Todo se ha perdido cuando los buenos sirven de burla, y los malos de Ejemplo. Demócrito.
Tras haber trascurrido dos meses de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, cuyos resultados están signados por la opacidad, la ausencia de probidad y el desarrollo de una ola represiva sin precedentes en el país, misma que cuenta con 1.800 detenidos en centros penitenciarios comunes, así como la violación a los más elementales derechos humanos, entre los que destacan la ausencia de defensa por parte de los detenidos, incomunicación y tortura, que han sido denunciados por organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos, la Organización de las Naciones Unidas y más de 35 países.
Es una situación que no trasciende de la retórica del micrófono y de la denuncia a un régimen que adolece de diques morales, conformando la ya sempiterna crisis institucional, que coexiste con la sufrida situación económica, signada por una inflación contenida gracias al sacrificio del crecimiento económico, pudiendo concluir que esta contracción inflacionaria embrida un costo, medido en la destrucción de la capacidad de compra, la miniaturización de la actividad económica y la existencia de graves desigualdades económicas en el país.
Las brechas entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se han ampliado desde el evento electoral y las denuncias de fraude. Estas brechas se ubican en un promedio de 19,56%, situación que produce pérdidas cambiarias a los comercios formales, que han de facturar a un tipo de cambio 19,56%, por debajo de su contraparte paralela, en un país con más de dos años sin ajuste salarial, en el cual se depende de bonificaciones transferidas por un mecanismo ineficiente e inseguro como la plataforma patria, a la población carnetizada y a los funcionarios públicos.
Lo propio ocurre con el bono de alimentación de 40$ aproximadamente, calculados a un valor de cambio oficial, que no logra estabilizarse a pesar de las constantes intervenciones del Banco Central de Venezuela, las cuales sobrepasan los 3.800 millones de dólares.
Así seguimos en este estado de suspensión de la realidad, con festividades adelantadas de la navidad, represión, acuerdos con Rusia y en el medio un país que sufre los rigores de una innominada desigualdad, la Venezuela de los cohabitantes, coexiste con su cada vez más amplia Venezuela de los miserables, no existe “democracia en un país con tanta desigualdad, los riesgos van desde la fractura del contrato social, hasta cosas peores” .
La ingobernabilidad es inocultable. El día jueves 26 de septiembre fuimos testigos de un despliegue militar, denominado operación “Mercurio”, destinada a la defensa de puertos y aeropuertos en el país, ante una eventual agresión externa que provendría de la nada. Sin embargo, el mensaje subyace para todos el miedo y el bajísimo costo por reprimir, supuestamente se trataba de proteger al “Aeropuerto Internacional Arturo Michelena”, ubicado en Carabobo, e impediría la mencionada agresión externa, que es la eterna excusa para justificar desde las fallas en servicios públicos hasta la represión.
Brechas y vitalidad
La inestabilidad entre las brechas cambiarias solo demuestra las expectativas de que el tipo de cambio aumente, las cifras de inflación controlada a costa del crecimiento económico son un oxímoron, que no se corresponde con los datos del Producto Interno Bruto (PIB), publicadas hace dos semanas por el ente emisor, las cuales se proporcionaron en datos relativos y con una ausencia estadística al no presentar los datos del año 2020, con el agravante de la desaparición de los datos publicados en valores absolutos y relativos, hasta el I trimestre de 2019.
Cifras oficiales y no confiables
Sí bien es cierto que al consultar los datos de la plataforma digital del BCV, en el apartado de las cuentas nacionales, se despliega un documento con datos porcentuales desde 2021, hasta 2024, estas tasas de variación son insuficientes pues impiden la comparatividad entre las mismas cifras de este intervalo temporal, además de que resulta imposible reconocer los valores absolutos que decantan en estos valores porcentuales. De allí su carácter oficial y poco confiable, a esto debemos sumar la eliminación de la serie estadística desde 2007 hasta I trimestre de 2019, todo ello contribuye a la pérdida de confianza y la demostración palmaria de la ausencia de independencia y autonomía del BCV.
El país sigue su ritmo de supervivencia, de cálculo diario del exilio, de crisis irresoluta, de miedo y terror, desde luego camuflado por una navidad adelantada vía decreto, instalación de adornos navideños, que no son capaces de ocultar el vaho a fraude, trampa e ilegitimidad, que fueron el resultado del 28J, del cual cumplimos sesenta días, y aún sin desmayar estamos exigiendo claridad, rendición de actas y una transición necesaria para todos, una que se resuelva por la vía de un “pacto para darle sentido al giro social del país”.
¡Basta de incertidumbres, de fantasmas y de burlas, todos en este país estamos sumados a la causa común de ser libres!
Referencias:
Stiglitz, J. (2007). El precio de la desigualdad. Máxico: Taurus.
Terry Karl, C. p., & Smitter, P. (1986). Transiciones desde un gobierno autoritario. Buenos Aires: Paidós.
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