La pobreza es un flagelo de la humanidad. Algunos gobernantes apuestan por mantener a las personas sumergidas en ese mundo. Atentan contra toda superación que pueda generarse. Desde la planificación gubernamental se elude la política pública que cimienta las bases para minimizar el impacto negativo en el desarrollo de los países. Desarrollados, subdesarrollados, atrasados y como se les quiera llamar, son parte de un escenario donde se conjuga el poder y el control en manos de minorías, en detrimento de las mayorías. Voceros con diferentes matices salen al ruedo a atacar las posturas de unos contra otros, para que la sociedad los vea como los redentores, y terminan siendo el fraude personalizado.
Venezuela, un país bendecido por la abundancia de recursos naturales, renovables y no renovables, enfrenta el desafío de superar la pobreza que afecta a una parte significativa de su población. La pobreza no es solo una condición económica, sino también una situación que limita el acceso a la educación, la salud y las oportunidades de desarrollo. En este contexto, las políticas públicas emergen como herramientas cruciales para abordar las causas y consecuencias de la misma, pero su éxito depende de la integración de esfuerzos entre el gobierno, el sector privado, la sociedad y las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs). La profundidad y responsabilidad con la que sean asumidas tendrá su efecto en el mediano y largo plazo. De persistir el blanco y negro, visto desde la exclusión, el daño será mayor.
La calidad de las políticas públicas es fundamental porque contribuyen a establecer un marco de acción que atienda las necesidades básicas y promueva la equidad social. La efectividad de las mismas debe ir más allá de las dimensiones materiales y fisiológicas de la pobreza, abordando también sus aspectos sociales y culturales. Además, la participación comunitaria en la política social ha demostrado ser un factor clave para el éxito de las intervenciones, ya que permite que las soluciones sean más pertinentes y sostenibles, al igual que la integración del sector privado es crucial, ya que puede aportar no solo inversión, sino también innovación, eficiencia y experiencia en la gestión.
Avanzar en la superación de la pobreza requiere de un plan coordinado, basado en datos actualizados y reales sobre ese flagelo en suelo venezolano, que aborde un enfoque holístico desde las causas estructurales y sus efectos. Los sectores más vulnerables deben recibir la atención inmediata para ayudarlos a salir de esa difícil situación. Desde esa perspectiva las políticas públicas deben estar bajo el estricto mandato de la inclusión y la equidad. El compromiso debe trascender a las diferencias y el sesgo ideológico para unir esfuerzos y apostar al bien común.
Los gobernantes serán juzgados a través de la historia por sus logros, convertidos en legados en el tiempo. Pretender que la pobreza es vital para mantener en el poder a una clase gobernante, es igual a no entender que el mundo cambió, y que la planificación de políticas públicas son una prioridad.
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