prosigue. “La gente no está dispuesta a sufrir en el trabajo y es un claro motivo de cambio de compañía”, advierte Gavilán.

“Tenemos más gente trabajando que nunca y se mueve más de empresa porque hay más empleo y mayores facilidades para cambiar de puesto y de sector”, apoya Vicente. La secretaria de Acción Sindical de CC OO habla de mayor movilidad laboral. Pone como ejemplo el sector de la hostelería, del que se apearon multitud de empleados con el cierre de los establecimientos en la pandemia. Encontraron otros empleos en sectores distintos y con mejores condiciones laborales. Y ahora la hostelería se las ve y se las desea para fichar personal. “La crisis sanitaria demostró que los trabajadores podían acceder a otras actividades. Eso es una novedad para los empleadores, que ya no tienen colas de candidatos esperando para poder escoger”, señala Malo.

Con el paso de estos últimos 10 años las empresas también han cambiado. Se han vuelto más horizontales, atrás quedó la cadena de mando jerárquica, según Pablo Díaz Claver. Para desarrollar nuevos productos en la actualidad se crean equipos de personas de distintas áreas de la organización que trabajan conjuntamente en equipos multidisciplinares, lejos de los antiguos silos. El jefe también se ha transformado, aprecia, “ha pasado de ser un gestor de recursos a un desarrollador de personas”. Y la formación en el puesto de trabajo ha adquirido una importancia que antes no tenía en las empresas como consecuencia del desarrollo tecnológico.

Al final, todos los expertos consultados están de acuerdo en que estos 10 últimos años han sido beneficiosos para el mundo laboral. Las formas de trabajar han ido a mejor y la amplia normativa que se ha desplegado ha contribuido a ello. Claro que hay problemas estructurales que continúan enquistados, en palabras del profesor Malo, como el paro, con 2,57 millones de personas al cierre del pasado agosto. “Aunque vaya a bajar del 10% de la población activa, sigue siendo una cifra enorme en comparación con los países de nuestro entorno. En Suiza tienen un desempleo del 1,5%. Además de una gran dificultad personal, supone un desperdicio de recursos enorme”, asegura. Los impedimentos que sufren los jóvenes para incorporarse al mercado laboral también continúan, igual que el elevado nivel de sobrecualificación, añade.

Y qué decir de los sueldos. En 2014 el salario medio en España era de 22.858 euros, según el INE, y casi una década después, en 2022 (último dato disponible) se sitúa en 26.948 euros, apenas un 18% por encima cuando la inflación ha subido un 17,4% en ese mismo periodo y el precio de la vivienda se ha disparado cerca del 47%. Nadie duda que aún queda camino por delante para mejorar.

A sus 35 años, Juanmi Díez es el director del área de creatividad de la agencia de marketing digital Good Rebels, donde entró como becario hace 10 años. “He pasado por todas las fases”, sostiene. En esta década ha visto un cambio de velocidad, cómo los procesos que antes se prolongaban dos o tres meses, ahora duran dos semanas. “En 2014 el teletrabajo existía, pero no lo usábamos, y hoy gracias a él vemos cómo nuestra autonomía se ha disparado”. Esta autogestión, el trabajo “por entregables” lo denomina Díez, “es la que ha hecho posible que tengamos la jornada de cuatro días, que mejore nuestra calidad de vida y nuestra felicidad y esto redunde en una menor rotación. Tenemos una tasa del 10% frente al 30% del sector”, asegura.

Porque mientras el Gobierno negocia la jornada de 37 horas semanales, hay algunas empresas que ya la han implantado; Good Rebels en 2021. Iván Hernández (30 años) vivió el momento y destaca que es la gran transformación que ha visto en los años que lleva en la compañía. “Ahora trabajamos de lunes a jueves; eso es un cambio brutal. Tienes que cambiar la cabeza, no puedes rellenar las horas con tareas; has de trabajar por proyectos y exige mucha organización. Antes me daba igual tener 10.000 reuniones diarias, pero ahora las optimizo, tengo menos y las hago mucho más cortas”, sostiene el director de satisfacción de cliente de la agencia. “Me he dado cuenta de lo importante que es conciliar la vida personal y la laboral. Por eso ahora soy esclavo de Good Rebels, no quiero trabajar en otro sitio porque encontrar estas condiciones ahí fuera es muy difícil”, reconoce Juanmi Díez.

En un mundo cada vez más frenético, autorresponsabilidad y autogestión son las palabras con que su colega Daniela Ferrer (42 años), al frente de la oficina de Barcelona de la compañía, define la transformación que ha sufrido el trabajo en la última década. Adiós a los horarios, a las jerarquías y al control. Bienvenido el trabajo por proyectos con capacidad de hacerlo desde casa. “Al principio yo no quería. Pero se ha ido oficializando esta forma de comunicación que es la que nos ha permitido llegar a la jornada de cuatro días”, explica.

