El objetivo más noble que puede ocupar el hombre. Es ilustrar a sus semejantes. Bolívar.
…Leonardo Ruiz Pineda estudiaba en Caracas, llegué mandado por mis compañeros de Rubio a una pensión. Él me envía al Concejo Municipal donde trabajaba Guillermo Salazar Meneses, jefe del PDN…” Así describió Carlos Andres su llegada a la capital y el comienzo de su camino al liderazgo político nacional.
Entre 1945-47 fue hombre de confianza de los líderes de AD, ejerció como secretario del presidente Rómulo Betancourt y del Consejo de Ministros de la Junta de Gobierno. Electo diputado en 1948 y en 1959/1964. Al ser Rómulo Betancourt presidente, es nombrado director general del Ministerio de Relaciones Interiores en 1960, dos años más tarde fue nombrado titular del mismo. Jefe de la fracción parlamentaria en 1964-1968 y miembro del CEN.
Carlos Andres fue designado un 18 de febrero de 1963, como presidente interino del país, mientras Rómulo Betancourt realizaba una gira por Estados Unidos, muchos recuerdan la dura imagen que irradio, al frente del Ministerio de Relaciones Interiores en tiempos de luchas antiguerrilleras. Electo Presidente de Venezuela en 1973, gracias a que logró cambiar su imagen por la asesoría de empresas expertas en ese maquillaje.
Rómulo ya no estaba a su lado. Se retiró de la vida política y partidista. No hizo comentario público alguno para referirse a quien siempre lo acompañó en el ejercicio del poder. Guardó un silencio ensordecedor.
Betancourt fue inmenso, como lo fue Bolívar, como fue Jose Antonio Páez. Providencia divina que estos tres nobles ciudadanos venezolanos, hayan sido hijos de algún inmigrante de la madre patria quienes hayan levantado con honor, con dignidad y con gallardía, los más grandes estandartes de las libertades ciudadanas y de los gobiernos civiles en esta patria.
Simón Bolívar el genio precursor de la emancipación libertaria. Jose Antonio Páez, el inigualable guerrero que consolidó nuestra república. Rómulo Betancourt, el pensador que lograría por primera vez en esta geografía, la instauración de la democracia y la participación civil en una historia de líderes militaristas y caudillistas.
La historia sembraría para siempre las semillas del árbol más grande de la futura Venezuela. Estos tres líderes con nobles ideales, siempre se distinguieron por una sucesión alternativa donde gobernasen los mejores venezolanos. Nunca estuvieron solos en sus ideales. Simón Bolívar y Simón Rodríguez. Maestro y alumno fundidos en un solo pensamiento libertario y esclarecedor. Jose Antonio Páez y Carlos Soublette. Militares que lograron en forma conjunta, establecer el mayor crecimiento económico durante su alternatividad, quizás por preferir siempre a los civiles más capaces y mejor preparados. Rómulo Betancourt y Gonzalo Barrios. Dupla que logró consolidar por primera y única vez un partido de luchas reivindicativas sociales con integración policlasista. El policlasismo de AD lo representaba el Dr. Barrios.
¿Por qué menciono a Carlos Andres? Es solo una reflexión. Las lapidarias opiniones sobre mi conclusión, no harán mella en querer ilustrarlos. Hay una gran diferencia entre las personalidades de los grandes hombres que cambian la historia para hacerla grande, y los que no.
Rómulo no se planteaba el “yo” líder. Él tenía un ideal: La construcción de un liderazgo colectivo, un partido de líderes en masa e integrado por lo mejor de nuestro pueblo y nuestra gente. Según esa visión, el liderazgo generaría los verdaderos cambios y las transformaciones sociales que definirían a esta Nación.
Carlos Andres fue diferente. Sin demeritar sus aciertos, el representó, el regreso de los *“ismos”* a la vida pública.
El militarismo, el caudillismo, el castrismo, el Gomecismo y hasta el perezjimenismo, había sido execrado del ámbito político hasta que surgió el Carlosandrecismo. Luego nos encadenamos. El «Lusinchismo», el «Herreropablopablismo», y otros que fungen como deforestadores del bosque de ciudadanos, que lograron facilitar la construcción de la autopista hacia el Chavismo.
Tal vez Betancourt imaginaba las consecuencias de un liderazgo grandioso, pero sin humildad. Quizás el padre de la democracia tuvo la epifanía de las consecuencias de no ser ejemplarizante con los valores familiares y éticos. Rómulo vaticinaría en sus pesadillas que todo esto le restaría la vida útil a nuestra incipiente democracia representativa.
Esa es la grandeza Betancourt.
Rómulo Betancourt.
@CarluchoOJEDA