Carlos Ñáñez: Tratados de la ira o de cómo secuestrar la voluntad de un país

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Un Estado sin justicia es una banda de ladrones. San Agustín de Hipona.

La ira es la incapacidad que produce la rabia exacerbada, frente a un estímulo externo o realidad incuestionable. Ese estado de obnubilación de la racionalidad puede desproveernos de nuestras características humanas, como la empatía, la sindéresis, la otredad, alteridad y nostredad. Es un estado que nos convierte en animales, en seres crueles sin diques de contención del carácter. “Desde la ira se puede controlar, mientras exista miedo”.

El autor de tratados sobre la ira fue Séneca, a quién le correspondió ser pedagogo de Lucio Domicio, trocado en Nerón el incendiario, luego de que en connivencia con su madre Agripina la menor, envenenase a Claudio. Este último emperador de Roma, proveniente de la gens julio- claudia, se caracterizó por su indomable ira, la cual lo llevó al matricidio, al asesinato de su esposa Popea, al brutal cambio de sexo de uno de sus esclavos y al incendio de Roma y la posterior persecución a los cristianos, quienes enjugados en brea servían de iluminación desde cruces dispuestas en la Vía Apia. Podríamos concluir que este emperador fue uno de los más perversos e iracundos del imperio romano, allanado el camino para que la estructura del Estado involucionara hacia una gansterilidad, pletórica en violencias, vicios, depravaciones y horror.

Ese justo fue el espejo del Duche, de Mussolini, quién pretendió reivindicar, no los logros de progresivos de la República romana, cuna del derecho como equilibrio social, sino las tropelías de Tiberio, Calígula, Nerón y otros como Diocleciano y Heliogábalo el “anarquista coronado de Emesa”. La violencia acompañaba a las camisas pardas del fascismo, connaturalmente enemigo de la libertad, imputador de sus fracasos a terceros.

Cleptócrata y cruel, depuesto del poder, fué insertado en el mismo por sus socios los nazis alemanes en la infausta república de Saló, en donde Mussolini pasó de ser un ejemplo a ser emulado por Hitler, a una cruel marioneta. Estos 600 días son comparados con la obra del Marqués de Sade “Sodoma”. Ambientada en la segunda guerra mundial, “existe una película italiana que describe con terror factico la crueldad humana. Así pues, presenta a la metáfora para presentar a los ciudadanos ingiriendo heces fecales para negarse a consumir los alimentos producidos por el régimen. Usa el símil con la Divina Comedia, presentando tres círculos, el de las manías, el de las heces y el de la sangre”.

Es el infierno del Dante en la tierra, la esencia del mal, la perversión, la crueldad narcisista y el horror de la degeneración que la irascibilidad puede producir degenerativamente en un ser humano, hasta minimizarlo a un orate que odia, persigue, niega, es presa de obsesiones que contravienen la verdad y sobre todo hace daño y mucho. Este hombre iracundo es superior en crueldad al estado natural de Hobbes, pues no sobrevive usando a la violencia, la justifica, llegando incluso a sentir fruición por el tormento ajeno, se alimentan de la angustia.

La situación en Venezuela es un escándalo horrido de persecución y represión como jamás se había visto antes. Los hechos posteriores al 28J dan cueanta y material a la ONU, para que pueda documentar las incuestionables violaciones a los Derechos Humanos, que van desde menores de edad en cárceles comunes, hasta desaparecidos quienes purgan en esos círculos infernales, bajo el peso de la tortura, la vejación, las golpizas, el hacinamiento y el culmen del estupro sexual. Las ergástulas del régimen nunca antes fueron tan grises y sombrías.

Es menester que el lector comprenda que esta represión supera a la ocurrida en Chile, durante la dictadura de Augusto Pinochet. La Operación Cóndor es menos lesiva que la Furia Bolivariana, estamos secuestrados y tenemos razones para temer, pero es necesario denunciar, hacer visibles los extremos de un régimen extraviado en furia, quienes coaccionan en espacios extra territoriales como la Embajada del reino de España. Esta actuación debe ser explicada por el embajador de este país, ataviado con un mono de ejercicio o chándal, como dicen en su tierra.

Se han emitido órdenes de captura contra el presidente constitucional de la Argentina y sus ministros, se ha insultado hasta lo más bajo al presidente de la República Dominicana y cada vez estamos más solos, más aislados, más agobiados. Sólo nos queda recordar a San Arnulfo Romero, mártir de la ira, y pedir que las oraciones del pueblo de Venezuela suban en tumulto al trono de Dios, para que cese el odio, la matanza y la persecución.

Finalmente la economía es un cadáver insepulto. Aún las brechas cambiarias dan cuenta de la volatilidad de los mercados, de la incertidumbre que inscribe al hambre y la necesidad, de las escuelas derruidas, de la crisis de los servicios públicos y de esta existencia infrahumana, la cual se intenta morigerar decretando la Navidad y disfrazando las áreas públicas con adefesios. Con la estética de la desesperanza, porque la revolución es tan violenta que no se detiene, ni siquiera ante el pesebre de Jesús. La Conferencia Episcopal, de manera valiente, lo advirtió en los siguientes términos: El empleo de las solemnidades cristianas es impropio para fines proselitistas, pero en nada surte efecto este llamado en una sociedad indolente, indiferente, aterrada, vapuleada y sometida a la peor tortura: No saber que será de nosotros.

Lo único tangible es la laceración producida por el daño antropológico impuesto en este cuarto de siglo rojo carmesí, de la pobreza léxica, la vacuidad espiritual y la miseria material.

Referencias:

Artaud.A. (2014). Heliogabalo o el anarquista coronado. Buenos Aires: Arginauta.

Pasolini, P. (Dirección). (1975). Saló o le 120 giornate di Sodoma [Película].

Séneca. (2007). Tratados sobre la ira. Tenerife: Artemisa.

X @carlosnanezr – IG. @nanezc

 

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