Blanca Ballesta (38 años) ha superado la barrera de los 10 años trabajando en ING. Y su colega Borja Ramírez la alcanzará en noviembre y lo celebrará con los 20 días de vacaciones extra que les da el banco. Ella ha tenido una carrera más movida, porque además de cambiar de departamento varias veces como él, ha trabajado en la sede de la entidad en Holanda y también en Alemania. De vuelta a España, se postuló para el departamento de tecnología, donde se desempeña hoy en los cuarteles generales de ING en Madrid. Con una peculiaridad. Reside en Barcelona, donde ha tenido un hijo. “Vivir en Barcelona y trabajar en Madrid es una de las ventajas que permite ING, donde tenemos 100% de flexibilidad”, dice Ballesta. Algo que ha podido hacer gracias a lo que considera el mayor cambio en su trabajo, el hecho de poder ejercerlo desde donde quiera. “En su momento tuve que venir a Madrid a vivir, pero ahora no, y es una gran ventaja porque mi familia está en Barcelona”.

Ramírez, gaditano de 38 años, comparte su opinión. “La flexibilidad ayuda muchísimo a conciliar, a que los empleados estemos más contentos y tengamos más autonomía. Así resulta más fácil conseguir los resultados”, señala. Él tiene un hijo y va camino del segundo. Asegura que la flexibilidad de entrada y salida, de horarios, el poder trabajar desde casa o la oferta de servicios que tienen en el nuevo edificio corporativo (desde la posibilidad de hacer la compra, peluquería, tinte, gimnasio, fisioterapeuta…) “es un cambio de vida brutal. Me permite organizarme mejor, estar más tiempo con la familia y además estar menos agobiado porque el horario te lo organizas como quieres”.

Víctor Jiménez (34 años) es responsable de preparación del almacén de Illescas de la cadena de supermercados Dia. En los 10 años que lleva trabajando en la compañía ha pasado por varios puestos. Primero estuvo elaborando pedidos, luego en las cámaras frigoríficas, después a cargo de la formación del almacén y ahora con 70 personas a su cargo. La tecnología ha modificado todas esas tareas. Ha logrado, dice, que los nuevos métodos de hacer pedidos sean mucho más rápidos. “Se ha implantado la preparación por voz, la recogida de pedidos mediante luces de colores…”. Y está claro que todo ello requiere aprendizaje. “Cuando entré no se hacían tantos cursos. Ha mejorado mucho la formación que ofrece la empresa y es un acierto”.

El cambio tecnológico también es la principal transformación a la que alude Rosa Muñoz (52 años) desde que empezó a trabajar en la cadena de supermercados hace más de ocho años. Esta técnica de selección y talento ahora utiliza a diario al menos una decena de herramientas digitales como Drive, “porque el trabajo es mucho más colaborativo que antes”; el portal corporativo, LinkedIn, Infojobs, el chatbot de que la compañía se sirve para realizar las primeras entrevistas de selección de personal, “que nos ayuda a ser más rápidos y efectivos”, el programa de valoración de competencias y un largo etcétera. “Cuando llegué no usaba ni la mitad. Actualmente el trabajo es mucho más rápido y fluido”, señala.

Sin embargo, Lucía Maricalva (54 años) pone sus ojos en una cuestión bien distinta. Lleva 30 años trabajando en Dia. “¡Eso sí que es resiliencia!”, exclama. Y ha vivido en carne propia el ascenso de la mujer en el mercado laboral que se ha producido en la última década. Ella es la directora de Expansión y Compras Indirectas y desde 2019 forma parte del comité de dirección de la empresa. “Los avances en igualdad de oportunidades y en materia de conciliación en los últimos 10 años han sido tremendos. Es lo que ha permitido que la mujer progrese. Se ha invertido mucho en formación, en políticas de diversidad e inclusión y en iniciativas para impulsar el talento femenino que antes no había”, asevera. En Dia el 70% de la plantilla es femenina y el 52% de los directivos y los mánager (frente al 46% de 2014).

Va camino de una década el momento en que Manoli García (58 años) tuvo que reinventarse. El centro de estudios donde trabajaba cerró con la crisis económica y tras 30 años se vio abocada al paro. Actualmente trabaja en la Fundación Adecco. Pero tuvo que formarse “porque ahora todo se hace a través de plataformas digitales y tienes que aprender”. Reconoce que la costó digitalizarse, aunque ahora está contenta porque son herramientas mucho más eficientes. Sin embargo, en su opinión, la transformación más relevante que ha vivido en estos últimos años ha sido la irrupción del teletrabajo, “una experiencia reveladora”, mantiene. “Puedes ser productivo en cualquier entorno y yo lo valoro mucho. Hago una mejor gestión del tiempo con el 50% de trabajo desde casa. Me evito los desplazamientos a la oficina”, admite.

La forma en que se busca un trabajo hoy no tiene nada que ver con la de 2014. El currículo de papel está en extinción y, para publicar las ofertas, las redes sociales se han impuesto a los portales de empleo que hace 10 años eran predominantes, según Alberto Gavilán, director de Talento de Grupo Adecco. Las necesidades de los candidatos también han variado. Ahora piden cuestiones impensables hace una década, como teletrabajo, que no es solo una cosa de los jóvenes, cualquier grupo de edad lo valora; flexibilidad y bienestar psicológico. Además de los básicos, que siguen siendo salario y jornada, continúa. Y una cosa más, con la escasez de talento, las empresas no pueden dormirse en los laureles a la hora de atraer a futuros trabajadores, tienen que impactarles permanentemente con mensajes para convencerlos.

El País de España

 

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